Capítulo 3 - INTENTO DE FUGA

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A la mañana siguiente, Aria se levantó de la cama y fue hasta la ventana. Ella pensaba en lo que había ocurrido la noche anterior. Nunca antes se le había escapado algo así de las manos. Pero no pudo hacer otra cosa, cuando aún tenía camisa de fuerza que aun tenia puesta, después de firmar aquel documento que la única en matrimonio a Alexander. Pero, aunque ella hubiera firmado ese papel, nunca desistiría de escaparse para huir hasta Barcelona.
Alexander comenzó a despertar y por unos momentos, Aria pensó en que debía de actuar con normalidad. Aunque cuando recordó que su ahora esposo le había violado, ella bajo la mirada y comenzó a sollozar.
Alexander levantó la cabeza de la almohada y recordó que Aria firmó el documento que les quedaba oficialmente unidos en matrimonio y también que después la forzó a lago que ella no quería.
Él miró hacia la sombra que cubría la claridad de la ventana y Alexander observó que su ahora mujer, estaba ausente de lo que había en la habitación.
Él se levantó de la cama y fue hasta Aria.
Ahí, comenzó a quitarle la camisa de fuerza. Pero esta comenzó a temblar por el miedo que le tenía a Alexander.
―No me tengas miedo. Recuerda que todo lo hago por un bien mejor para ti ―le dijo él a ella.
Pero Aria no le respondió. Solo se limitó a escuchar aquel silencio que había estado escuchando durante toda la noche anterior, mientras que Alexander dormía.
Cuando por fin Aria tuvo la camisa de fuerza quitada, ella decidió de quedarse allí, hasta que volviese a tener la oportunidad de escapar de la mansión de su ahora esposo.
Al ver Alexander que su esposa no decía nada, él decidió de caminar para ir a darse una ducha. Ya que sabia que el silencio de su esposa, era debido al producto de su violación.
―No hay mejor bien para mí, que regresar al lado de los que quiero ―dijo de pronto ella―. No habrá violación que haga que desista de la idea de escapar para regresar a Barcelona. Eso no me lo vas a impedir.
―Y yo te recuerdo que estas bajo mi protección ahora ―le respondió él―. Si escapas, iré a buscarte. Ya me encargaré de que vayas a donde vayas, jamás te libres de mí.
―Pues entonces me quitare la vida.
―Aria, no me obligues a ponerte de nuevo la camisa de fuerza.
Pero Aria no le hizo caso y volvió a mirar hacia la ventana.
Alexander volvió ante ella. Pensó en que ella no debería de quedarse todo el día encerrada. Por eso pensó en algo.
Él le tocó el brazo a Aria y con un hilo de compasión, Alexander le susurró al oído:
―Date una ducha y cámbiate de ropa. Quiero que desayunes conmigo en el salón. Como si nada hubiera pasado.
―Es que ha ocurrido algo ―dijo ella.
Alexander le cogió la mano y le respondió:
―Tranquila. Dejará de pasar.
Pero Aria soltó rápidamente la mano de Alexander y le respondió:
―Solo quiero regresar a casa.
―Ya no puedes querida ―dijo él―. ahora este es tu hogar.
―Mi hogar es Barcelona. Con mi trabajo y mi vida. Mi padre está enterrado allí y mi hermano trabajando en Madrid.
―Tu hogar ahora es Alemania. Eres mi esposa ahora y no voy a dejar que te vayas. Ahora eres mia. Eso debes de entenderlo, Aria.
―Seré tuya, pero durante un año. Pero después de eso quiero regresar a mi vida.
Después de un largo silencio, Alexander se marchó al cuarto de baño para darse una ducha.
Cuando ella observó que Alexander había desaparecido, fue hasta el armario.
De ahí, cogió unos pantalones vaqueros y una camisa de manga corta. Después de ponérselos, se puso unas zapatillas de deporte y salió de la habitación.
Ella comenzó a bajar rápidamente las escaleras sin hacer ruido.
Aria pasó por la cocina y a su suerte, no había encontrado a nadie. Por lo tanto, echó a correr de la mansión Holmberg y no miró hacia atrás, mientras que corría por el bosque.
Alexander salió de la ducha y se percató que el vestido que llevó Aria el anterior estaba en el suelo y que el armario estaba abierto.
Fue hasta ahí, y se percató de que faltaba sus vaqueros favoritos para jugar al golf.
―Merde ―dijo él en un susurro en francés.
Alexander cogió su teléfono móvil e hizo una llamada telefónica a su guardaespaldas de confianza.
Después de unos segundos, Alexander se vistió rápidamente. Despuéscogió una jeringuilla con un calmante y este se marchó. Y mientras que buscaba a Aria en breve, pensó en darle a su esposa un castigo del cual jamás olvidase.

Secuestrada por un Holmberg (Noches De Terciopelo I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora