23

688 69 38
                                    

1 semanas después...

Todo se había vuelto color gris, estar aquí no me hacía sentir feliz. No sabía nada de los padres adoptivos del bebé, no hablaba con Elina y no tenía amigos con quien hablar.

—Me rindo, mejor venderé el auto. Nunca terminaremos de pagar la casa—dijo Aaron tomando asiento frente a mí.

No les había dicho del dinero que mamá había ofrecido para ayudarles porque sabía que papá lo rechazaría, y mucho más Elena porque el dinero venía siendo de mamá.

—No te rindas hijo, podremos salir de esta—papá da ánimos a su hijo sentándose a su lado.

—¿Por qué no tienen dinero?—cuestiono seriamente a papá sintiendo la mirada de todos en mí.—Trabajas tú, trabaja Elena, Aaron. ¿En dónde se está yendo todo el dinero?

—Pagamos la casa, el auto de Aaron, impuestos, y sobre todo la comida. Desde que llegaron somos más, y necesitamos comprar más comida de lo que usualmente antes comprábamos. Aquí no es nada comparado a la casa en la que vivías en Canadá con tu madre.

—¿Estás diciendo que desde que llegamos Aaron y yo están gastando más dinero?—frunzo el ceño mirando a papá.

—No lo malinterpretes—murmura papá mirándome.

—Si somos una molestia lo hubieras dicho desde un principio.—me pongo de pie teniendo aún las miradas de todos puestas en mí.

—____ cállate—musitó Aaron entre dientes.

—Cállate tú, ¿acaso estás ciego o sordo? tu auto es el problema aquí, papá no puede terminar de pagarlo pero no te lo dice en la cara.

—____—papá murmura mi nombre.

—Es la verdad, no puedes con nosotros. Piensas que porque antes teníamos dinero no puedes satisfacernos con lo que tienes, pero papá, no nos importa el maldito dinero. Podemos vivir de lo menos económico si es necesario, pero no, todos creen que el dinero nos puede solucionar. Estoy harta de esto.

—Hija por favor siéntate—papá se pone de pie mirándome.

—No, solucionaré esto.—camino a la puerta de la cocina.

—Entonces déjame ayudarte—exclama papá detrás de mí.

—Sí no puedes pagar tu propia casa no te propongas ayudar en algo que no puedes lograr.—salgo de la cocina dejando un incómodo silencio.

Desde que había llegado aquí, mi humor era insoportable. No podía dejar de pensar en Shawn y eso me hacía cambiar de ánimo cada cinco segundos. No estaba bien sin pensar que había destruido a Shawn. Todo era mi culpa, y eso me estaba empezando atormentar.

Entre a la habitación donde me estaba quedando con Aaron, habían cambiando algunas cosas desde que habíamos llegado y una de esas era cambiarme de habitación con mi hermano. Tomé la laptop que se encontraba sobre la cama para después adentrarme al baño, baje la tapadera del inodoro y me senté sobre este. Coloqué la laptop sobre mis piernas encendiéndola al abrirla, rápidamente busqué un departamento en renta que estuviera cercas de aquí, me llevo aproximadamente dos horas encontrar uno estable. Con seguridad apropiada para Aaron y para mí. Contacté a la dueña asegurándome que tuviera un lugar para nosotros. En seguida me contestó. Así que ya tenía todo listo, bueno no todo.

—____ sal del baño ahora mismo—exclama Aaron molesto del otro lado de la puerta.

—Ya voy—digo anotando la dirección del departamento para después cerrar la laptop.

Salgo del baño mirando a Aaron sentando en la cama.

—¿Que tanto hacías metida ahí?—repunta sin quitarme la mirada de encima.

Del odio al amor-¿Shawn o Cameron? 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora