Capítulo 20 - LLAMADA INESPERADA

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A la mañana siguiente, Aria despertó antes que Alexander. Había vuelto a tener la misma pesadilla que el día anterior.
Ella levantó la cabeza de la almohada y recordó que ambos habían pasado la noche juntos. Por lo tanto, no se maldijo por ello. Al contrario, le parecía un poco justo después del sufrimiento que tuvo en el pasado.
Aria se levantó de la cama y fue hasta donde estaba la ventana. Sabía que debía de pensar antes de volver a la ciudad de Madrid y volver a enfrentarse a su hermano con respecto a lo que había pasado la noche anterior.
De pronto, ella comenzó a sentir como su marido comenzaba a respirar profundamente y a moverse en la cama. Por lo tanto, ella decidió de no moverse de allí, por si acaso ocurría algo más.
Alexander observó en cuestión de segundos, como una figura se reflejaba en la ventana. Entonces supo que era su esposa, que se había levantado porque algo había pasado.
―¿Ocurre algo? ―preguntó él.
Ella negó con la cabeza. Entonces Alexander supo que se trataba de una pesadilla, la cual la había levantado temprano.
―¿Que has soñado?
―Nada importante.
―¡Nada importante! Yo no diría eso, cuando estás ahí parada sin volver a la cama.
Él hizo una pequeña pausa:
―¡Cuéntamela por favor!
Aria le miró pocos segundos después y le dijo:
―Se trata de mi pasado. No creo que te guste saberlo.
―Recuerda que te empecé a dar terapia y que todo sigue aun de pie. ¡Empieza a contarme!
Aria comenzó a dudar por unos instantes, pero no lo hizo. Solo le dijo a Alexander algo que quizás él sabía.
―El amor no tiene ni edad, ni distinciones, ni barreras. Yo me enamoré como ya te había contado ―aclaró―. Nadie escoge de quien enamorarse salvo, si te enamoras de la persona equivocada. Yo lo hice en varias ocasiones.
―¿Que ocurrió en tu tercera relación? ―preguntó él―. ¿Qué pasó ahí?
―Me duele recordar todo lo que me pasó. No creo que sea bueno que te cuente eso.
―Pues creo que debería de saberlo. Te estoy tratando como tu médico, Aria. No como tu esposo.
―En realidad no quiero hacerlo. Recordar mi pasado con Leonardo me sigue doliendo más de lo que pensé.
―Y yo quiero saberlo. Así que, es una orden. Sigue contándome qué pasó entonces. Te quedaste en tu segunda relación.
Ella hizo una pausa.
―Con Leonardo todo fue...
De pronto, Aria se vio interrumpida por el sonido de su teléfono móvil. Por lo tanto, ella se movió hasta donde había dejado su bolso.
Cuando llegó al salón, se percató que su teléfono móvil dejó de sonar. Por lo tanto, lo dejó hacía a un lado.
Alexander estuvo en pocos segundos ante ella y se percató que algo le preocupaba.
―¿Quien te llamó?
―Es un número que no tengo en la agenda. Supongo que será mi hermano a través del teléfono de la empresa.
―¿Me dejas ver el número?
Aria asintió.
Ella le entregó el teléfono móvil en breve a Alexander y este comenzó a ver el número que había llamado a su mujer.
―No es un número de la empresa. Es un teléfono móvil. Quizás te estaría llamando desde otro móvil que no era el suyo ―dijo de pronto él.
Alexander le entregó el móvil y Aria lo sostuvo en la mano.
―Bien. Continúa contándome ―dijo él.
―Lo siento, Alexander. No quiero seguir. Lo único que deseo es tomarme un zumo de naranja y volver a Madrid. Sí Leandro me ha llamado, ha sido por algo urgente.
―Tenemos tiempo para volver y desayunar ―respondió Alexander―. No te traje aquí para mantener solamente relaciones sexuales por un día. Quería pasar más tiempo contigo Aria.
―Lo siento Alexander. No quería estropear nada que tuvieses preparado para todo el día, pero la llamada me ha dejado un poco inquieta.
―Aria Holmberg, o continuas contándome que pasó o te ato a una cama para que me cuentes todo a través de torturas.
―¿Serias capas de eso?
―Sabes que sí. Ya te lo he demostrado en varias ocasiones.
Ella hizo una pausa. Entonces decidió de continuar contándole a Alexander, algo que le atormentaba. Y ella reconocía que le había más daño el pasado, que ser torturada por el propio Alexander. Aunque Aria reconocía que esas torturas, hacían que siempre se le mojasen las bragas con tan solo un roce.
Cuando ella volvió a tomar un poco de aire, decidió de continuar. Pero hubo algo que la frenó. Y fue de nuevo el sonido de su teléfono móvil.
Ella miró la pantalla y se percató que era el mismo número de teléfono. Por lo tanto, lo cogió enseguida y respondió:
―Dígame.
Pero al otro lado del teléfono móvil solamente se escuchaba una respiración muy profunda. Algo que a Aria comenzaba a asustarle.
―Puede decirme quien es o cuelgo el teléfono.
―Muy pronto nos volveremos a ver, querida mía ―dijo la voz al otro lado del teléfono―. Y no se me ha olvidado el olor de tu piel y como te solía poner cada vez que estábamos a solas en una habitación. Cuando vuelva a tenerte para mí solo, sabrás que conmigo no se juega, Aria Espósito.
Ella se quedó pálida al saber que era la persona de la persona que menos quería saber y dejó de caer el teléfono móvil al suelo. Rompiéndolo en mil pedazos.
―¿Quien era Aria? ―Preguntó Alexander.
Pero Aria comenzó a temblar, pensando en que él había salido de la cárcel por lo que le había hecho y que había regresado para hacerle daño.
Alexander le puso una manta sobre el cuerpo a Aria y al ver que ella no reaccionaba a su pregunta, él le tranquilizó cogiéndole la mano. Pero ella la apartó enseguida. Ya que estaba exhausta por la voz que había detrás del teléfono.
―Aria, ¿qué ocurre? ¿Quién era para que te hayas quedado sin habla y completamente pálida?
Tras volver a recuperar ella el sentido, se sentó de un golpe en el pequeño sofá del salón y mirando a Alexander con mucho temor, le dijo:
―Él ha vuelto. Me volverá a hacer daño.
―¿Quien Aria? ¿Quien ha vuelto para hacerte daño?
―Mi ex novio. Leonardo Mateo ha vuelto para volver a hacerme daño.
Y tras sus últimas palabras, Aria comenzó a temblar más seguido que cuando su esposo la dominaba. Ya que sabía que ahora su vida, sí que estaba en un completo peligro si era verdad que su ex novio había vuelto para poder vengarse como un día le juró tras el juicio que salió todo a favor de ella...

Continuará...

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