Capitulo II

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Capítulo 2:

IV

El entrenamiento en su equipo profesional de quidditch se había suspendido por motivos de fuerza mayor, por lo que aburrido en Grimamuld Place decidió hacerle una visita en el Ministerio al señor Weasley. Hacía varias semanas que estaba aplazando el paseo al mercado de las chatarras muggles que le había prometido a su padre postizo. Era un panorama que los divertía a ambos y a los que a veces se sumaba Ron. Así que sin dilatar más el asunto, tomó una capa azul oscuro cubriendo su sudadera roja que hacia juego con sus jeans azules y sus zapatillas de lona negra. Sabía de ante mano que debía ir lo más cubierto posible para no ser reconocido entre los pasillos y elevadores del Ministerio para evitar así una avalancha de magos persiguiéndolo a tropel. Cuando consideró que estaba perfectamente caracterizado tomó un puñado de polvos flu y se metió en la chimenea para aparecer al segundo siguiente en el Atrio del Ministerio de Magia Inglés. Nadie pareció notar su presencia y con esa seguridad que le daba el aparente anonimato se encaminó hasta llegar a los elevadores.

Era una concurrida mañana de un día lunes 17 de junio y Harry Potter esperaba pacientemente a que un elevador se dignara a detenerse frente a él para llegar al piso donde se encontraba las oficinas del Ministro de Magia y sus asesores más cercanos, como el señor Weasley. Era el único que estaba esperando hasta que sintió como dos presencias se detenían detrás de él hablando en susurros casi inaudibles. Creyó reconocer la voz de uno de esos hombres, pero pensó que sería realmente cómico encontrarse justo esa hermosa mañana de junio con Lucius Malfoy, por lo que desconectó ese hilo de pensamiento en el momento en que un elevador se detuvo y la puerta se abrió de manera automática. Dejó salir a los cuatro magos y dos brujas que venían ciertamente apretados en el cubículo y prontamente se metió en el antes de quedar delante de los otros que esperaban subirse al ascensor.

Tremenda fue su sorpresa cuando comprendió que no solo era Lucius Malfoy el que había entrado en el mismo elevador, sino que quien lo acompañaba era nada más y nada menos que Draco Malfoy... mucho más cambiado que la última vez que lo había visto meses atrás en el mismo ministerio.

Otro mago entró en el elevador antes que cerrará sus puertas y el cubículo comenzó su rápido y loco viaje. Con la sorpresa, Harry ni siquiera pudo mantener en su lugar la capucha sobre su cabeza y, cuando esta se deslizó con aparente celeridad, el primero en darse cuenta de su presencia fue Malfoy hijo, quien se sorprendió en un solo segundo para volver a poner en su lugar su mirada de seriedad.

–Potter. –Dijo Draco simplemente a modo de saludo y pareció retroceder un paso hasta pegarse a la pared en su espalda.

Lucius miró hacia la esquina en donde el otro pasajero se encontraba y no pudo evitar poner los ojos en blanco. En ese momento el mago que también había entrado se giró y vio a los tres hombres que lo acompañaban. Dos rubios de metro ochenta y cinco de estatura por lo bajo, los Malfoy, y a un sorprendido Salvador del Mundo Mágico que los miraba hacia arriba a pesar de su metro setenta y siete de estatura.

Y tuvo miedo porque todo el mundo conocía la tensión que existía entre el único Potter sobreviviente dos veces y los Malfoy ex seguidores del que no debe ser nombrado aunque ya estuviera muerto. Así que sin pensarlo, aplastó el botón del piso más cercano, el elevador hizo un movimiento brusco y al instante se detuvo en la planta de Acontecimientos Extraños con el Uso de Pociones en Prueba y bajó con paso acelerado del cubículo.

–Wells –le dijo Lucius en voz alta– te has equivocado de planta, esto no es la División de Partes del Uso de la Magia.

–Lo sé Malfoy... pero tengo que... dejar una... un... una poción para mi... perro...

Somewhere I BelongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora