Capítulo veinticinco.

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Maratón 2/3.

Mayo 06, 2007.

Espera espera espera ¿Thomas y tu vendrán a Londres y se quedarán por dos semanas? —pregunta Shelly desde el otro lado de la línea.

—Es justo lo que estoy diciendo —le respondo y cubro mi rostro. Parezco una colegiala tonta.

—¿Y dónde se quedarán? Puedo hacerles un espacio en mi apartamento y…

—No, él tiene un departamento que es donde se queda cuando tiene que grabar —la interrumpo. Hace un pequeño silencio y espero que diga lo que yo no me atrevo a decir.

Mierda, un momento… ¿Tú y Thomas en un departamento solos por dos semanas? ¿Estás jodidamente consciente de que eso dice sexo por todos lados?

Cubro de nuevo mi rostro y siento mis mejillas calentarse. Suelto un chillido y rio.

—¡Lo sé lo sé lo sé! No soy tonta Shelly, estoy demasiado nerviosa sobre eso —le confieso.

Es tan extraño todo esto. No es como si no hubiese tenido sexo antes, con Louis estuve un montón de veces. Y ahora que lo pienso es bastante raro. Pero con Thomas siento la misma emoción  y miedo de la primera vez, con Thomas todo se siente como la primera vez.

Pero ¿Tú estás lista? Digo ¿Quieres hacerlo en serio? —pienso su pregunta.

Llevamos alrededor de cinco meses siendo algo pero a la vez nada. Es extraño aunque en realidad no me importa el hecho de que aún no me haya pedido que sea su novia. Es Thomas, confío en él completamente, somos casi adultos y tenemos muy claro que lo que tenemos es algo más que serio. Hemos pasado por un montón de obstáculos y muchos malos momentos, pero aquí estamos, más unidos que nunca. No me aterra tener sexo con Thomas porque sé que es el indicado.

—Lo estoy —respondo segura.

Pues cariño prepárate porque ya caíste.

[...]

Mayo 09, 2007.

—¿Qué ves? —pregunta Thomas.

Mantengo mi mirada fija en lo que se supone debería ser el vidrio del asiento del copiloto.

—Muchos colores, mucho movimiento ¿Estamos saliendo de Doncaster? Porque creo ver arboles, quizás sólo sean alucinaciones —lo ultimo lo susurro más para mí pero Thomas escucha.

—No son alucinaciones Kia, en realidad hay árboles allí —toma mi mano y la acerca a su boca para besarla, sonrío por el gesto y sigo tratando de diferenciar las extrañas formas que percibo.

—¿Por qué tenemos que llegar directo a la psicóloga? —me quejo —yo quiero llegar y dormir, luego quisiera pasar por la cafetería cerca del campus donde venden esos deliciosos batidos que me encantan y luego quiero visitar a los chicos. No psicóloga.

Me cruzo de brazos como una niña pequeña y eso solo lo hace reír.

—Calma caprichosa. El único espacio que tenía libre la doctora era a las once, prefiero ir hoy y saber si nos tenemos que quedar más tiempo o no. Después de todo dijiste que sólo sería de prueba ¿Cierto?— asiento aunque no sé si me está viendo —Vamos, dime qué música pongo.

Sonrío entusiasmada y el ríe.

[…]

—Huele a hospital, no me gusta ¿Por qué huele así? Ya quiero irme —me quejo mientras froto mis manos. Hace frío.

—Relájate Kia —dice Thomas riendo —me estás contagiando tus nervios, a ver, ven acá.

Me rodea con un brazo y me atrae hacia él. Uno de los brazos de la silla se presiona con mis costillas pero lo ignoro porque el frío desaparece gracias a los brazos de Thomas.

—Todo estará bien ¿De acuerdo? —asiento oliendo el aroma de su colonia y ojala pudiera estar en éste lugar por siempre.

