T-K

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Con que se había puesto celosa... Ya estando en la casa del señor Ishida, Takeru no pudo evitar esbozar una sonrisa al pensar en aquellas palabras. Definitivamente Kari lo sorprendía cada día más, y de alguna forma aquellas pequeñas cosas hacían que recuperara la esperanza en convertirse en algo más que un amigo para Yagami.

Feliz y canturreando, tomó un largo y bien caliente baño. Tan largo, que cuando su hermano llegó, tuvo que preguntarle si todo estaba en orden o si se había desmayado. Probablemente hasta había pensado que todo salió mal y que había decidido acabar con su miserable vida.


Finalmente, antes de que pudieran darse cuenta, el 2007 había llegado. Takeru había pasado los últimos tres días del 2006 pensando qué regalarle a Hikari el primero de enero. Recorrió perfumerías, joyerías, tiendas de ropa y maquillaje, pero todo le parecía fuera de contexto, y no tuvo otra opción que recurrir a la ayuda de un experto: nuevamente habló con su hermano, pero este se negó a brindarle cualquier tipo de consejo, alegando que ya era lo suficientemente grande y maduro como para preguntarle tonterías. Además, él no era un novio precisamente romántico, lo cual a veces parecía decepcionar a Sora aunque intentara ocultarlo.


El día estaba extremadamente frío. La noche anterior había nevado, por lo que el suelo, los árboles y construcciones estaban cubiertos de un grueso manto blanco.

Takeru combinó de la mejor manera posible la ropa más abrigada que tenía y salió apresurado del departamento de su madre.


Se puso en pie en cuanto vislumbró la figura de su mejor amiga. Estaba tan hermosa que por unos segundos se olvidó de respirar.

—Buenos días, Takeru. Feliz año nuevo —saludó ella.

—Feliz año nuevo para ti también, Kari—. Se había acostumbrado a llamarla así. Primero en sus pensamientos, luego, casi sin darse cuenta, en voz alta, pero como aquello no parecía molestarla, continuó abreviándole el nombre casi cada vez que le hablaba, aunque ella siguiera llamándolo por el nombre completo.

Yagami extendió su paquete, esperando a que el rubio hiciera lo propio, pero no fue hasta entonces que se percató que en aquella ocasión él no llevaba ningún regalo para intercambiar. Si bien le extrañó, no dijo nada.

—Yo... te daré mi regalo más tarde. Discúlpame, Kari.

—No importa, Takeru. Pero por favor abre el mío.

T-K abrió la cajita y dentro de ella encontró una carta. A medida que la leía, notaba cómo su rostro iba adquiriendo temperatura, a la vez que todas las dudas y la sensación de vértigo iban desapareciendo y aumentando al mismo tiempo, en un torbellino de confusión. Cuando acabó de leerla, sonrió nervioso y dijo:

—Bueno, menos mal que me diste esta carta. De lo contrario, no sabría qué hacer con mi regalo.

—¿Tu regalo, Takeru? ¿Por qu...?

No pudo acabar de formular la pregunta, pues la mano del chico se colocó en su mentón y sus cálidos labios atraparon los de Kari, impidiéndoles acabar con lo que estaban diciendo.

Takeru dejó caer el papel que Yagami le había entregado, y que finalizaba con las palabras «Estoy enamorada de ti, T-K.»

1 de Enero | TakariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora