COMPLETOS DESCONOCIDOS

11. ¿Dónde está mamá? ¿Que había pasado?

Una vez salí del hospital, mi padre decidió contarme lo ocurrido después de preguntárselo unas cien veces, por lo menos. No entró en muchos detalles, consideraba que todavía era pequeña para entender todo lo que acababa de pasar y creía que el exceso de información podría alterarme tanto que tendría que volver al hospital. Así de exagerado es papá. Así que, en términos generales me explicó que mamá después de haber estado muchos días con problemas, sin especificarlos porqué según él todavía era pequeña para saber de qué se trataba, osea drogas, y por diferentes problemas que tenía ya de cuando era joven más drogas, no te pases, hablo de la locura transitoria, habían hecho que "sin quererlo ella" me pegara hasta dejarme el brazo morado, la cara algo hinchada, alguna que otra herida y un terrible dolor de cabeza.

En el poco tiempo que quedaba para acabar las Navidades papá hacía todo lo posible por sacarme de casa, o al menos de la habitación, pero yo no tenía ganas de hablar ni de relacionarme con los demás. No puedo decir que no lo intenté, y es que nada más volver de aquél hospital decidí quedar con mis amigas para disfrutar de los juguetes que les había traído Santa Claus, pero los murmullos de la gente del pueblo iban en aumento a cada paso que daba, cosa que odiaba. Mis amigas me contaron que todo el pueblo se había enterado de que mi madre ya no vivía más con nosotros por una agresión. El problema es que interpretaban la información a su manera, contaban lo que les apetecía y encima hacían correr rumores falsos como el de que mi madre estaba en la cárcel.

En casa, cada vez que mi padre intentaba hablar del tema, yo le miraba mal y se callaba. Recuerdo que me sabía mal, pero toda esa situación me sobrepasaba y no me apetecía hablar del tema. En mi cabeza solo venían imágenes de mi madre en los últimos días, tan diferente, tan poco ella. Siempre la había visto como la mujer más guapa del pueblo, para mi lo era, hasta esas Navidades donde pasó a parecer una mujer más vieja, más gastada, más ida. Seguía sin entender porqué papá no me podía contar que le había pasado. Decía que era pequeña para entenderlo y que cuando creciera me lo contaría, así que de momento me quedaba sin explicaciones y debía dejar pasar la situación como si nada. Tampoco me contó nada del motivo por el que mamá se fue de casa, simplemente dijo que durante un tiempo ya no estaría con nosotros.

En mi cabeza pasaban múltiples ideas sobre ello. Tal vez, al volver del hospital mi madre había recibido muchas críticas de la gente delpueblo que habían hecho que se marchara lejos para evitarlas. Tal vez que mi padre ya no quería estar más con ella por lo que había ocurrido, cosa que era lógico pero tampoco como para marcharse del pueblo. Muchas otras ideas pasaron por mi cabeza hasta llegar a las más pesadas. ¿Y si realmente si que estaba en la cárcel y papá no quería decirme nada por miedo a mi reacción? ¿Y si realmente era yo la causante de todo lo ocurrido, en esas Navidades, de la depresión y la huida de mi madre? Esta idea que al principio me pareció de lo más descabellada, cada vez  parecía ser la más cierta, y es que, es cierto que mamá cambió con la muerte de la abuela pero yo no hice nada para hacer que recuperara la sonrisa, es más, hice todo lo contrario. Me negué muchas veces a ir al tanatorio, misa y entierro ya que prefería estar llorando en casa sin que nadie me viera que delante de toda esa gente. Prefería no hablar en la misa ni dar ideas para completar el discurso de mis padres. En definitiva, hacía cosas que para mi madre podrían haber sido las causantes de su reciente actitud aquellos días. Hasta que se cansó y pasó lo que pasó.

Y ahora ya era demasiado tarde porque mi madre ya no estaba y yo apenas podía hacer algo para recuperar a la familia que parecía haber desaparecido esas dichosas Navidades. Mi única reacción a esta idea fue no hablar con nadie en los siguientes dos meses, hasta que papá decidió mandarme al psicólogo.