El olor a hospital también desaparece y cierro mis ojos disfrutando de las caricias que Thomas le da a mi brazo.

Se supone que los chicos me acompañarían pero la supuesta psicóloga le dijo a Thomas que sólo podía estar un acompañante, fue difícil hacerlos entender aunque gracioso porque soltaron muchos insultos hacia la psicóloga desconocida pero al final aceptaron con la promesa de que luego nos reuniríamos y les contaría todo.

Thomas me da un apretón en el brazo y me separa delicadamente de él.

—La recepcionista nos está haciendo señas, ya es tu turno —me susurra.

Mi corazón comienza a latir a mil por hora y no sé por qué estoy tan nerviosa, no es la primera vez que veo a un psicólogo, claro que esa primera vez fue simplemente espantoso.

Me levanto y Thomas sujeta mi mano mientras me guía hacia lo que supongo es el lugar de la psicóloga. Pone la mano en mi espalda baja y me insta a caminar.

Un olor a café inunda mis fosas nasales y definitivamente es mejor al de hospital. Thomas me indica que me siente y luego de tantear el sillón así lo hago. Es cómodo y de hecho me hundo un poco en él, paso mis manos por éste sintiendo el terciopelo. He tomado la costumbre de tocar mucho ciertas texturas, supongo que si las siento en la palma de mi mano es más fácil imaginarlas y la sensación es reconfortante.

Una voz femenina me saca de mis pensamientos.

—Hola Kiara, es un placer conocerte al fin. Soy la Doctora Drew pero puedes llamarme Sue, no me gusta mucho la formalidad —su voz es dulce y he aprendido a reconocer lo falso en las voces de las personas. Decido que definitivamente ésta no tiene ni un toque de eso.

—Mucho gusto Sue —es todo lo que respondo y Thomas habla.

—Como le expliqué por teléfono Kiara ha estado muy renuente a ver a un psicólogo, es demasiado terca pero pude convencerla —sonrío de lado.

—Es normal en éstas situaciones —responde la doctora —¿Por qué ha sido eso Kiara?

Suspiro.

—No creo necesitar un psicólogo, fuera de mi ceguera no tengo ningún otro problema de depresión o algo por el estilo, ya acepté que estoy ciega y que lo estaré por el resto de mi vida, no estoy del todo bien con eso pero tampoco haré un drama. Estoy bien.

Hay un silencio de unos diez segundos en la habitación y comienzo a sentirme incómoda. Thomas me aprieta la mano porque quizás lo nota.

—Dices que estás bien con tu ceguera pero ¿Qué es bien para ti? —me contengo de rodar mis ojos, como odio las preguntas.

—Para mi bien es aceptar lo que soy.

—Tengo entendido que querías ser doctora ¿Cierto? —asiento —pues evidentemente ya no puedes serlo entonces ¿Ahora en qué te enfocarás?

Guardo silencio. No tengo una respuesta para ello aunque lo he pensado millones de veces.

>>Bien, dices que estás bien con tu ceguera pero no sabes lo que harás ¿Por qué estás aquí? porque necesitas que alguien te guie en el camino ¿Por qué estoy yo aquí? porque me he propuesto como meta y como proyecto personal y laboral que personas como tú no se consideren minusválidas, aún tienes oportunidad Kiara. Claro, no serás una doctora pero puedes hacer algo con tu vida ¿Quieres depender de una persona toda tu vida porque no puedes ver claramente? —niego con mi cabeza —¡Exacto! Y yo estoy aquí para ayudarte a encontrar un nuevo camino, ahora te pregunto ¿Quieres en verdad recibir ayuda?

El discurso en serio me llega. De hecho había ignorado el hecho de que tengo que hacer algo con mi vida, que tengo que buscar el propósito al cual me dirigiré. Como ya dije antes, mamá y Thomas no estarán cada segundo del día vigilándome y apoyándome. Ya es tiempo de ser independiente y no sólo físicamente.

—Si quiero.

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