Capitulo XII

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/Notas al Final/

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Capitulo XII

XXV

El elfo le pidió que esperara mientras iba a informar de su visita a los amos. Durante esos instantes Ron estuvo en el mismo espacio en el cual aparicionó, con los pies un poco separados y los brazos cruzados sobre el pecho. Contó cada segundo de espera y al llegar exactamente al número sesenta la reja se abrió automáticamente, dejando oír un chirrido tétrico y oxidado. Intentó alejar las memorias que tenía de esos terrenos, de esa casa que él conoció impregnada de magia oscura y los gritos desgarradores de Hermione siendo torturada por putos mortífagos. ¡Mierda! Expulsó la ira por medio de una exhalación profunda que pareció dejarlo sin aire. ¡Es por Harry, por Harry! Repetía una y otra vez en su cabeza ante sus profundas ganas de desaparecer del lugar.

Caminó con la varita fuertemente apretada y atento a cualquier ruido, movimiento o cambio en la dirección del aire, mientras veía como Malfoy Manor se alzaba por sobre su cabeza ya no siniestra como cuatro años atrás, sino que se presentaba blanca e iluminada rodeada de un jardín lleno de flores y plantas, aves, animales y esculturas que se movían y lanzaban agua hacia el suelo de arenilla y césped silvestre que enmarcaba el sendero de adoquines de marfil grises, negros y blancos por el cual caminaba no por gusto propio.

Al llegar a la gran puerta de entrada no tuvo necesidad de golpearla pues esta se abrió lentamente para dejarlo ingresar sin obstáculo alguno. Frente a una escalera que suponía llevaba a algún salón u otra planta suntuosa, se encontró con el mismo elfo de minutos atrás y la criatura haciendo una reverencia le indicó que lo siguiera por un pasillo que conducía a otra escalera de unos diez peldaños y luego por un arco de medio punto hasta llegar a un salón abierto, con varios sillones y muebles que hacían de la estancia una típica mansión de magos podridamente millonarios.

—Auror Weasley —Saludó el dueño de casa con tono de molestia al momento en que se levantaba de su sitial para darle la 'bienvenida'.

—Malfoy... —Respondió el pelirrojo mientras inclinaba solo un poco su cabeza.

—Señor Weasley, buenas noches. —Escuchó desde la esposa del señor de la mansión con una voz más afable sin dejar ocultar su asombro por la extraña visita.

—¿A qué se debe el honor de que tan ilustre mago visite mi hogar sin avisar? —El reproche seguía presente en la manera de hablar del dueño de casa. Ron evitó lo mejor que pudo su sonrisa de cinismo y sarcasmo que quería dirigirle al mayor de los Malfoy, solo para molestarlo.

—Vengo a hablar con tu hijo —respondió secamente— es un asunto privado. No puedo dar información.

—¿Vienes en calidad de Auror entonces? —Preguntó Lucius aún molesto.

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