Pasó unos días desde entonces.
Aria fue acostumbrándose a la vida que Alexander le había dado.
Durante el resto de la semana, Aria fue desafiando cada vez más a su esposo y este solo se divirtió una vez con ella. Ya que el resto de la semana estuvo ocupado preparando el viaje hasta Roma. Algo que le hizo olvidar a él lo que tanto quería saber desde hace días de su mujer.
El fin de semana, Alexander decidió de sacar a su esposa a cenar, olvidando que tenía que darle de nuevo una terapia, en la cual sabría que iría descubriendo más cosas del pasado de su mujer. Un pasado que su propio padre no le quiso confesar en su última consulta.
El sábado, Alexander acompañó a Aria a que terminase de ver la galería que fue a visitar con su tío Román. Quería vigilarle él para que no volviese a escapar.
Aquel martes de aquella semana, Alexander se levantó temprano por que tenía un solo paciente al cual debía de atender temprano antes de que cogieran el primer vuelo de la tarde junto a su mujer con destino a Roma.
Él había decidido de dejar descansar más profundamente a su esposa, mientras que trabajaba con su cliente. Algo que le daría más ventaja a para poder darle alguna que otra sorpresa en Roma en sus próximos días allí.
Ella despertó aquella mañana un poco sobresaltada por la pesadilla que tuvo. Que casi siempre que la tenía, soñaba lo mismo. Se preguntó si algún día terminarían aquellas pesadillas que le atormentaban el alma. Pero supo enseguida que la única solución era continuar su terapia durante su encierra con el doctor que trató a su padre cuando estaba en vida.
Después de que Aria se diese una ducha, bajó a desayunar. Pero se encontró con la sorpresa de que su esposo no estaba en la cocina. Supuso que estaba recibiendo a un paciente en su casa. Por lo tanto, se hizo el desayuno y se relajó.
Media hora más tarde, recogió la loza y se marchó hacia el jardín. Quería tumbarse en una hamaca de piscina para relajarse y pensar en su pasado.
Unos minutos más tarde, Alexander terminó con su paciente y cuando le despidió, fue a ver si su esposa estaba en la cama.
Cuando se percató segundos más tarde que no estaba en la habitación, pensó que se había escapado de nuevo. Por lo tanto, fue de nuevo al despacho y allí en segundos, observó el programa con el cual vigilaba a su esposa.
Al ver que su esposa estaba en el jardín, se relajó.
En pocos segundos, salió hacia el balcón que daba a él y vio a Aria tumbada. Por lo tanto, Alexander pensó que su propia esposa estaba pensando en el pasado del cual se atormentaba y tenía muchas pesadillas con ello. Entonces decidió de ir hacia donde ella estaba para poder continuar con su terapia antes de coger su vuelo hacia Roma para tratar a ese paciente.
Cuando él llegó al jardín, se acercó a Aria. Y cuando llegó ante ella, le acarició la cara preguntó:
―¿Estás bien?
Aria asintió.
―Entonces, ¿qué te ocurre?
―Pensaba. Solamente es eso ―le respondió ella.
―Eso lo sé―volvió a decir él―. Y supongo que en tu pasado.
Aria asintió.
―Vamos a continuar con tu terapia.
Alexander hizo una pausa y después cogió aire. El cual después soltó lentamente.
―Te escucho ―dijo él de nuevo.
―Por donde lo dejamos.
―Creo recordar que cuando tenias catorce años tuviste a un novio.
―A los catorce años como te he dicho, tuve a mi primer novio. Amaba tanto a Eric que no me importaba los consejos que en su momento me estaba dando mi padre y mi padre.
"Fue unos meses más tarde, cuando supe que Eric me estaba siendo infiel con otra persona. Con una muchacha que tanto odiaba del instituto. Por lo tanto, quedamos como amigos sin rencor alguno.
"Semanas más tarde, él terminó de suicidarse. El motivo lo desconozco aun. Pero muchos en el instituto llegaron a decir que se suicidó por culpa de esa muchacha.
―¿Te entristeció ese momento?
―Pues claro. Aunque paso lo que paso, lo llegué a querer como si fuera un hermano. Nunca llegamos a mantener relaciones, pero si una bonita amistad. Hasta que se suicido más tarde.
―Llegaste a tener alguna relación sentimental mas tarde.
―Sí. Tuve dos más. Hasta que decidiste secuestrarme doctor Holmberg.
―¿Cómo fue tu segunda relación?
―Mi segunda relación con Haníbal fue un poco pedante. Creo recordar que tenía dieciséis años. O quizás diecisiete.
"Me enamoré de él sí, pero sus insistencia a mantener relaciones sexuales apagaron ese sentimiento. Tanto que durante el tiempo que estuvimos juntos, busque esa pasión en otra persona.
"Fue con Diego con quien perdí la virginidad. Lo tuve como amante durante una larga temporada. Hasta que un año y un poco más tarde lo dejamos.
"Decidí estar soltera durante un tiempo. Parecía ser que el amor no estaba hecho para mí. Salvo la pasión que aun desataba con diego hasta que...
―¿Hasta que qué Aria? ―preguntó él.
―Hasta que conocí a mi tercera relación sentimental a los veinticuatro años de edad.
Aria hizo una breve pausa:
―Lo siento doctor Holmberg. No quiero continuar.
―¿Por qué no?
―Por que recordar todo esto no me agobia. Si no, me atormenta. Lo que pasó después de esto me duele incluso más que recordarlo.
―Cuéntamelo por favor. Para eso te estoy haciendo terapia. Para ayudarte.
―Lo siento. No quiero continuar.
―Vale. Pero quiero que me lo cuentes cuando te sientas preparada para ello.
―Lo hare doctor Holmberg.
Ambos hicieron una pausa.
―Ve preparándote. Dentro de una hora nos iremos hacia el aeropuerto.
―Aun piensas que ir contigo a Roma es buena idea.
―Lo es ―dijo él―. Además creo recordar que al principio de traerte a Berlín te dije que no eras mi prisionera. Si no, mi invitada. Ahora mi mujer. Así que si. Quiero que hagas este viaje conmigo.
―¿Pero qué hago yo en Roma?
―Acompañarme a mí. Por lo menos no me sentiré solo cuando reciba a mi paciente.
―Pero eso es entre paciente y medico. Yo no puedo estar en medio de eso.
―Tranquila. Te dejaré que pasees por la ciudad.
―Sin vigilancia.
―Eso lo veremos.
Hicieron otra pausa.
Alexander decidió de irse de su lado para terminar de preparar las cosas que le llevaban a la ciudad eterna.
En cambio, Aria comenzó a pensar en que ese viaje le haría demasiado bien. Pues tenía que intentar de escapar de nuevo de las manos de su esposo antes de que él llegase al fondo de su pasado. Algo que no quería recordar.Tres horas más tarde, ambos cogieron el vuelo de la tarde con destino hacia Roma.
Cuando llegaron una hora más tarde al hotel de la ciudad, Alexander le ordenó a su esposa que descansara. Ya que al parecer, volar le sentaba realmente mal y le ponía de los nervios.
Aria obedeció y se tumbó, mientras que él iba a resolver unos asuntos personales que tenia del trabajo.
Cuando Alexander regresó a la habitación mas tarde a la habitación de Hotel, se percató que su esposa seguía dormida. Por lo tanto, decidió de trabajar en el estudio mientras que esperaba a que ella se despertase.
Al cabo de varios minutos más tarde, Aria comenzó a despertar y se percató con la oscuridad que su esposo estaba sentado en el escritorio que estaba al lado derecho de la cama.
Tras hablar por unos minutos, Aria fue a darse una ducha. Ya que antes de que llegar a Roma, hablaron de ir a cenar.
Veinte minutos después, ella comenzó a vestirse y mientras que lo hacía, se percató de nuevo que Alexander tenía cicatrices en su pecho y en la espalda. Una de esas cicatrices era más grande que las otras. Ella pensó que esas cicatrices podían ser debidas a una pelea con algún narcotraficante. Pero Aria dejó de mirar esas cicatrices, cuando Alexander se giró para mirarla.
Media hora después, ambos se marcharon a cenar a un restaurante que Alexander conocía de años atrás en su primera visita en Roma.
Cuando llegaron veinte minutos después al restaurante, el metre les atendió y les llevó a una mesa. Y en pocos segundos, el camarero les llevó la cara para que escogieran lo que iban a comer.
Mientras que comían, tuvieron una conversación intensa donde salió a relucir el pasado de Alexander, aunque no del pasado de Aria. Algo que le hizo fruncir a él más el ceño de lo que solía tener cuando hablaba de su pasado.
Tras una hora de permanecer en el restaurante, Alexander y Aria se marcharon de nuevo hacia el hotel. Pero ella no paraba de admirar lo que tenía delante. Y el coliseo era demasiado hermoso que en fotografías.
Cuando llegaron al hotel, Aria decidió de tumbarse en la cama y no pensar en lo que pudiese ocurrir. Ya que sabía lo que pasaba cuando Alexander le tocaba y no quería que eso ocurriese. Por lo tanto, se quedó en ropa interior y se acostó. Y comenzó a pensar en sus sentimientos hacia su marido y secuestrador.
En cambio, Alexander tras ver la reacción de su mujer decidió asomarse por el balcón de la habitación del hotel y pensar en lo que había ocurrido esa noche. Aun no podía creer que le doliese tanto su pasado y la muerte de su difunta esposa. Y sabia que eso era algo que el amor podía curar. Algo de lo cual estaba confuso. Ya que no sabía si amaba a su mujer o era esa obsesión de protegerla como quería su padre antes de morir. O tal vez era una obsesión de ver como ella se sometía cada vez que se rendía al sexo con él. Pero aun así, todo aquello que hacia le gustaba. Pues sabía que eso le daba más ventaja a tenerla dominada y haciendo lo que él debía. Él también pensó en que cuando se supiera su peor secreto, ella le odiaría para el resto de su vida.
ESTÁS LEYENDO
Secuestrada por un Holmberg (Noches De Terciopelo I)
Genç KurguAria Espósito trabaja en el museo de artes de Barcelona, cuando de pronto su futuro se ve destruida por Alexander Holmberg. Tras lograr su propósito, Aria tendrá que lidiar con una vida que le ha tocado vivir junto a Alexander en Berlin tras su secu...