III

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Két
●ღ●

El viaje fue largo y a Hannah le pareció aburrido.  Lorena no le permitía mirar por la ventana y tampoco se detuvieron mucho, solo una que otra vez para descansar.
Tuvo que aguantarse horas con deseos de orinar, sin embargo, no fue hasta que Lorena le ofreció un orinal que pudo descargarse; luego de un largo rato con el trasero entumecido sobre el duro sillón de la diligencia reteniendo los líquidos, aun viéndola incómoda, solo entonces se le ocurrió a Lorena pasarle el orinal, Hannah no tendía a ser violenta, pero en aquel momento quiso darle una bofetada y amoratarle el rostro... fue incómodo.

Finalmente, luego de lo que para Hannah fue dar vueltas y vueltas, llegaron al dichoso burdel donde se "alojaría", hasta que recibiera nuevas noticias de Lorena, sin embargo, de esto se enteró cuando despertó, puesto que se había quedado dormida al llegar a Szombathely.

Cuando abrió los ojos se encontraba sola, desconcertada y desorientada, Lo último que recordaba era haber abordado un barco camino a Francia para encontrarse allá con su prometido y partir juntos a Hungría... pero, aquel lugar no tenía pinta de ser francés... ¿Dónde se encontraba? ¿Qué desastre había hecho como para terminar en un lugar desconocido? Y más importante ¿Dónde estaba Rupert?

Aturdida se sobresaltó al percatarse de que estaba en un jergón sucio, mal oliente y para su desgracia, cubierta con un edredón mugriento, saltó de inmediato alejándose de la suciedad ¿Enserio habían personas que podían dormir en semejante chiquero?
Asqueada se alejó y cual animalillo enjaulado, miró a su alrededor tratando de encontrar una salida.

Entonces fue cuando regresó a su realidad y recordó las palabras de Lorena. Suspiró y decidió primero salir de allí y luego ver la manera en la cual podría escapar.

Al dar con la salida corrió fuera sin pensarlo, fue allí entonces cuando se percató de que estaba en el dichoso burdel que había mencionado la gitana. Era una dama prestigiosa, sin embargo, no era tonta y no había que ser muy inteligente como para distinguir un lugar de mala racha.

Una mujer alta y pelirroja se acercó a ella deteniéndola en seco con gesto furibundo y un séquito de rameras tras ella, empezando por dos rostros conocidos... pero, ¿De dónde?

Sin darle tiempo de siquiera presentarse, le arrojaron un trapo y un cubo con agua y espuma.

—El precio a pagar por alojaros en mi burdel, es limpiar todo el piso y las mesas, a ver si podréis hacer todo eso sin arruinaros vuestras delicadas manos, mi lady —Hannah frunció el ceño queriendo cuestionar, pero antes de que pudiera decir algo le señalaron dos enormes hombres que custodiaban la entrada del burdel—. Y no intentéis escaparos, esa es la única entrada, y la única salida. Amenos que queráis hacer otro trabajo —rieron con vulgaridad mostrando las piernas, dándole a entender a qué se referían y debido a que lo único que llevaba encima Hannah era un camisón que mostraba sus tobillos, ennegrecido por los días de uso sin lavar, se tomaron la libertad de criticarla, sugiriendo indecencias y contradiciendo el lugar de su procedencia.

Hannah quiso pensar que todo aquello era un sueño, que despertaría y estaría en el barco, o en la diligencia de Lorena... pero sabía que no, que no eran solo imaginaciones suyas, estaba viviendo su realidad y debía afrontarla. No era su culpa, quizá podía abstenerse de asumir los cargos que habían sido depositados en ella... ¿Pero acaso viene la vida como quiere uno? Solo serían un par de días, hasta que Lorena regresara, ¿Cierto?

Oh, pero ojalá hubiese sido suficiente limpiar el piso cual criada, y soportar las burlas de las demás rameras, como si no fuese ella la hija de un cortesano de la reina, mas, no fue así. La pelirroja dueña del negocio llegó hasta donde ella y acorralándola contra una pared inició graves acusaciones en su contra.

Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora