Capítulo veintidós.

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Enero 10, 2007.

—Sólo haré una excepción ésta vez ¿De acuerdo? —asiento en respuesta y creo que los demás también lo hacen.

Se supone que no pueden estar más de tres personas en la habitación pero digamos que el doctor hizo una excepción pues me dará los resultados de la resonancia, al fin sabremos por qué perdí la vista.

Escucho un suspiro que no reconozco de quién es y alguien toma mi mano libre, la que no está siendo sostenida por mamá, y la besa. Con ése acto puedo saber que se trata de Thomas y sonrío un poco.

>>Bien Kiara, gracias a la resonancia pudimos saber qué tipo de ceguera tienes y si tiene cura. Tú estudias medicina por lo que se te será más fácil de entender ¿De acuerdo? — Asiento —Lo que tienes es ceguera cortical, eso quiere decir que tu lóbulo occipital sufrió daños, por éso el constante dolor de cabeza y tu ceguera. Ambos lados del lóbulo sufrieron daños en los nervios conectados a tu sistema visual, eso quiere decir que las áreas de tu cerebro que procesan la información que tus ojos captan no funciona y por ello no vez más que sólo luz. Quizás con algunos tratamientos y con el paso del tiempo tu vista pueda mejorar llegando a identificar movimiento e incluso objetos, en éstos casos puede que te recuperes y puede que no. No pierdas las esperanzas pero tampoco hay que hacernos muchas ilusiones. Estarás dos días más internada para saber si hay algún progreso, tú dime si en algún momento logras percibir aunque sea un pequeño movimiento, eso será muy importante ¿Alguna duda?

Dejo que mi cerebro se tome un momentos para procesar toda ésa información. Recuerdo que alguna vez leí sobre ése tipo de ceguera, pero es algo muy poco visto y conocido.

—Doctor, creo recordar algo ¿la ceguera cortical viene con alucinaciones y pérdida de memoria? —pregunto, al menos es lo poco que recuerdo sobre ése tema.

—No en todos los casos Kiara, sin embargo para asegurarnos de que tú no sufras éstos episodios, el neuropsicólogo debe hacerte una evaluación. La programaré y te avisaré ¿De acuerdo? Les daré diez minutos y luego sólo deben quedar tres personas en la habitación. Avísame de cualquier avance Kiara.

Asiento aunque no sé si a la dirección correcta. Obviamente los chicos no pueden contener sus preguntas.

—Por favor que alguien me explique todo lo que dijo en español —rio por el comentario de Louis y Ema decide responder.

—Déjame cambiar a modo de explicación para tontos; Su cerebro ahora es tonto, sin ofender Kia.

—Tranquila está bien —digo riendo.

—Y como es tonto no sabe nada, no reconoce nada. Es como que los ojos de Kia ven todo pero su cerebro no reconoce nada ¿Ahora sí entiendes? —muerdo mi labio para aguantar la risa.

—Sí, ya entendí, gracias Ema —dice Louis en tono sarcástico.

—El doctor dijo que se podía tratar así que vamos a intentar todo lo que podamos y estarás bien —susurra Thomas en mi oído.

Sí, al menos eso espero.

[…]

Enero 12, 2007.

—Hogar dulce hogar —dice mamá cuando cierra la puerta tras de nosotros —Por ahora te quedarás en el cuarto de invitados, así no tendrás que bajar y subir escaleras y el baño queda justo al lado.

Asiento. Una mano se entrelaza con la mía y estoy segura que es la de Thomas.

Dicen que en algunos casos la ceguera cortical mejora y la persona que lo padece puede percibir al menos movimiento. Sin embargo, todo lo que he visto desde que desperté es una luz cegadora, irónico considerando que estoy ciega.

Se supone que los dos días extras en el hospital eran por si había algún progreso en mi falta de visión pero no ocurrió nada, nada se movió y la luz tampoco desapareció. Quizás éste sea uno de esos casos en el que el lóbulo está tan dañado que no existe ningún progreso y es permanente.

El doctor decidió que antes de comenzar con los tratamientos mi pierna debía sanar, eso quiere decir que los comenzaré en un mes. Me advirtió que serían muchas sesiones de tratamiento e incluso de psicología, quiere estar seguro de que progrese no sólo físicamente sino también que no entre en algún tipo de depresión por la forma tan drástica en la que ha cambiado mi vida.

Después de todo he pasado de ser una futura doctora a una pobre minusválida.

—¿Puedo usar las muletas? La verdad me siento bastante estúpida con ésta silla de ruedas —digo ya frustrada. Ésto sólo me hace sentir peor.

—Claro Kia, te las traeré.

La puerta se abre y supongo que es Thomas quien lo hace, para ir al auto y buscar las muletas.

—Kia, sé que ésto es un poco difícil para ti pero nena no trates de forzar demasiado tu cuerpo, no queremos empeorar la situación ¿Está bien?

—Ajam —es todo lo que respondo.

—Aquí están, ven te ayudo.

Thomas sujeta mi mano pero inmediatamente la quito.

—Está bien, yo puedo sola, debo aprender a hacerlo.

No dice nada y me extiende las muletas. Las tomo y me apoyo en ellas para levantarme. Es un poco incomodo, nunca las había usado y a decir verdad me será muy difícil acostumbrarme a tenerlas.

—Trataré de llegar a la habitación —les informo.

Comienzo a caminar y aunque siento una punzada de dolor en mi pierna sé que es normal ya que está colgando y no apoyándose en algo. Intento reconstruir en mi mente la casa y camino hasta donde supongo está la puerta. Tanteo la pared pero no encuentro el pomo de la puerta.

—Dos pasos más adelante Kia —escucho como Thomas dice.

Mierda, ésto será bastante difícil.

[...]

Enero 15, 2007.

Mantengo mis ojos cerrados escuchando la película que le pedí a mamá que pusiera en el televisor. Flipped, es una de mis favoritas, la he visto un millón de veces así que puedo recordar cada escena con tan sólo oír las voces. Es como sentir que veo de nuevo.

Sostengo mi cabeza cuando una fuerte punzada en mi cabeza aparece y abro mis ojos. Jadeo.

Hay algo allí, un destello, algo moviéndose. Como cuando ves en un microscopio las moléculas, como formas irregulares.

Me siento e intento no parpadear, no quiero que todo vuelva a ser luz.

Agacho mi mirada y algo se mueve, es como un objeto pero no puedo identificar qué es. Estiro mi mano para alcanzarlo, si lo siento es más real. Casi lo tomo así que me estiro un poco más. Siento que doy vueltas y aúllo de dolor cuando caigo al suelo y mi pierna choca contra éste.

—¡Mamá! —grito y lagrimas resbalan por mi rostro, el dolor en mi piernas es fuerte y punzante.

Al instante mamá llega y me ayuda a levantarme.

—¡Aquí estoy cariño aquí estoy! Shhh shhh calma.





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MaVaFb.

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