Capítulo 8.

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Stanley no encontró a Eddie. O ese pequeño en verdad corre muy rápido, o tomó un atajo que Stan no tenía previsto.

Piensa en él mientras limpia la iglesia para pagar penitencia por llegar tan tarde (al día siguiente, de hecho). En la textura de sus labios y de ese primer choque (porque no se le puede llamar realmente primer beso a algo ocasionado por Henry Bowers) que tuvieron el último día de clases. Y de su primer beso, anoche.

Y está muy mal pensar todas esas cosas en la iglesia pero, por una vez, no le importa nada de eso. Está realmente prendado de Eddie, o no sabe que tan bueno o malo es eso.

Se pasa la tarde limpiando lo que ya está limpio para él sermón del mañana, haciendo pausas para comer. Juega con la escoba a bailar, imaginando que es Eddie. Luego se siente ridículo, comprueba que nadie lo haya visto hacer tamaña tontería, y sigue barriendo.

Se lo pasa así, pensando en que pasará cuando se lo diga, que le...que le gusta, hasta que suena el teléfono de la estancia.

—¡Yo contesto!— avisa. Toma el aurículo—. Iglesia del rabino Uris, ¿diga?

—¿S-Stanley?

—¡Bill! ¿Qué sucede?

—Stan, Eddie está en el hospital.

A Stanley se le corta la respiración, y el auricular se le escapa de las manos con un sonido mudo.

....

Un poco antes, Richie besaba a Bill y este no se oponía.

Un poco antes, ambos se habían mirado a los ojos y habían sentido todo en nada de tiempo. Sus ojos habían brillado de magia.

Richie había dicho:—Bill.

Bill había contestado:—Richie.

Entonces, Beverly había llamado. "He visto pasar el auto de la mamá de Eddie hacia el hospital saltándose todas las leyes de tránsito, ¿él está bien?" había dicho.

Y la magia se había roto.

"Lo c-comprobare" había dicho Bill.

Luego, Richie lo había tomado por el brazo y lo había jalado hacia sí con suavidad.

—Bill, dime, tú...

Bill había negado con la cabeza, sus mejillas teñidas de rojo.

—No quiero hablar de eso, ¿si?— no era del todo cierto—. Mi tía está de turno en el hospital, la llamaré para saber si sabe algo de Eddie.

Richie no insistió, aunque quería.

Y Bill se arrepentía de que todo hubiera quedado allí. Idiota, se regañó mentalmente.

Estaban en la sala de espera del hospital ahora mismo, esperando noticias de Eddie junto a Mike, Ben y Beverly. Esperaban a Stanley, puesto que como no contestaba el teléfono de su casa (habían tenido que llamar al de la iglesia), le habían avisado de último.

La madre de Eddie está del otro lado, se oye su voz gruesa gritar y discutir con los médicos, y eso solo les asusta. ¿Qué fue lo que le pasó a Eddie? Según la tía de Bill, tenía un brazo roto cuando menos, y parecía el perdedor de una pelea a puño limpio.

Eddie no participaba en peleas. ¿Habría sido Bowers?

—Claro que fue Bowers— había dicho Richie—. Ese maldito... Cómo lo agarre por hacerle esto a Eds, las va a pagar caro ese bastardo.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora