XXIII

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Tizenkét
●ღ●

La respuesta que Imara dio a Lorand sobre el paradero de su esposa, fue tan precaria, que no dudó en curcutear toda la casa, en busca de sus ojos grises, eso hasta que recordó que Kuna la había secuestrado.

—¡Bastardo loco!

Y por supuesto que su instinto le rugió que fuera a despedazar a su hermano, solo arrancar cada uno de sus miembros sería suficiente para aplacar su ira.

Pero antes de que pudiera moverse siquiera un poco, la inesperada visita de Lara su cuñada, lo detuvo en el recibidor con una sonrisa de cortesana, que le resultaba familiar.
—Recordad que habéis prometido a Pruna usar la cabeza y no los puños... en vuestros ojos puedo apreciar la ira que tenéis —inició severa aun sonriendo
—¿Quién os ha dicho que iba hacer tal cosa, que involucrase mis puños?

—No tengo tiempo para vuestros berrinches mi lord, he venido a traeros algo de parte de mi hermana —misteriosa sostuvo en el aire un pedazo de papel garabateado prolijamente—. Estoy segura de que querréis leerla, así que me iré de inmediato.

—¿Creéis que acaso carezco de modales? Sentaos a tomar una taza de té...

—Me temo que tendré que declinar vuestra oferta, aunque sería maravilloso.

En otra ocasión.

La despidió con un gesto y casi de inmediato examinó la carta.

"Querido Lorand... espero que recuerdes el cuento que leímos esa noche, página 26, luego de... bueno, tú sabes.

Lo primero que quiero que sepas, es que Estoy
verdaderamente angustiada de tener que decirte esto, jamás pensé en
que este momento llegaría y ni siquiera en mis tiempos en Inglaterra
sentí algo tan fuerte por alguien. Aunque mi corazón grita ven
a mí Lorand, me temo que mi raciocinio está empezando a
acostumbrarse al hecho de que ya no tendrás que venir a buscarme
Ya no tendrás que seguir siendo mío, solo, olvida que alguna vez te
dije que te amaba... yo... lo siento, pero ya no te amo.

Espero que lo hayas entendido bien y si no lo entendiste por favor
vuelve a nuestros recuerdos más íntimos y entiende.

Pruna"

Apenas podía entender lo que estaba leyendo, no tenía sentido. Sin embargo, por más que le doliera aceptarlo incluso a ella misma, su mujercilla era una aristócrata romántica después de todo, era claro que haría algo así... definitivamente había sido ella... pero ¿Dejarlo? ¿Lo estaba abandonando? Hannah era muchas cosas, pero cobarde jamás.

Sin embargo, esa era su letra y él lo sabía. Lo único que no sabía, era cómo reaccionar.

Akos lo interrumpió y acostumbrado a la impertinencia del muchacho, dejó la carta a un lado recibiéndolo con un tétrico intento de sonrisa.

—Me he encontrado a dos pajarillos en el bosque —ese fue su saludo y entró sin mucha ceremonia.

—¿Qué quieres decir? Siéntate, por favor.

—Kriska huyó a la abadía porque sabe dónde está Pruna y la culpa le podía, por lo que no quiso verte sufrir por ella y se marchó.

—¿Te ha dicho dónde está?... Acabo de recibir su carta, me ha abandonado...

—Puedes hablar tú mismo con ella... espera ¿Pruna te abandonó y no estás en el piso llorando como un niño?

—¿Se te ha olvidado tan fácil lo rápido que logro romperte todos los huesos Dali?

Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora