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El abuelo Jacob Devine estaba siendo derrotado. Lo cual era una verdadera catástrofe, porque el legendario y grandioso abuelo NUNCA perdía un torneo de golf.

Y todo lo estaba atribuyendo a su caddie. El inútil que le toco estaba haciendo todo mal. No posicionaba las pelotas de golf como a él le gustaban. Tampoco le pasaba el palo correcto para efectuar sus tiros y llegaba con tardanza a los siguientes puntos.

El apellido Devine estaba tocando el fondo de la pizarra en los marcadores. No había sido capaz de hacer ni un solo tiro perfecto.

Un furioso alfa bajo de su carrito de golf llegando al siguiente hoyo. Los otros alfas a los he había derrotado por años, disfrutaban de tener la oportunidad de vencerlo por primera vez en mucho tiempo.

Ya se sentían campeones.

—¿Qué está pasando contigo este año, Devine?

—Te estoy dando algo de ventaja, goza mientras puedas.—El abuelo bajo la voz.—Imbécil.

Miró con enojo hacia todos lados, esperando por la llegada de su caddie con sus palos de golf pero no había señales de él por ningún lado. El juez del torneo le hizo señales indicando que era su turno.

— El siguiente turno es para el grupo Devine. Indique cuando este listo, por favor.

El alfa estaba a punto de explotar cuando a lo lejos, Roman venía corriendo con su equipo a rastras.

—¡Al fin, inútil!

—¿Al fin?—Su nieto estaba cabreado. Roman estaba sudado, con la camisa empapada por las axilas, el cabello aplastado debajo de la gorra y la lengua de fuera. —¿¡Cómo quieres que te siga el paso si no me dejas ir en el carrito contigo!? ¿Si eres conciente de lo inmenso que es este lugar, verdad? ¡Además todo tu equipo pesa como la mierda! ¡Soy tu nieto, no tu esclavo!

El abuelo Jacob tomo uno de sus palos de golf y le llovió a golpes a su irrespetuoso nieto. En sus tiempos, su abuelo lo llevo a los mismos torneos y lo obligó a llevar su equipo por todo el campo. Y él lo hacía sin rechistar porque respetaba a su abuelo y agradecía pasar ese tiempo de calidad con él. Los valores se estaban perdiendo.

—¡Te voy a enseñar a respetar a tus mayores, cachorro! ¡Cuida tu boca o te desheredo!

—¡Ya no me importa!—Chillo furioso Roman—¡Ningúna herencia vale todo este maltrato!

—Oh, perdón. ¡Déjame llamar a la asociación protectora de animales!

Mientras tanto, todos los asistentes al torneo que optaron por disfrutar del juego en el mirador, observaban con lujo de detalles el espectáculo a través de las pantallas gigantes que fueron instaladas especialmente para los torneos. Entre ellos se encontraban los omegas Malik, Louis y Josh. Los cuatro estaban sentados en una amplia mesa con vista al campo para que el abuelo pudiera verlos incluso de lejos.

—Pobrecito...—Se lamentó Harry, con una expresión de desconcierto mientras observaba la escena.—¡Pero si el abuelito no tiene ese carácter! ¡Es una dulzura!

—¡Así es con ustedes! Tiene el pensamiento de que a los omegas se les conciente. Además ni siquiera son sus nietos y los adora. Pero con nosotros la historia es diferente.—Louis tuvo escalofríos.—Ese viejo es el diablo.

Josh estuvo de acuerdo.

—Y eso que tú no creciste bajo su techo.

Louis iba a decir algo cuando vió a Liam entrar al restaurante.

—¡Liam, por aquí!—Le hizo señas a su primo para que pudiera verlos.—Oh, vaya... No sabía que vendría acompañado.

El comentario puso en alerta a cierto omega moreno que levantó la ceja derecha al ver que Liam se despedía de la beta que lo insulto en el desayuno. Ah pero bueno, ese abrazo había sido innecesario, si le preguntaban al omega.

Chiquito, Bonito y Caprichoso (ZIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora