Capítulo 18 | Maratón 2/3.

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Eddie abre pesadamente los ojos. A perdido la noción del tiempo. Aturdido. En su cuello se dibujan con claridad dos marcas rojas, aunque la fuerza que lo ahogaba era invisible.

Se arrastra por el suelo, casi sin fuerza.

—Bill...— apenas puede susurrar.

Busca a Bill, pero no está en ninguna parte.

Una certeza llega a su mente de golpe. Se llevaron a Bill, y harán algo muy malo con él.

Esa idea aterradora es suficiente para darle fuerza y levantarse.

....

Los niños espíritus han llevado a Bill al balcón trasero de la casa, cada uno tomando una mano de Bill para guiarlo. Deben de tener unos seis o siete años (la edad de Georgie).

Para que juegues con nosotros para siempre— dicen a la par, con una sonrisa—, tienes que saltar.

Y Bill lo entiende abruptamente.
Quieren que se mate saltando de balcón de un segundo piso.

—No pu-puedo q-quedarme
p-para siempre— dice, tragando saliva con lentitud—. Hay... Hay p-pe-personas e-esperandome...

Los niños fruncen el ceño.

No te irás, tú jugarás con nosotros— dicen—. Seremos libres de mamá.

Bill traga saliva y piensa en Richie, en sus sonrisas, sus chistes, sus malas imitaciones, sus gafas con increíble aumento. Piensa en sus besos y abrazos.

—Debo volver con él, por favor...

Nosotros te querremos más— decretan los niños. Se miran entre ellos—. Están aquí. Si no saltas, ellos lo harán.

Bill piensa en Richie, pero también en Eddie, en Stanley, en Beverly, en Mike y en Ben.

Y pensando en ellos, comienza a encaramarse lentamente en la cornisa.

....

Richie voltea ante el golpe abrupto de la puerta cerrándose, y descubre que solo Stan, Bev y él han logrando entrar.

—¡¿Chicos?!— le habla Beverly a Ben y Mike, preocupada.

—¡Estamos bien!— dice Mike desde el otro lado de la puerta—. ¡Buscaremos otra entrada!

—Tengan cuidado— agrega Ben.

La casa, por dentro, luce aún más espectral. Hay barro y musgo por todos lados, y también...juguetes de niños... Hay muchos de esos juguetes antiguos.

—Deben llevar mucho tiempo aquí— comenta Beverly, algo angustiada—. Esa soledad...

—Su soledad me importa un cuerno, hay que encontrar a Bill y Eds— Richie comienza a moverse, recorriendo el primer piso. Stan camina a su lado y Bev un poco más atrás, alerta.

Pasan por en frente de una puerta, que ha de ser la del sótano. Richie la prueba, pero está trabada, así que se disponen a seguir avanzando.

Entonces, un golpe desde el otro lado de esa puerta al sótano los alerta.

Stan se inclina y apoya su oído contra la puerta, atento.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora