Pecados

6. La llamada

Capítulo seis

'La llamada'

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Mi cabeza no paraba de retumbar, la resaca de la noche anterior era muy fuerte. A parte de hacer música estupenda, Queen montaba las mejores fiestas. Sin embargo, una pequeña migraña no  iba impedir que hiciera mis planes que ya había pospuesto demasiado, pintar el salón de mi departamento. Actualmente esa paredes estaban pintadas por un horrible color verde piedra, pero hoy iban a ser remplazadas por un magnifico amarillo mantequilla.

Me dirigí hacia la cocina para prepararme mi santo grial para curar las peores resacas. Era una receta que me había enseñado Georgina. Empecé a cortar los pepinillos y meterlos en la batidora, seguidamente puso los huevos y la leche. Una vez todo licuado me lo tome de un trago para evitar sentir el sabor. Después de media hora (esperando que surgiera efecto el batido), decidí empezar a mover los muebles para poder pintar.

Cuando por fin había acabado de trasladar los muebles, a pesar de tener un departamento pequeño, se me habían echo las cuatro de la tarde y todavía no había empezado a pintar. Peor igualmente, necesita un descanso para beber agua. Me disponía a coger una botella de la nevera, cuando me fije en una servilleta debajo de un imán ¡Era el número de Dylan! Todavía no lo había llamado... Con todo lo que había pasado, se me había olvidado completamente. No podía esperar ni un segunda más a telefonearlo, si era que todavía se acordaba de mi...  Hice un brinco al sofá, que a hora se encontraba en una esquina del comedor, y descolgué el teléfono para marcar su número. No me contestó, volví a intentarlo y me salto el contestador. Pero esta vez deje un mensaje:

-Eh... Hola, soy Valentina, nos conocimos en casa de Geor... Bueno te he llamado por si querías quedar... Bueno eso... Adiós.

¿Se podría ser más patética? Si ni si quiera estaba hablando con él... Odio cuando me pongo tan nerviosa. Pero de repente el teléfono sonó. Sin pensarlo dos veces me abalance sobre aquel aparato y contesté:

-¡Hola!

-Evans, que rápido has contestado.

Esa voz no era la de Dylan, era la de...

-¿Roger?- pregunté.

-Noto un ligero tono de decepción- dijo Taylor con ironía.

-¿Qué? No, no- disimulé-. ¿Qué tal estas?

-Bien, creo... Esta mañana ha sido el entierro.

-Lo siento mucho Rog...

-Tranquila... Llamaba para agradecerte por lo de ayer.

-No ha sido nada-dije con simpatía.

-Para mí sí, por eso quería invitarte a tomar un té esta tarde.

-Gracias, pero no puedo... Tengo que pintar mi casa, me he pasado toda la mañana moviendo muebles y me gustaría acabar.

-¡Genial! ¡Te ayudo!

-No hace falta, puedo sola...- dije incómoda.

-No te lo tomes a malas, pero ¿cómo vas a llegar a las partes más altas? No eres muy alta que se diga...- protestó el Rubio.

-Pues subiéndome a una silla-dije indignada.

-¡Ves! Es peligroso, no puedo permitir que te hagas daño.

La última vez que quedamos a solas no salió bien, pero era muy persistente. Tome un respiro y contesté:

-Está bien... Ven en una hora, que tengo que ducharme.