Capitulo V

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XII

Los días pasaron realmente rápido. Entre visitas y fotos con el ministro, entrevistas, reuniones sociales, cenas familiares y del club y otras cosas más, ya era sábado y Harry apenas podía creerlo. Sobre todo porque solo faltaban cinco minutos para las siete de la tarde y él caminaba por Kinghtsbridge al salir de la estación de metro para llegar a la entrada de Hyde Park que estaba en Albert Gate.

No podía negar que se sentía un poco nervioso por ese encuentro, especialmente porque no sabía qué esperar. ¿Acaso una tregua que no se había dado entre ellos en diez años? ¿Una conversación de dos viejos conocidos?... todas esas conjeturas estaban tan dispersas en su cabeza que se confundían con mucha sencillez y le hacían perder la noción real de lo que significaba ese encuentro con él que había sido su enemigo por más de siete años.

La misma facilidad con la que se mezclaban todas sus ideas y supuestos existía en esos momentos tan cortos que compartió con el rubio y que extrañamente se le hacían eternos, tranquilos, pacíficos y reales dentro de su vida que aparte del quidditch y los Weasley carecía de cualquier otra emoción o sentimiento humano. Solo con Malfoy volvía a sentir nuevamente la necesidad de hablar, rebatir y sorprenderse.

Después de tres años de suspensión auto impuesta, las extrañas aproximaciones con Draco Malfoy le hacían sentir tantas cosas que...

De verdad, no tenía idea de qué esperar de todo eso. Pero se dijo, sinceramente, que sería amable con Malfoy y que al primer comentario mal intencionado de su parte iba a ponerle los puntos sobre las íes, y si el rubio aceptaba seguiría en su compañía, sino... siempre podía desaparecer y volver a la aburrida rutina de Grimmauld Place, a encerrarse en su mundo sereno sin sobresaltos. A su vida normal y corriente de jugador ermitaño de quidditch.

Al cruzar las rejas del parque caminó por varios minutos hasta que a unos diez metros delante de él divisó a una figura que se le hizo un tanto conocida. Apuró el paso y cuando estuvo lo bastante cerca de la persona se dio cuenta que efectivamente era Malfoy. Con unas zapatillas Converse blancas, pantalones que parecían jeans verde oliva, una sudadera gris y lo que parecía un gorro del mismo color de los jeans que tapaban casi todo el cabello rubio platinado lo esperaba Malfoy, dándole la espalda y mirando, suponía, la hora.

–Nunca te había visto vestido tan... muggle... –fue el único saludo que se le ocurrió en ese momento. Estaba demasiado aturdido con la imagen de modelo de pasarela que irradiaba su acompañante.

El rubio se giró y lo miró con cierta sorpresa y alivio en el rostro. Harry pudo ver la camiseta blanca debajo de la sudadera y el cinturón del mismo color en su cintura. Tragó en seco. Su ex enemigo se veía irracionalmente bien con esas ropas ajustadas a su figura, a lo que se sumaba el aroma de ese perfume tan agradable que lo llevaba de inmediato a recordar su encuentro en el campo de quidditch de la escuela...

¡Oh Por Dios!

–Potter... –Draco se le acercó unos pasos y quedaron realmente frente a frente. El rubio lo miró directo a los ojos para luego cerrarlos e inspirar, suavemente, su esencia vital. Ese breve gesto fue suficiente para provocar una pequeña sonrisilla en la boca del rubio, dejando a Potter sin palabras por lo extraño y casi íntima de esa expresión–... no sabía si ibas a venir.

–Pues... yo tampoco –confesó–, pero supongo que fue buena idea ¿verdad?

–Por supuesto... –Le respondió sin dejar de lado el alivio por ver al moreno frente a él luego de vivir siete días en la incertidumbre.

Siguió un silencio que se movía entre lo cómodo y lo extraño. Draco se dedicó a mirarle con profundidad y algo dentro suyo pareció acelerarse. Tenerlo ahí, a menos de un metro de distancia era suficiente para Draco en ese momento.

Somewhere I BelongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora