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Aquella tarde del sábado, Zayn fue conciente de una cosa muy importante. La madre de Liam y él nunca se pondrían de acuerdo en nada. El desacuerdo en el supermercado fue a penas el inicio de una larga lista de situaciones que tendrían lugar el resto del día. Discutieron por la elección de vino, Zayn encontró que ninguno de los que estaban en venta era bueno mientras que la Sra. Payne optó por una bebida de uva que nada tenía que ver con vino tinto.

Para la decoración del salón, Zayn sugirió algo discreto y elegante, como cambiar las cortinas por unas en tonalidades crema, arreglos florales para alegrar la habitación y la chimenea encendida para darle un ambiente acogedor a la reunión. ¿Qué fue lo que la madre de Liam eligió al final?

Dejar sus cortinas florales, colocar serpentinas y globos, poner música estridente y una mesa de bocadillos en la esquina.

Al ver que estaba tan entretenida en el salón, Zayn decidió poner la mesa. A escondidas, se tomó la molestia de comprar unos cubiertos de acero fino inoxidable, aunque el quería unos de plata, pero no pudo encontrar nada en el supermercado. Acomodó un bonito y discreto centro de mesa con flores y velas y puso copas para el vino y servilletas de tela en cada uno de los lugares.

Suspiró, sintiéndose un poco mejor. Al menos el comedor estaría medio elegante.

—¡Wow!—Niall entró justo cuando terminaba de acomodar el centro de mesa.—¡Me siento como en un restaurante de cinco estrellas!

Zayn se sonrojo.
—¿No crees que es demasiado?

—¡Por supuesto que no!—Niall le sonrió, orgulloso.—Esta vez sí vamos a tener una cena elegante, que se mueran de envidia los vecinos.

La madre de Liam entró en ese momento y se paró en seco al ver el arreglo que Zayn le había hecho al comedor.

—¿Quitaste mi centro de mesa?

—Ah...—Zayn se rasco el cuello, nervioso.—Es que me pareció que las frutas y el tazón africano no iban con la decoración...

—¡Pero fue un regalo de mi madre! Es tradición ponerlo de centro en cada una de las comidas familiares del domingo y nuestras reuniones.

—Perdón, no sabía...

—¡Oh, descuida, mi cielo!—Por un segundo Zayn realmente pensó que aceptaría sus cambios, hasta que dijo:—¡Ya mismo voy por él! ¿Dónde lo dejaste?

¡Esa omega era una tortura!

Aguantando las gana de gruñir de frustración, salió de la cocina.

La madre de Liam lo persiguió, sonríendo.

—¡Zayn! ¿Podrías meter la ropa en la lavadora mientras termino de arreglar la mesa? El cuarto de lavado está en el sótano, gracias mi cielito.

La indignación de Zayn llegó a niveles inalcanzables. No quería discutir con la Sra. Payne, pero mientras metía la carga de ropa en la lavadora, imagino que en lugar de una camisa sostenía entre sus manos el delicado cuello de la omega y la retorció con fuerza. Jamás estaría de acuerdo con esa mujer. ¡Ella era imposible! Lo trataba peor que un criado, y lo peor de todo, lo hacía sentirse despreciado cada vez que no aceptaba sus sugerencias.

Esperen... ¿También había ropa interior...? ¡Ahh esto era un asco!

Cuando Liam volviera le lloraría para que lo sacará de esta casa del horror. Termino de meter la ropa y a duras penas programó ese horrible aparato.

Todo iba de maravilla hasta que grandes cantidades de espuma empezaron a salir de la lavadora.

—¿Pero que...?—Zayn intentó apagarla pero, como nunca en su vida había usado uno de esos aparatos, presionó el botón que no era y más espuma salió. Chilló de angustia. —¡Oh por la luna!

Siguió presionando todos los botones, desesperado, hasta que se escuchó un pitido estridente por toda la casa, la señora Payne llegó corriendo y gritó horrorizada al ver que la espuma le llegaba hasta las rodillas al omega.

—¿¡Pero que está pasando aquí!?—Zayn tiró de lo que creyó que era el cable de corriente. —¡No, mi cielo, esa no es...!

Lo que desconecto fue una de las mangueras y ahora estaban siendo salpicados con gran chorro de agua. Los dos luchaban por cerrar las llaves hasta que terminaron resbalando con la espuma y enterraron los traseros en el suelo.

Justo en ese momento Liam, que recién había regresado de pescar con su padre y su hermano, se asomó por la puerta atraído por el escándalo.

—¡Zayn!—Corrió para levantarlo, pero él también se resbaló.

—¡Yo estoy bien, gracias! —Chilló su madre, indignada.

Lo que coronó aquella espantosa tarde fue la carcajada estridente de Roman, que se doblaba de la risa en el marco de la puerta.

Chiquito, Bonito y Caprichoso (ZIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora