Capitulo XI

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Capitulo XI

XXIV

Sacudió la cabeza para alejar cualquier pensamiento relacionado al ex mortífago y, cuadrando los hombros, se encaminó de vuelta a la casa de la mujer mayor. Sabía que todo había acabado, quizás su última frase había estado de más, pero si no hubiera hecho eso tendría a Malfoy frente a él, mintiéndole descaradamente otra vez y no podía seguir en su juego un segundo más. Teddy, tan hiperactivo como siempre, salió a su encuentro y se lanzó a sus brazos sin el más mínimo cuidado con la intención de abarcar toda la atención de su padrino. Harry sonrió y pasó por al lado de la anciana sin decir nada, como si la escena anterior no se hubiera dado jamás. Ella estuvo tentada a preguntarle que había sido lo anterior, pero prefirió guardar silencio. A pesar de lo sospechoso de todo sabía que tanto como Harry y Draco eran adultos y probablemente tenían desaveniencias que solucionar... aunque la escena anterior distaba mucho de parecer un simple 'desacuerdo', pues Draco simplemente había desaparecido sin siquiera despedirse de su primo menor.

—Harry, ¿quieres almorzar? —Preguntó Andrómeda al no saber qué decir. Lo que no se esperaba era la sonrisa radiante, que nunca vio antes, con la que el chico había aceptado su invitación.

La tarde se pasó mayoritariamente con los juegos entre Harry y Teddy, y a la mujer se le olvidó el encuentro de horas antes. Harry actuaba como siempre, se reía igual y atendía a su ahijado como todas las veces que estaban juntos. Teddy se le montaba encima y exigía muestras de magia que le eran divertidas y alucinantes. Para Harry cualquier cosa que significara la felicidad del chiquillo era algo que haría sin pensar, incluso aunque significara bañarlo para hacerle dormir. Esa era una lucha casi monumental, pero que disfrutó por ser un momento de relajo y convivencia entre padrino y ahijado sin otros seres humanos de por medio. Cuando el niño ya estuvo listo para dormir lo acurrucó en sus brazos y comenzó a mecerlo con calma.

El silencio, la tranquilidad de la casa y el cariño y paz que sentía al arrullar a Teddy hicieron encoger su corazón, porque el niño siempre le había mostrado un amor incondicional y maravilloso, pero que no se asemejaba en nada a lo que había experimentado durante las horas que pasó entre los brazos de Draco. No supo cuándo, pero repentinamente las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro hasta que tuvo que ahogar un sollozo que provenía desde lo más hondo de su interior.

Draco se había cansado de él y su terca actitud. Lo había dejado... él mismo le empujó fuera de su vida, sin miramientos, por el miedo a lo desconocido, por el terror de querer a alguien tan profundamente que dolía su presencia y aún más la ausencia. Porque no sabía que gustar de alguien podía ser así de intenso y catastrófico... porque querer a Draco era una contradicción absoluta, pero tan correcta que lo hacía temer y morir de nervios a la vez.

Draco y sus besos, sus dedos en la piel de su cuerpo, marcando el ritmo mientras le susurraba que lo quería tan intensamente que se volvía loco.

Harry. Te quiero. Tienes que creerme.

Ya no podía disimular los sollozos y el ruido alertó a la abuela quien entró de inmediato en la habitación. Vio cómo Harry sostenía a su nieto con fuerza y desesperación y Teddy abrazaba con sus cortos brazos el cuello de su padrino. El niño, inconscientemente, cambio el color marrón de su cabello por un rubio platinado y Harry comenzó a llorar con más fuerza. Andrómeda hizo el intento de quitarle a Teddy de los brazos pero el buscador no lo soltaba ni respondía a las preguntas de la mujer.

Luego de varios intentos fallidos para recuperar a su nieto, Andrómeda comprendió que algo muy grave estaba pasándole al joven, por lo que asumiendo un riesgo, dejó a Teddy con Harry en la habitación y se encaminó rápidamente hasta la chimenea para ir a casa de los Weasley. Al llegar, buscó de inmediato a Molly encontrándola cenando junto a su familia. Luego de contarles que Harry tenía un ataque de pánico y que no soltaba a Teddy y tampoco parecía escuchar sus peticiones, Ron y Hermione se levantaron rápidamente de la mesa, metiéndose en la chimenea al segundo siguiente para viajar hasta la casa de la mujer mayor. Al llegar subieron con prontitud la escalera y al detenerse en el cuarto del niño ambos se quedaron quietos en la puerta sin saber muy bien que hacer. Harry lloraba aun sosteniendo al niño como si estuviera a punto de ahogarse y Teddy fuera su única tabla de salvación.

Somewhere I BelongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora