alabado sea el Rey.

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Cuando la puerta fue tocada, Stiles tomó aire.

— mi señor — llamo entonces un guardia, del otro lado.

Eso calmó sus nervios, meramente.

— puedes pasar — respondió, poniéndose de pie. Cerca del balcón.

El guardia entró y se inclinó ante el como reverencia. Y finalmente, aclarándose la garganta habló: — su majestad pide su presencia, en la sala del trono.

Stiles rodó los ojos, hastiado de su marido y sus caprichos, furioso con su propia corazón ingenuo e indignado con su reino. Pero orgulloso, como el rey que era, Stiles mantuvo su cabeza en alto, emprendiendo la marcha.

Se lo veía digno, incluso fuerte y respetable, con su chaleco de cuero negro, bajo su parca larga de color bordo. La cual se ajustaba a su parte superior, dejando suelto la tela de la cintura, que a cada paso se mecía como una larga capa. Sus puños bordados con hilo negro, simulando plumas. Su pantalón oscuro y sus botas de cuero, hasta la rodilla, le daban un aspecto temerario. Uno inquebrantable.

Con orgullo entró a la sala, robando la mirada de algunos mozos que servían al Rey. Quién, junto al sastre real, se encontraba a un costado del trono.

El rey volteó al notar el silencio y apartó al sastre que intentaba darle unos últimos retoques a su nuevo traje.

—¿Como me veo? — pregunto altanero, bajando los escalones hacia su esposo.

Stiles lo miro sin emoción, estudiándolo un momento. Llevaba puesto un traje blanco, de seda fuerte, con bordados dorados y pequeños botones de oro. En sus hombros, una gruesa capa dorada, la cual brillaba bajo el sol de los ventanales, colgaba larga, hasta el suelo.

— ostentoso. — respondió con severidad.

—¿Te gusta? — pregunto entonces, hablando de su capa. Stiles no contesto. — esta echa de hilos de oro — informó alegremente.

Stiles levantó una ceja, antes de responder. — así que allí, es donde los impuestos se van.

Peter resopló, antes de tomar al rey por los hombro. — no te preocupes por ello.

— esa prenda, podría pagar meses de comida para los aldeanos.

— y es por ello que no merecías el trono, te preocupas por un pueblo que te traicionó.

Stiles se apartó entonces: —¿Que pretendeis vos?, ¿Ponerme en contra de mi pueblo?, ¿Convencerme de que lo que me hizo fue un favor?.

— por supuesto que no. Eres un chico demasiado listo para creerte eso — alabó, tomando su barbilla con cariño — es de otra cosa que quería hablar. Me han llegado rumores. De nuestra amiga la monarca Katherine.

Stiles no bajo la mirada, retandolo a seguir sin culpa. Lo cual complació al Rey.

— esa víbora insiste en que vos queréis traicionarme. Pero yo me niego a creerle.

—¿Realmente? — cuestionó Stiles, escéptico.

— por supuesto, mi señor. Vos no sos como yo, sois mejor. Y la traición no reside en ti.

—¿Y que reside en mi?.

— la compasión. Tal vez. — soltó el rey. Mas cerca de su rostro — un sentimiento digno de tu casta.

— podrías estar subestimando me.

—¿Vos estáis insinuando algo, mi rey?.

Fue allí que Stiles lo besó. Peter se impresionó al principio, pues entré ellos no había contactó alguno desde el dia en que el trono fue usurpado. Pero momentos después, gustoso correspondió.

El beso fue intenso y el rey quiso mas. Pero el Omega se apartó de sus manos, fríamente. Antes de mirarlo burlesco.

— tal vez debas cuidar tus espaldas. Querido.

Y tras estas palabras, el rey dio la vuelta, ondeando su larga parca bordó en el aire. Antes de abandonar el salón. Aun así, el rey Peter sonrió, creyendo incapaz a su señor esposo de traición.





Del otro lado del mar. El rey Hale mandó a llamar a uno de sus mejores hombres.

Cuando este llegó, Hale lo recibió de espaldas, admirando las vistas que su reino le regalaba.

— Theo. — susurro. —¿He sido un buen rey?.

El soldado se vio levemente desconcertado. Hasta que dudoso cuestionó: —¿A que se refiere mi señor?.

—¿He sido cruel, alguna vez? — pregunto Hale.

— nunca, mi señor — aseguró el joven guardia. — usted es un rey piadoso. Todo el reino os agradece su bondad.

— dime Theo. ¿Habrá algo que harías por mi?.

— lo que usted me pida — respondió su soldado leal.

— incluso... — el rey calló un momento, antes de voltear levemente. Su voz en un tono apagado. — incluso si te pidiera algo cruel.

Theo sonrió sediento, mientras meneaba su cuchillo. — usted sabe que puedo hacerlo.

Derek entonces lo miró, volteando por completo. Su pecho fuera y sus brazos entrelazados atrás suyo. Siempre con la cabeza en alto.

— hay dos cosas que quiero pedirte. — Theo asintió. — la monarca Katherine. Del reino sur. Quiero que la mates. Con disimulo, por supuesto. No queremos iniciar una guerra.

— será un favor para con aquel reino. La princesa Elena será una mejor monarca. Una mas digna.

Derek asintió. Antes de suspirar.

— una vez cumplida la misión, os pediré otra cosa. Algo mas duro. — advirtió, mirándolo con intensión.

— cualquier cosa que el rey pida, seguramente serán por nobles motivos. — consoló el soldado, haciendo una reverencia, antes de marcharse.

Derek frunció el ceño en conflicto, antes de  volver su vista a la ventana. Esta vez, admirando su reflejo.



Por otro lado, los soldados del rey Salvatore partían de su bahía, hacía las tierras del Rey bastardo.

— espero que sepas lo que haces. Hermano — soltó Stefan, viendo a sus hombres marchar. — tal vez, sangre será derramada innecesariamente.

— oh, lo será. — aseguró Damon con obviedad. — y con suerte yo podré salvar, la única inocencia que habita aquel reino. Y eso si no es tarde aún. — susurro finalmente. Pensando en la mirada fiera del rey Omega.

Las intenciones del Rey. [Finalizada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora