Epílogo.

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Eddie y Stanley.

Con ellos comenzó todo, con ese beso accidental y el beso intencional que le seguiría.

Quién diría que se enamorarían...

—¿Listo, Eddie?— Stan le sonrió y le acarició ambas mejillas con suavidad.

Se encontraban fuera de la casa de Eddie con las bicicletas a un lado. Eran las 7:39 a.m (maldito horario escolar).

—Para volver a la escuela, nunca— suspiró Eddie, pero luego sonrió—. Por otro lado, para besarte...

Stanley ensanchó su sonrisa mientras Eddie acortaba la distancia entre ambos y le daba un largo beso en los labios.

—La escuela no cambiará nada entre nosotros, ¿no?— preguntó Stanley, de pronto algo inseguro, mientras se separaban y cada uno se dirigía a su propia bicicleta.

—No lo cambiaron unos fantasmas, y ni siquiera tus padres— Eddie le sonrió con seguridad—. Te amo, Stan.

Stanley le beso la frente y luego subió a su propia bicicleta.

—Yo te amo más, Eddie.

Pedalearon juntos hasta la escuela.

....

Bill y Richie.

El tartaja que no sabía a quien amaba y el bocazas que no sabía que amaba a alguien.

Al final, acabaron amándose el uno al otro.

—Esta e-e-es la última v-vez que t-t-te espero— dijo Bill a Richie, cruzándose de brazos al ver a Richie llegar a toda velocidad—. V-Vamos a llegar ta-tarde, ¿o-olvidaste q-que llevaremos a Georgie a la p-primaria?

Richie soltó una risita nerviosa.

—¿No?— suspiró—. Correremos, yo lo cargo.

Bill suspira.

—B-Bien— voltea hacia la puerta abierta—. ¡Vamos G-Georgie!

El pequeño salió con la mochila colgada de ambos hombros y vistiendo un adorable chaleco amarillo que le quedaba un poco grande.

—¡Richie!— exclamó, sonriendo al verlo. Al final, el pequeño le había agarrado cariño y viceversa.

El de lentes le guiño un ojo.

—Hoy soy... ¡autobús-Richie!— imitó el sonido de una bocina—. ¡Suban todos los Georgie's!

Georgie rió con ganas y subió a su espalda.

Bill no pudo evitar sonrír ante esto. Su hermano y su novio eran realmente adorables. Se acerca y besó a Richie en la mejilla, este respondió actuando como que le mandaba un beso a la distancia.

—¿Listos, Denbroughs?— preguntó Richie.

—¡Si!— exclamaron Bill y Georgie a la vez.

—Agárrate fuerte, George— indicó Richie.

Luego, el de lentes imitó el sonido de un motor, y Bill y él (con Gergie a cuestas) echaron a correr.

Suerte que en Derry todos los lugares quedan cerca.

....

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora