XXVII

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Tizennégy
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Pruna fue convencida de celebrar la ceremonia bajo el sauce de la villa Császár, aunque Lara y Kuna ofrecieron las instalaciones del castillo Báthory, tanto Lorand como ella lo prefirieron así. Imara se encargó del banquete y nadie objetó. Lorena, Lara, Linka y Kriska se encargaron de la decoración y del vestuario de los novios, en especial el de la novia.

Lara encargó uno de sus vestidos de la corte únicamente para aquella ocasión y en cuanto llegó se lo probaron de inmediato a la novia.

—Estás preciosa —sonrió Marget

—Solo le faltan mis flores —anunció Kriska colocándole unas flores que ella misma había recortado del jardín.

—Está preciosísima. —dijo esta vez Lorena

En el momento de la ceremonia, Rupert irrumpió en la pequeña iglesia, como si fuese bienvenido allí, instalándose de inmediato al lado de su hermana con una sonrisa, ¡Oh!, Lorand quiso golpearlo.

—¿Qué haces aquí? —gruñó Lorand

—He venido a oponerme a esta ridícula boda.

—No tienes derecho...

—Es mi última oportunidad Hannah, necesito que sepas la verdad ...

—¡No! ¡No quiero escucharte, Bastardo loco!

—No me llames bastardo, Pruna...

—¡Bastardo, bastardo, eso es lo que eres un repugnante bastardo!

—¡Que no me llames bas...! —llevó su palma hasta el rostro de Pruna, pero fue detenido por el puñetazo en la mandíbula que Lorand atinó a darle.

—Pruna por favor.

—¡Cállate! ¡Cállate! —gritó.

—Pruna —gimió el joven abrazándola por los pies y tirando de ella con fuerza, sintió como el mundo giraba a su alrededor y de repente, estaba en el castillo gimiendo, sentía el cálido aliento de su marido rozarla, sonriendo guio su mano hasta el cabello de Lorand y levantó su cabeza, solo que al hacerlo, no era él, sino Kuna. Asqueada y asustada gritó y se alejó como pudo.

Entonces despertó.

—Pruna...

Lorand yacía sobre ella preocupado, al escucharla gemir y llorar dedujo que tenía una pesadilla e intentó despertarla, habían decidido que dormirían en la misma cama todas las noches, sin importar lo que los aristócratas estirados pensaran.

—Fue solo una pesadilla.

—¿Segura?

—Sí... s-soñé que Rupert aparecía en nuestra boda y luego, l-luego estaba en la cocina y Kuna... —sin darse cuenta empezó a sollozar y Lorand la sostuvo—. Él estaba entre mis piernas y creía que eras tú, p-pero —hipeó—, cuando levantó su rostro vi que no eras tú, e-era él...

—Tranquila, mi vida, ha sido solo un sueño.

Y en efecto, había sido solo un sueño.

La ceremonia tradicional se dio de lo más bien y siguieron al pie de la letra todos los pasos; Lara se encargó del vestido de Pruna, uno enorme con muchos colores vívidos, todos los que pudieron unir entre las finas telas que aún conservaba Pruna, desde que había llegado a Hungría y le bordaron unos diseños en forma de espigas, mientras Lorena se encargaba de confeccionar un brocado de tulipanes silvestres que casualmente había encontrado mientras iba a la villa Császár.

Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora