Las lágrimas del rey.

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Stilinski se regocijo en el gozó que el poder le brindaba. El orgullo inundando sus venas lentamente, llegando hasta lo mas profundo de su corazón. Por que el, entre todos los omegas nacidos y nacientes, era el jodido rey.

Y no solo contento con eso, se veía a si mismo rodeado de alfas a su merced. El sería imparable. Su propio pueblo sucumbiría entré sus manos. No sería cruel, por supuesto que no. Pero tampoco volvería a ser subestimado por meros campesinos.

El dictaría, el se alzaría y todos los presentes obedecerían sin siquiera cuestionar. O al menos eso es lo que se esperaba, hasta que de lo alto de la torre vecina se hizo presente un ruido estruendoso del edificio sucumbiendo a las llamas.

Incrédulo volteó, siendo testigo gracias al gran ventanal, como el fuego se alzaba, brillante en brasas, tragándose la torre en si. Consumiendo sus techos y pisos de madera, manchando de un oscuro polvo la piedra con la que las majestuosas paredes fueron construidas. Y estupefacto, siendo tan solo un observador, pudo ver como esta en pedazos caía como una cascada de fuego y piedra.

Su corazón de pronto se oprimió al comprender, mientras tras de sí escuchaba los murmuró de los presentes también testigos del lejano, pero cercano fuego. El Rey Derek Hale dictó a sus guardias la retención del traidor alfa, que pronto esperaría su juicio y quién sin demoras fue retirado de la sala.

Pero Stiles no escuchaba, no cuando el eco de sus latidos desbastados llegaban hasta sus propios oidos, opacando cualquier ruido que pudiese haber. Con urgencia volteó aterrado.

Entonces, asemejándose a un ciervo asustado el cuestionó en vos rota: —¿Donde esta mi bebe?.

El rey Winchester se vio sorprendido por tal pregunta, comprendiendo lo peor. A su lado Salvatore se puso de pie en un cruel silencio, junto con una expresión facial que nada le brindaba. Como último recurso, sintiendo como el pánico lo invadía, el miro a Derek.

Quién con una expresión de amargura llegó hasta el para querer consolarlo entre sus brazos. Poco duró el omega entre ellos, deshaciendo el agarre, perdiendo su corona en el proceso, para caminar precariamente hacía el ventanal, proyectando la viva imagen de la devastación.

Pués destrozado, observó con mudó dolor, como el fuego aún vivía. Sabiendo que posiblemente su hijo ya no.

Los presentes contemplaron al rey de espaldas, con sus elegantes ropas siendo macabramente alumbrado por el fuego. Y fue el joven rey bastardo quien habló primero, ordenando a sus guardias la búsqueda inmediata del joven príncipe.

El rey Hale observó la devastación del omega como un intruso, como alguien que no se merecía estar presente en este fatídico momento. Y solo por inercia el permaneció allí, ahora contemplando el brillo de la reluciente corona en el suelo, la cual parecía llamarlo como una sirena a un imprudente marinero. Y es que, gracias a la luz reluciente de las llamas la corona se reflejaba como un siniestro y llamativo farol.

Derek se sintió sucumbir incluso antes de ser consciente, mientras se agachaba para tomarla entre sus manos. Donde la sangre de un infante manchaba. Y aun así, tomo con cierto apreció la corona de aquel padre, que ya no lo era. Sintiéndo como ahora estaba mas cerca de todo aquello que en algún momento perteneció a su tío y que el tanto había enviado.

Aquel reino y aquel Rey. Todo lo que sus ojos pudieran contemplar serían indudablemente suyo.

Pero la corona se le fue sorpresivamente arrebatada por manos que nisiquiera la deseaban. Pues a su lado Demon Salvatore apareció despojándolo sin tapujos de la corona.

En pasos silenciosos y con aquella elegancia que tanto lo caracterizaba  se posicionó al lado del devastado rey, quien apenas fue consiente de su presencia, pero que igualmente tomo entre sus delgadas manos la corona que le era alcanzada. La contempló tan vaciamente como le fue posible y busco una respuesta en Salvatore.

— haz insistido tanto para ésto — murmuró, con sus ojos perdidos en el fuego. — ahora se el rey que tanto quisiste — ordenó en voz tranquila, mirándolo al rostro.

Stiles miró hacia el fuego y mudamente se colocó la corona en la cabeza...

Esta no era la victoria que esperaba.

Las intenciones del Rey. [Finalizada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora