¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━━━━━ CAPÍTULO DIECIOCHO YOU WANT A COOKIE? ━━━━━━━━━━━━
AMBOS CHICOS MIRABAN el horno con atención, ninguno había dicho algo por largos minutos y Brutus ya no tenía tanta paciencia, algo olía mal en todo el asunto, la actitud de su pequeño amigo era muy sospechosa.
— Recuérdame ¿por qué te estoy ayudando a hornear unas galletas a media noche? — se recargó de brazos cruzados a lado del horno observando cómo el peliblanco no despegaba la vista de este.
— Porqué soy tu único amigo y se tu secreto. — Respondió casi de inmediato haciendo rodar los ojos al castaño.
— Si soy tu amigo deberías decirme la verdad. — Se interpuso en su vista.
Carlos levanto la mirada nervioso, si bien al parecer Brutus confiaba en el por alguna extraña razón, y Carlos le contó varias cosas que casi nadie sabía sobre su vida en la isla por mera curiosidad del hijo no reconocido del rey bestia pero nada tan importante a su parecer. Aun así no estaba seguro si contarle su plan, podría delatarlo y las personas de Auradon claro que le creerían, pues el era un villano y adiós Bianca y adiós todo, hasta podría arruinar el plan de Maléfica.
— No se de cual verdad hablas, solo son galletas. — El más bajo recobró la compostura y trató de hablar lo más normal posible.
Pero eso solo había confirmado las sospechas de Brutus, no era tonto.
— Ay Carlos... — suspiro — Soy mayor que tú por cinco años, no quieras engañar a un estafador, yo ya fui y vine. — dijo con una sonrisa divertida — Ahora quiero que me digas que es lo que en realidad estamos cocinando.
El más pequeño lo miró con duda y apenado para terminar bajando la mirada pensando que hacer, y al no encontrar una escapatoria terminó suspirando rendido.
— Está bien, te dire.
Brutus sonrió orgulloso y tomó asiento invitando a Carlos a hacer lo mismo esperando una buena historia.
( 👑 )
Las galletas ya estaban afuera del horno sobre la mesa enfriándose mientras Carlos finalizaba su relato y plan.
— Entonces escuche a Mal y su amigo hablar sobre una poción de amor y lo siguiente fue que... perdí el control y terminé aquí contigo.
El chico no quería ver a su acompañante a los ojos por la vergüenza, en su cabeza era un buen plan y sin fallas pero ahora que lo dice voz alta quería morir. Ya no había marcha atrás, no podía llegar con Mal con las galletas ya horneadas y confesarle todo, lo quemaría vivo.