Las intenciones del Rey. [Finalizada].

Alabaré a su majestad

La terrible noticia que tanto temía Stiles llego a el como un tormento insoportable.

Entré los brazos petrificados del niño rey, se le mostró a su niño. Una cosa calcinada con carne derretida y pegada en los huesos, ya no había rostro infante que admirar y apenas tenia silueta humana. Totalmente irreconocible.

Stiles estaba devastado. El dolor en su pecho parecía matarle cada vez que osaba respirar. Y no había consuelo al tomar aquella cosa entré sus brazos. Tan terrible fue su destino y tan corta su vida que el simplemente no podía creerlo.

Toda esta situación habia sido una completa locura. Incluso el mismo hallaba repulsión ante la imagen de su cachorro, quien en algún momento habia sido la viva imagen de un ángel. Pero ahora no solo su belleza se había marchado como un sopló en el viento... Ahora su niño estaba muerto.

Terrible fue el dolor que le atravesó, partiendo su corazón en tantos pedazos que parecía imposible. Lamentó no haber muerto junto a el, tan solo por este reino maldito que el alguna vez amo. ¿Cuantas mas desgracias debía soportar?. El ahora solo deseaba ser consolado por su padre, quien también se hallaba difunto.

Se encerró con su hijo lejos de los ojos indiscretos de los reyes. Quienes lo veían como a un ser sin cordura. ¿Pero por que habría de importarle la opinión de aquellos hombres?, Tan solo eran alfas crueles... Todos los alfas lo eran.

Permaneció en aquella alcoba a solas por un dia completo, he incluso cuando el sol volvió a salir su corazón se rompió nuevamente. Por que su tibio calor sobre su piel clara solo lo hacía sentir mas miserable.

Desde su encierro podía escuchar los murmullos del pueblo y eso lo estaba volviendo loco. Demasiado ruido en el mundo lo hacían perder la cordura. Mientras que se sentía ultrasensible en cualquier sentido. El putrefacto olor de la carne quemada llegaba a sus fosas nasales inundandole por completo.

Y cuánto mas tiempo pasaba mas sentía que perdía su cordura. Finalmente sintiéndose al umbral de la locura, a un pasó de perder la cabeza. La puerta le fue tocada y el mundo real le volvió a llamar.

Una petición expuesta por un claro murmullo se le fue pedida y el contempló la idea de no escuchar. Pero al volver a admirar a lo que alguna vez fue su bebe. Se sintió rabioso y sus manos picaron por derramar la sangre del culpable.

El necesitaba respuestas, quería saber por que algo tan cruel le había ocurrido a un ser tan inocente. A un niño, un bebe, que no había echo mal alguno... ¿Quien había iniciado el fuego que acabo con su vida?, ¿Y por que?.

Los reyes se hallaban en la sala del trono a la espera del rey Omega. Y fue Damon que tomo prestada la palabra.

— que tragedia mis Reyes, realmente una terrible tragedia — comenzó, enfocando su atención al monarca Hale. — pero escuchad, mas terrible será el destino de su culpable.

—¿Su culpable? — repitió como una pregunta el Hale.

— pues me es obvio, al igual que para el Rey, que toda esta tragedia fue cometida de forma intencional. Es mas, poseemos ya en arresto a un muchacho del que tenemos fuertes sospechas de complot.

Las palabras llegaron a Hale como una alerta terrible. Dándose cuenta en ese preciso momento la falta latente de su mejor hombre. Cuyo hombre habia mandado a matar a un niño.

—¿El rey sabe esto? — pregunto entonces alarmado. Pero antes de obtener respuesta las puertas se abrieron y el Rey llegó, la inquietud se hizo presente en el rey Hale, quien miro al atormentado Rey caminar hacia el trono con desgano y dándoles la espalda contempló las ruinas de la torre vecina.

Al notar su nula intención de  hablar, el rey Salvatore volvió a hablar con una calma extraña.

— mi señor. Los aldeanos están hablando. No parecen contentos con su encierro, no después de la toma del reino.

— no me importa. Que hablen si eso los contenta.— contestó el rey, mirando por el ventanal. — eso ya no me interesa.— murmuró débil, bajando la cabeza. De pronto se vio vulnerable y con lágrimas en los ojos, el susurro: — Creí que quería un reino. Ahora solo quiero a mi bebe.

— mi señor — soltó Derek, dando un pasó adelante. — se que la muerte de su primogénito os afecta. Pero usted aun es joven y fértil, puede tener mas niños.

Lo que pretendía ser un consuelo, terminó por destrozar al Rey, quien gimoteó sollozante, antes de voltear, con las lágrimas deslizantes por su mejilla.

—¿¡Como puede siquiera decir eso?!. ¿¡Escucha usted la crueldad de sus palabras!?.

— Hale tiene razón, mi señor, todavía goza de su juventud para engendrar — defendió Salvatore. Stiles lo miro, ahora con ira.

— os encantaría, ¿Verdad? — soltó entonces, mirando a los tres reyes. — que yo abriese mis piernas para alguno de vosotros y os engendrara vástagos — anuncio con repudió.

— suficiente, no tengo por qué quedarme a escuchar estas vulgares palabras. — declaró el rey bastardo, retirándose del lugar.

Stilinski miró entonces al Hale y este le mantuvo la mirada, notando como había terminado con el hombre que alguna vez amo. Pues este Sir no era la persona que tenía puesta la corona el dia anterior.

Este solo era un hombre devastado y marchito.

Y al no poder hacer frente a lo que creo, con incertidumbre también procedió a retirarse. Entonces solo quedo Salvatore, quien cayado le hacía compañía.

El Rey volvió a llorar entonces y se dejo romper sentándose en el trono, mientras sus sollozos inundaban la sala. Damon lo admiro y le dejo llorar mientras se acercaba a el. Stiles sintió la mano en su hombro, pero no sintió consuelo por ello.

— fue trájico — dijo el rey. — aquel destino que su niño sufrió — mas lágrimas lo inundaron, mientras Salvatore revoloteó los ojos, cansado ya del drama que habia manchando su entretenimiento.

Llegando a la conclusión de que si quería un verdadero espectáculo el mismo debería poner en marcha la función.

— parece que la guerra no acabo mi señor. Una mas terrible se acerca.

Entre lágrimas Stiles lo observó, como se observa a un hombre que ya había perdido la cabeza. Pero lejos de afectarlo, el alfa se sintió juguetón. Pues no era la primera vez que había sido observado así.

—¿De que me esta hablando? — susurro cansado el omega. Demon lo tomo con fuerza de los hombros y inclinándose sobre el murmuró.

— yo tengo al culpable.