Capítulo 16 - REGRESO A ESPAÑA

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Al cabo de tres horas, alguien tocó en la puerta de la habitación donde se hospedaba Aria.
Ella comenzó a sentirse un poco nerviosa. Ya que comenzó a pensar que Alexander la había encontrado y que a su hermano no le había dado tiempo a llegar a buscarla.
Aria fue ante la puerta de la habitación y con un poco de temor, preguntó antes de abrir la puerta:
―¿Quién es?
―Abre la puerta hermana ―dijo Leandro a través de la puerta―. Ya he llegado.
Ella abrió enseguida la puerta aliviada y cuando tuvo a su hermano casa a cara, lo abrazó aliviada.
―¿Estás bien? ―le preguntó él.
Aria asintió.
―Bien. Vayámonos antes de que ese tipo te encuentre de nuevo y me mate a mí. Ya me contaras todo de camino de regreso.
Aria volvió a asentir.
Después de otro abrazo, Leandro y ella se marcharon de aquel motel. Pero antes, él pagó la cuenta del hospedaje de Aria.
Cuando Aria entró en el coche de su hermano, se sintió más aliviada. Ya que sabía que regresaría a España sin que Alexander supiera donde estaba.
El silencio en el coche se hizo largo.
Leandro no soportaba de ver tanto silencio entre ella y su hermana. Entonces pensó en su padre y en lo que haría en ese caso de silencio. Pero sabía que su hermana había pasado por un infierno desde que compartió su vida con un hombre de esa clase y lo único que quería era que todo volviese a la normalidad como cuando eran niños.
―¿Por qué diablos no me llamaste antes? Cuando te secuestraron y te trajeron a la ciudad de Berlín ―dijo Leandro.
―No es que no quisiera. Es que me obligaron a hacer cosas que no quería.
―¿Te prostituyeron?
―No. Mi propio secuestrador me obligó a casarme con él y tras intentar escapar un par de veces me tocó a la fuerza.
―¡Casarte!
―Así es. Según él, quería protegerme.
―No te preocupes. Pediremos el divorcio a través de mis abogados para que no tengas nada que ver con ese hijo de puta que te secuestro.
Aria asintió.
Leandro vio que ella bajaba la mirada y enseguida reaccionó, acariciándole la cara a su hermana.
―Tranquila. Ya estas a salvo. No pienso permitir que te vuelvan a hacer daño.
Aria se echó hacia atrás del asiento del coche y comenzó a pensar. Eso debió de haberlo hecho antes de que todo aquello del pasado le ocurriese. Pero temía mas a esa persona que era más peligrosa que al propio Alexander.
De pronto, la mirada de ella se cruzo con el rostro de Alexander. Fue cuando él le miró segundos después, ella se sobresaltó y dijo:
―Leandro, dile que acelere.
―¿Qué ocurre?
―He visto a mi secuestrador.
Leandro miró por la ventana pero no vio nada. Pero un pequeño golpe en el coche, le hizo decir al copiloto:
―Acelera.
El copiloto del coche comenzó a acelerar lo más rápido que pudo y Aria comenzó a ponerse nerviosa ante la situación que estaba viviendo. Más aún sabiendo que Alexander le estaba siguiendo.
―Intenta esquivar al coche que nos sigue.
―De acuerdo, señor Espósito.
El copiloto aceleró más y giró hacia la derecha. Entrando una avenida que daba hacia el barrio chino.
Aria miró de nuevo por la ventana y observó que aún Alexander les seguía, por lo tanto, le dijo a su hermano:
―Déjame aquí y vete. Ya veo que no puedo escapar de él.
Leandro no le hizo caso y cogió su teléfono móvil.
Él comenzó a marcar un número de teléfono y esperó a que se lo cogiesen.
―Soy Espósito... id encendiendo motores nos están siguiendo... estaremos ahí en diez minutos... bien... gracias.
Leandro dejó de hablar por teléfono y después apagó el teléfono móvil.
―Te dije que no te dejaría sola. O escapamos de aquí o morimos en el intento.
Aria asintió.
―Daniel acelera lo que puedas y llevamos hacia al aeropuerto para coger el avión privado. Pero despista un poco al copiloto del coche que nos sigue.
―Si señor Espósito.
Daniel aceleró el coche y volvió a girar. Pero esta vez a mano izquierda. Despistado a Alexander.
Aria volvió a mirar por la ventana del coche y se alivió al no ver a su marido detrás de ella.
Unos minutos después, Leandro y Aria llegaron al aeropuerto. Fue cuando ella se alivió bastante.
En cuestión de segundos, volvieron a sentir otro golpe en el coche y supieron que los habían seguido hasta allí. Por lo tanto, Daniel aceleró más rápido para poder alcanzar el avión.
Cuando aparcaron el coche, Leandro y Aria salieron corriendo del coche, mientras que Daniel comenzó a disparar para poder distraer a Alexander y que el avión despegara.
Cuando ambos hermanos se entraron en el avión, él cerró la puerta y después se sentaron mientras que el avión despegaba. Y mientras que lo hacía, ellos se pusieron los cinturones.
En tan poca altura, Aria observó cómo su marido conseguía disparar al copiloto del coche de su hermano. Pero para su suerte, ya habían despegado cuando él le dio un último tiro en la sien.
Alexander miró el avión y le hizo saber a ella que lo que había hecho no se quedaría así. Que volvería a por ella y que esa vez no se escaparía de él.
Pero Aria dejó de mirar a través de la ventana y se relajó, pensando que su pesadilla por fin se había acabado.

Una hora y media después, el avión aterrizó en un edificio privado. Aria supo que era la empresa donde trabajaba su hermano.
Ella se preguntó por qué aterrizaron en Madrid y no en Barcelona. Pero sabía que estaría más a salvo en Madrid junto con su hermano que en Barcelona.
Cuando salieron del avión, se fueron hasta los ascensores que daban al edificio. Leandro solo pensaba en llegar al departamento que había comprado y descansar. Ya tendría tiempo a pensar en lo demás.
Mientras que iban en coche más tarde, Aria no paraba de pensar en sí Alexander tomaría alguna medida para poder encontrarla y secuestrarla de nuevo. Pero el poco tiempo que compartió con él, supo que lo haría.
Cuando llegaron al departamento media hora más tarde, Leandro le hizo pasar y en cuestión de minutos le llevó a la que sería su habitación.
Ahí, le dijo que se pusiera cómoda. Que ya tendría tiempo a no pensar cuando se quitará de encima a su secuestrador.
También le quedó algo de dinero para que fuera a comprarse algo que usar mientras que se quedase en Madrid con él. Que sería por una larga temporada.
Después de eso, la dejó a solas para que se sintiera tranquila. Pero a pesar de estar a solas, podía notar en algún lugar la presencia de Alexander. Algo que también le ocurrió en el pasado. Algo que se volvió una obsesión más tarde.

Él pensaba con claridad lo que hacer, mientras que esperaba el informe que lleva varias horas esperando.
Alexander buscaba la manera de volver a secuestrar de nuevo a su esposa. Ahora que ella sabía la verdad, no sería tan cortés con ella. Si no, que utilizaría con ella lo que hasta ahora había funcionado. La fuerza.
Después de recibir el informe media hora después, decidió de tomar la misma medida que al principio que uso cuando secuestró a Aria la primera vez. Ya que la quería de vuelta para hacerle sufrir.
Después de eso, reservó un vuelo a Madrid. Ya que quería volver a ver a su esposa. Al menos para volver junto a ella a Berlín. Después pensaría que hacer con ella. Pero tenía claro que Aria no se libraría de un castigo peor que la dominación.
Después cogió el teléfono móvil y marcó un número de teléfono. Y espero a que se lo cogiese la persona a la cual le hacía esa llamada.
―Dígame ―la voz era de chica. Por lo tanto, Alexander se alivió al saber que era ella.
―No te has librado de mi tan fácilmente Aria. Nos volveremos a ver y será entonces volverás conmigo de regreso. Te lo juro por lo más sagrado que tuvo.
Alexander colgó el teléfono móvil y después se sintió tranquilo al saber que su esposa estaba avisada.
Después de eso, Alexander decidió de irse a descansar. Ya que había tenido una dura persecución para poder atrapar a su mujer. Una persecución que fue un fracaso y que acabó con un hombre muerto. Algo de lo cual se libraron sus hombres un poco más tarde después de darle el tiro de gracia.

Secuestrada por un Holmberg (Noches De Terciopelo I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora