Capítulo 3.

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—¿De dónde sacaste el auto?— le cuestiona Bill.

Richie le guiña un ojo, girando en una esquina. Se dirigen hacia la casa de Stanley.

—Tengo mis métodos.

Bill lo mira con los ojos entrecerrados.

—S-S-Se lo robaste a tu p-p-padre ¿v-verdad?

—Agh, cállate Bill, no arruines la magia.

Bill rió bajito. El auto se detuvo en la casa de Stanley.

....

Después de ir por Stanley, fueron por Ben. Ahora irían por Eddie, la misión imposible. Porque si, que Eddie se escabullera de su madre era sin duda una misión digna de los hombres de negro.

Bill y Stanley se bajan a llamarlo. Richie se queda al volante, preparado para arrancar a toda velocidad si algo sale mal.

Tiran piedras hacia la ventana de Eddie mientras llaman su nombre entre susurros.

Eddie no tarda mucho en asomarse a la ventana con expresión algo hastiada, como si supiera de antemano con lo que iba a encontrarse. Luce un pijama que le queda bastante holgado y el cabello revuelto.

<<Adorable>> piensa Stanley sin poder evitarlo.

—No.— masculla Eddie antes de volver a entrar, cerrando la ventana.

Bueno, eso no es nada adorable.

Bill voltea hacia Richie y le hace un mueca. Richie sale del auto con una sonrisa maliciosa en el rostro, toma aliento y entonces...

—¡Eddie Spaguetti!— grita con todas sus fuerzas.

Bill y Stan le miran atónitos. Les sorprendería que con ese grito no hubiera despertado a toda la calle.

Pero funciona, porque Eddie vuelve a asomarse por la ventana.

—¡¿Estás loco, Richie?!— murmura como puede—. Si mi madre los escucha...

—Si no sales volveré a gritar— avisa Richie con gracia, ajustándose los lentes.

Eddie frunce el ceño.

—Oh vamos, Richie...

—Uno...— inicia Richie la cuenta regresiva para volver a gritar—. Dos...

—Bien, bien— murmura Eddie, resignado—. Ya voy, solo...solo denme un minuto.

Richie sonríe triunfal. Stanley le golpea en el brazo.

—Eso fue estúpido— le dice.

—Pero funcionó, vendrá— se defiende Tozier.

Y Stan no puede añadir nada más, porque no le gustan las fiestas pero... por alguna razón que no alcanza a comprender, que Eddie venga con ellos lo hace todo mucho más emocionante.

Eddie sale poco después. Viste una camisa y unos jeans de esos nueva moda que su madre le compro la semana pasada en una rebaja. Lleva los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.

—¿A dónde se supone que vamos?— los encara.

—A la mejor noche de tu vida, Eddie spaguetti— responde Richie, encaminandose al auto.

—Una fiesta, ya sabes como es Rich— aclara Bill.

Eddie suspira y se dispone a seguirlo hasta el auto, pero Stanley lo toma del brazo, frenandolo un instante.

—¿Qué?— Eddie ladea la expresión, pero en el fondo se alegra de ver a Stanley.

—Te ves... Te ves muy bien, Eddie
— Stan está muy sonrojado cuando pronuncia esas palabras, que consiguen sonrojar también a Eddie.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora