•28: Confesión•

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No me cabía en la cabeza la idea de que él  fuera el diablo, no me la creía, era algún tipo de broma de mal gusto.

Se giro, con una sonrisa llena de preocupación, extendió su mano y traté de convencerme de que él no era tan malo como lo describían en la biblia.

ㅡAcercate... por favor, Mari. -Habló con ternura, lo mire con temor y luego me levanté del sillón. Tome su mano con desconfianza, pensando que en algún momento me iba a mandar a la mierda. ㅡNo te voy a hacer nada... Marianne.

ㅡEspera... ¿tienes algún poder especial o?

ㅡVarios, en realidad. Puedo leer tu mente, se lo que piensas y lo que deseas, por eso te digo en este momento que no haré nada, más que mostrarme como soy...

ㅡMe das miedo, siempre creí que él diablo no existía... y que tampoco era como tú, lo imaginaba-

ㅡCon patas de cabra, cola, rojo, cuernos y un tenedor... ¿cierto? -Terminó. Uau.

ㅡSí... ¿por qué no me lo habias dicho antes?

ㅡSabía que te pondrías paranoica.

ㅡLamento serlo... -Baje la cabeza, mirando juguetear a mis dedos sudorosos.

ㅡNo deberías... -Sujeto mi mentón, subiendo este para que lo viera a los ojos. ㅡNo estés asustada...

ㅡ¿Por que? -Pregunté, ya me estaba dando un poquito de miedo... es que verlo con esas alas imponentes, su mirada penetrante, y con el torso desnudo era realmente desalentador, era demasiado, no puedo... no podré contener el miedo que ahora me invadía.

ㅡMe alimento de el... y del sufrimiento de los mortales...

ㅡ¿Qué pasaría si empezará a tener más miedo? -Cerró sus ojos, respirando profundamente, me espante y me quedé como estatua.

ㅡNo quieres saber... -Sus ojos se abrieron, sus ojos se habían vuelto grises y con la pupila como la de una serpiente... tenebroso. Cerro los ojos y volvio a abrirlos, ya normales.

ㅡCreó que es mejor así. -Sonreí incomoda. ㅡTus alas... son hermosas... -Me sincere.

ㅡGracias... Tocalas. -Dijo, sus alas se abrieron del todo. Realmente eran grandes. Me acerque con cuidado y las toque, eran tan suaves y delicadas. Podría dormir en ellas durante mucho tiempo, y no me cansaria de ello. ㅡLamento no haberte dicho... -Bajo la cabeza, detalle sus alas de a poco, fui a su espalda y mire como salían las alas desde allí.

ㅡ¿Cómo las ocultas?

ㅡMhm, no se como explicarlo, es difícil... Digamos qué, vuelven al lugar de donde salieron, al interior de mi espalda. -Esbozó una sonrisa.

ㅡClaro... ¿Él infierno si es como lo describen?

ㅡLa Biblia, no es como la original, el infierno no es así.

ㅡ¿Como es? -Pregunté curiosa, volviendo a estar frente a él.

ㅡEs como su vida, pero peor, las cosas malas que vivieron cuando estaban en la tierra, pasan, pero más graves, mientras mis demonios los torturan desde sus pensamientos... si mueren, o se suicidan, todo vuelve a empezar, cada vez peor y con más sufrimiento añadido. Es un ciclo eterno. -Explicó, me sentí mal. Que lástima, ¿se lo merecían?

ㅡSí, se lo merecían, todo el que cometió pecados lo suficientemente graves como para estar allá es porque de verdad hizo cosas malas, y ahora lo paga caro.

ㅡ¿Y tu hermano, Kaciend? -Pregunté. Necesitaba saber.

ㅡÉl, fue mi mejor amigo, siempre, -Sonrió con amargura. ㅡÉl se negó a estar en la rebelión, yo era la mano derecha de su Dios... pero, ya estaba cansado de servir, él luchó contra mí, al igual que muchos Arcángeles, pero ganaron, me desterraron con mi ejército y estuve condenado a estar en las sombras, él siguió pendiente de mí por mucho tiempo. Y ahora es la mano derecha de su Dios, pero no puedo evitar llamarlo hermano, si me apoyo o no, fue su decisión, no la mía.

ㅡTe escuchas muy sabio...

ㅡ¿Esperabas que no? -Reí. ㅡTengo muchos siglos... ya no tienes tanto miedo.

ㅡNo, la verdad es que entre más me hablas de ti, más curiosidad me da, y más ganas de estar a tu lado... -Sonreí, mis mejillas comenzaron a picar, además de que se sentían calientes.

ㅡ¿En serio? -Su cara estaba sorprendida pero con esa expresión de: 'Ya lo sabia'.

ㅡSí, oye... ¿existen los unicornios? ¿Las sirenas? ¿Los Trolls? ¿Los duendes? ¿Los dragones? ¿Los alienígenas? ¿Los vampiros? ¿Los licantropos?...

ㅡ¿Tu que dices?

ㅡSí tú existes... entonces creo que ellos también.  -Lo mire sonriente y sus labios se torcieron en una sonrisa de ternura.

ㅡTienes razón... -Celebré en silencio, mi subconsciente gritaba: ¡Oh sí! ¡Oh sí!; una y otra vez, mientras danzaba con pompones.

Sus imponentes alas se cerraron y pronto desaparecieron, su torso aún desnudo me desconcentraba, mi mirada se quedo allí mientras pensaba... quiero que me folle duro, lo deseo. Quiero sentirlo dentro de mí, dando estocadas, tocando puntos sensibles, mientras me besa con esa respiración agitada. Sus pies se movieron, caminando hasta mí, yo aún con la mirada fija en su torso... Oh no. Había olvidado que puede leer mis pensamientos. Tonta... Me grito mi subconsciente, señalandome con el dedo. Su mano se poso en mi cintura, apretandola, y su otra mano sostuvo mi mejilla. Paso su dedo pulgar por mis labios, bastante alagüeño.

ㅡDecias no ser una pervertida... Me has mentido... la mentira se castiga, es un acto severo que no se puede perdonar tan fácil... -Su voz sonaba tan dulce y demandante. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y temble.

Su mano bajo de mi cintura a mi cadera, allí apretó con fuerza, mi pelvis se sintió débil y un gemido inundó mis labios. Cerré los ojos disfrutando del contacto.

ㅡTraje algo para ti... -Susurro y depósito un beso en la comisura de mis labios. Joder.

ㅡ¿Q-Qué? -Tartamudee. Se separo de mi y camino a la isla, cogió la bolsa negra y se acerco; la extendió y la tome ansiosa.

Mire dentro y lo mire con los ojos abiertos, casi saltones.

ㅡCambiate... te espero en cinco minutos. -Ordenó. Asenti.

Camine hasta mi habitación y caí en cuenta... Me he acostado con un demonio que se rebeló contra Dios y es el rey del infierno... ¡Oh, estas condenada, Marianne!  Reprendió mi subconsciente... tuve sexo con él, y ahora lo haré otra vez, con una lencería de encaje. Mierda.

➳ₛᵢₗₑₙCₑ†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora