CINCUENTA Y DOS

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—Algo no está bien.

Sunny achicó los ojos y se quedó mirando su auto unos segundos. Sí, estuvo fuera unos días y sí, tal vez estaba un poco loca, pero no se había inventado el rayón kilométrico que la puerta de su auto tenía unos días atrás.

Se giró hacia Max, que se encontraba a sus espaldas, esperando que él le confirmara que no estaba loca, y que el sacrilegio a su puerta no había desaparecido por arte de magia.

» Había un rayón en la puerta, ¿lo recuerdas? —balbuceó—. Tú lo hiciste, ¿lo recuerdas?

Max torció el gesto, como si estuviera evitando reírse y Sunny se imaginó que su cara de sorpresa debía ser bastante cómica, pero no le importaba.

—¿Lo recuerdas? —insistió, cuando él no hizo amago de responderle.

—Lo recuerdo.

Enarcó una ceja, frustrada de que Max no reaccionara.

—¿Entonces? ¿Dónde está?

La sonrisa de burla de Max se ensanchó como si le pareciera graciosa su reacción y Sunny pensó que él debía agradecer que estuviera demasiado concentrada mirando la puerta que volvía a ser casi perfecta para sentir ganas de golpearlo.

—Lo reparé. Bueno... lo mandé a reparar antes de que las ganas de arrancarme la cabeza te ganaran y terminaras matándome mientras duermo.

Sunny hizo una mueca.

—Pero... ¿Cómo?

—Patrick me prestó tu llave de repuesto y aprovechamos que no estaríamos el fin de semana. Así de brillantes somos.

Sunny se quedó en silencio unos segundos.

—Bueno, eso es... considerado de tu parte.

—En realidad, yo lo arruiné, así que no. Pero puedes agradecerle a Patrick su trabajo de agente secreto.

Esta vez, ella sonrió un poco, pero se acercó hasta la puerta del auto para confirmar que, de no ser porque ya estaba enterada del rayón, creería que nunca había pasado. Volvió a girarse hacia Max, que continuaba sonriendo.

—Me alegro de no haberte golpeado cuando arruinaste a mi bebé —admitió—. Además es un trabajo bastante decente.

—Lo sé. Me has restregado tantas veces que es tu bebé que no quería quedar como el padrastro asesino.

Sin ninguna explicación y sin previo aviso, Sunny sintió el cosquilleo en las mejillas que le indicaba que se acababa de sonrojar. ¿En serio? ¿En serio se acababa de poner así por un comentario tan estúpido? Es decir, que Max fuera el padrastro de su bebé suponía que ellos eran una especie de pareja o algo parecido, pero solo era una broma.

Esperaba que todo fuera una broma.

No eran una pareja. Claro que habían pasado un par de fines de semana juntos, que salían por ahí, veían películas los jueves en la noche y tenían amigos en común. Y claro que lo había invitado a casa de su madre y pasaban más tiempo juntos que separados, pero eso...

¡Maldición, sí eran una pareja! Solo les faltaba admitirlo. O bueno, a ella solo le faltaba admitirlo, porque Max parecía demasiado tranquilo con la perspectiva. ¿Por qué no estaba en pánico?

Una tos repentina la atacó. ¿A eso se referían con que la matara el susto? Porque estaba aterrada. Ni siquiera se dio cuenta de que él se había acercado hasta que lo sintió acariciándole la espalda y no tenía idea de cómo lo hizo, pero casi de inmediato la tos asesina se calmó, dejándola solo con los ojos llorosos.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora