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La plática que habían tenido en el castillo del rey no había servido de nada y luego de que había partido a Viena, unas semanas más tarde se habían enterado que tenía viruela y que pronto fallecería.
La noticia fue un poco devastadora, ya que aunque la mayoría de los hadjuk lo odiaban por ser un estorbo a la independencia, muchos lo apreciaban por los métodos tan distintos a los de su padre con los cuales decidió gobernar.
Sería una gran pérdida y Kuna sentía una enorme desolación. No sabía cómo sentirse respecto a su hermano.
Jamás podría asimilarlo... o tal vez sí, después, mucho después.
No se trataba de su rey, se trataba del hombre que lo había engañado durante 28 años, siendo su súbdito leal durante mucho tiempo y seguiría por supuesto sirviendo a la corona húngara como lo había hecho hasta ese momento. Sin embargo, jamás conseguiría entender su decisión y siendo sinceros, tampoco quería hacerlo, solo quería seguir existiendo como si nada de lo que hubiese pasado en los últimos meses hubiese sucedido. Incluyendo la llegada de la condenada castaña de la cual se enamoró en cuanto la vio... y cuando supo que era de Lorand, en su momento quiso probarla solo para ver la reacción de su hermano, solo para ver si lucharía por una vez en su vida, o seguiría tratándolo con un respeto que no se merecía...
Lorand era agotador y Kuna tenía muy poca paciencia.
Es por eso que desistió en cuanto a Pruna. Nunca fue suya, siempre fue de su hermano, podría conformarse con Lara... pero siempre sentiría atracción hacia ella, ¿Para qué negárselo?
Fue el odio y la repulsión en los ojos de Pruna lo que le hizo detenerse cuando intentó forzarla, no fue ni siquiera el hecho de que no era virgen. Pero claro, esto jamás lo sabrían ninguno de los dos, ni Lorand ni ella. Así teniendo que fingir bajo esa misma premisa, cuando Lorand irrumpió en la habitación caminando tieso y sosteniendo su costado.
Empezó a quejarse como una anciana y se sentó cerca del retraído Kuna —Me siento como si me hubiese atropellado un toro —murmuró.
—Deja de quejarte, me haces sentir enfermo —titubeó el menor de los hermanos mirando hacia la ventana, los sentimientos de culpa, dolor, rencor, odio, amor... era demasiado, no podía soportar ver al de los ojos azules allí, el cual sonreía como si nada hubiera pasado, como si no hubiese intentado violar a su mujer, como si no hubiesen pasado la última década odiándose... y eso era lo que más odiaba de Lorand y a la vez anhelaba, lo débil y bueno que era con él aun cuando no lo merecía. 5 años después tenía la misma expresión que cuando lo encontró con Lady Arany. Lorand era todo lo que él nunca sería y a sus ojos su hermano siempre sería perfecto... y el amor de su padre.
—Deja de comportarte como anciano malhumorado —contraatacó el pelinegro con una media sonrisa incómoda, no era natural para ellos tener una conversación banal como aquella, ni las pequeñas bromas eran habituales, por lo que ambos estaban demasiado incómodos.
—Yo... te cederé la parte que te corresponde, Lory... Lorand —se corrigió.
—Hacía mucho que no me llamabas así —sonrió un poco más sincero el gigante con barba—. lo extrañaba —admitió... ojalá no lo hubiese hecho.
—Señor Császár —repuso serio el conde, con porte de cortesano y Lorand temió lo peor—. Terminemos esto aquí. Queda claro que ni vos ni yo podemos tener siquiera una conversación banal sin querer matarnos. Yo os he causado demasiado daño y seríais muy tonto si osarais perdonarme... así que, vivamos cómodamente y si nos encontramos por casualidad, nos saludaremos y quizás compartiremos unas palabras, ni más ni menos. Por favor, idos.
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Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]
Narrativa StoricaHistoria ganadora de los wattys 2020 en la categoría de Novela histórica. Historia destacada en ficción histórica, enero 2021 Saga: Magyar Romantika Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 #PGP2020 ¿Será lo que dicta el corazón más grande que la lealta...