Capítulo 21.

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Es hora de volver a Derry. Aunque, si nos paramos a mirar como les va a los perdedores, nos toparemos con...

—¡Yo estaba confiando en ti, m-m-mentiroso!

—Bill, por favor...

—¡No q-q-quiero escucharte!

Pues con eso. Bill y Richie están en la habitación a puerta cerrada, discutiendo.

Afuera, la única que entiende la situación es Beverly, y vaya que se siente culpable por ello.

Eddie aprieta los labios y Stan rueda los ojos. Ambos se están encargando de acomodar los bolsos en la entrada para llevarlos al auto, pero la discusión no pasa desapercibida para ellos.

—¿Y a ellos que les pasó?— pregunta Mike, ladeando la expresión—. Ayer estaban muy bien.

Ben hace una mueca y mira a Beverly, creyendo entender que tal vez a ella y a Richie se les subió un poco el alcohol. No va a mentir, si se siente un poco dolido, pero nota que Bev se siente muy mal, por lo que se acerca a ella y la abraza por los hombros, atrayendola hacia.

Stan es quién responde (o intenta responder) a la pregunta de Mike:

—Richie es noventa por ciento estupidez, ya se arreglaran.

Eddie no dice nada, porque (aunque sabe lo que sucede) no quiere señalar a Bev como la culpable.

—¡Bien, pues me voy en autobús!— escuchan a Richie gritar y luego lo ven salir de la habitación dando un portazo. Agarra su bolso y también da un portazo a la puerta de la cabaña.

Los chicos se miran, incrédulos, antes de que Eddie salga corriendo tras él.

—¡Vuelve aquí, tarado! ¡Tú eres el único que conduce el auto!

Stanley se lleva una mano a la cara. Mike no puede evitar reír. Ben suspira. Beverly desvía la mirada.

El silencio lo rompe los leves sollozos de Bill que se escuchan desde el interior de la habitación.

Todos se miran. Stan hace el ademán de dirigirse hacia la habitación para consolarlo, pero Beverly lo detiene tomándolo por un brazo.

—Déjame ir a mi.

Stan asiente con lentitud, comprendiendo que Bev sabe algo que él no.

Beverly entra a la habitación donde está Bill y cierra la puerta tras de sí.

Stan mira hacia la ventana, allá donde Richie y Eddie han desaparecido entre los árboles. Le hubiera gustado seguirlos, pero solo le queda esperar.

....

—¡Richie, ya basta! ¡Nos perderemos! ¡Ya deja de correr, maldición!— Eddie esquiva las ramas de los árboles, acelerando el paso para no perder de vista a su mejor amigo—. ¡Richie, esp...

Pero Eddie tiene un límite. La situación elevó sus nervios. Siente que pierde el aliento y, jadeante, se afirma en un árbol.

Richie se detiene y voltea hacia Eddie, caminando hacia él de prisa para poder ayudarlo.

—Ay mierda, Eds. Lo siento— le saca el inhalador del bolsillo y se lo pone en la boca, apretando el gatillo—. Muerde esto.

Eddie vuelve a respirar.

—Gra...cias— mira a Richie con seriedad—. ¿Vas a dejar de correr o...

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora