Capitulo VII

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XV

Draco Malfoy no había desaparecido. Por supuesto que no. Estaba en Malfoy Manor encerrado bajo un montón de hechizos, y todo por culpa de su necesidad de la terrible e intoxicante sangre de Potter.

El día lunes, cuando Harry se había marchado de su departamento a eso de las dos de la madrugada, Malfoy comprendió con absoluta certeza que no podría seguir controlándose más. Esa noche estuvo a punto de lanzárse sobre su cuello tres veces porque su vampiro interior clamaba y gritaba dentro de su cuerpo por un poco de su física presencia. A penas vio como Potter desaparecía calle abajo, su magia se descontroló y terminó haciendo trizas el chelo que había ocupado esa tarde, las botellas de cerveza vacías corrieron la misma suerte y con su pie destruyó el respaldo del costoso sillón de cuero que adornaba su minimalista sala.

Golpeó varias veces su frente en la pared intentando eliminar la necesidad tan profunda que sentía por él. Ya no soportaba un segundo más en su presencia sin tomarlo para sí. Eso le daba un miedo atroz porque podría significar la muerte de Harry en sus brazos y aquello era algo que nunca se perdonaría y que ni siquiera podía llegar a imaginar. Jamás.

Luego de su ataque de furia había usado un traslador para aparecer en su habitación de la Mansión y cuando sintió el piso bajo sus pies convocó a un elfo de inmediato.

–Ahora vas a conjurar esta habitación para que yo no pueda salir de aquí... –comenzó a ordenar a penas el elfo puso sus pobres pies en la costosa alfombra persa–... no importa lo mucho que te pida, te grite, te fría a hechizos, te amenace o incluso lo mucho que te implore para que me dejes salir... no me vas a permitir abandonar esta habitación en una semana a contar de hoy ¿entendido?

–¿Ni siquiera quiere que lo deje salir al comedor o a los jardines, joven amo Malfoy? –Preguntó un tanto temeroso la pequeña criatura de servicio.

–A ninguna parte de esta Mansión... voy a permanecer siete días completos encerrado en esta habitación porque tú la vas a conjurar, ¿entendido? –Su tono amenazador no dejaba duda y al elfo no le quedó otra alternativa que asentir sumiso y luego, con solo tronar los dedos, Draco sintió como la magia de su sirviente se expandía por todo el cuarto en un solo segundo.

El elfo desapareció en ese instante y él permaneció de pie, sin saber qué hacer.

Pasó otra noche completa despierto pensando a más no poder en Potter y al día siguiente, martes, sabía que tenía que ir a encontrarse con él para asistir al concierto. Llamó a su elfo y le exigió que deshiciera el conjuro, porque tenía que salir. La criatura mágica simplemente se negó y no volvió a aparecer en su habitación en lo que restó del día. No importó lo mucho que le gritó, insultó ni siquiera el desastre que causó en su habitación, Silas simplemente no se presentó y sólo se calmó cuando, gracias a un hechizo de duplicación de mensajes –que había instalado en su departamento para cuando Theo apareciera en el a ensayar chelo y le pudiera avisar–, la nota de Potter apareció en su escritorio.

"Eres un hijo de puta. Me hiciste esperar durante horas. Te odio maldito mortífago.

¡Ojalá te mueras pronto lenta y dolorosamente!

PDT: nunca te metas ni mucho menos dejes plantado a un Potter.

PDT2: agradece que vives en una calle muggle, sino, hubiera destruido tu puto departamento comenzando con el piano maldito que tanto amas.

¡TE ODIO!

HP"

No supo porque, pero el primer impulso que tuvo luego de leer la nota fue reírse. Potter siempre era tan elocuente, incluso cuando estaba echando fuego por la boca, o por la pluma en ese caso. "Hijo de puta, maldito Mortífago" fueron apelativos que le hicieron gracia, y más aún luego de leer como Potter le deseaba una terrible, dolorosa y lenta muerte. –"Cómo si pudiera morir" –pensó y lo que resto de noche se dedicó a repasar una y otra vez la nota de su ex archienemigo, intentando rescatar aunque fuera una partícula de su esencia mágica.

Somewhere I BelongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora