Takeru

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Taichi, Hikari y Takeru emprendieron el camino de regreso al departamento de los Yagami. La castaña caminaba entre ambos chicos, y ninguno de los tres comentaba nada.

Si bien habían pasado una agradable jornada con Mochizuki, a Takeru le gustaba cuando el día llegaba a su fin, sobre todo cuando acompañaba a su mejor amiga. De alguna forma, lo hacía sentir su protector.

Takaishi lanzaba miradas a ambos hermanos. Taichi se dedicaba a mirar al frente, como fingiendo que los otros dos no estaban a su lado. Hikari caminaba con una sonrisa leve en el rostro; se notaba que disfrutaba de la compañía de ambos chicos.

En una de esas fugaces observaciones, los ojos ámbar y los azules, se encontraron por un breve lapso de tiempo, probablemente no más de un segundo. En cuanto se percataron de ello, ambos adolescentes devolvieron la mirada al frente. Takeru sintió que su rostro adquiría un poco de temperatura por la vergüenza de que lo hubieran atrapado, de alguna forma, espiando a Kari. No se atrevió a corroborar si había ocurrido lo mismo con el de ella.


Taichi se detuvo de pronto en una bocacalle.

—Bueno hermanita, nos vemos más tarde— y sin previo aviso, se separó de ellos dos, tomando el camino que dirigía a la escuela. Hikari no pudo ocultar su sorpresa, mientras que T-K no sabía cómo interpretar aquello.

—¿Cómo? ¿No vendrás a casa? —En su voz se notaba una nota de decepción.

—Ahora no. Se me hace tarde para el entrenamiento. ¡Pero espérame con la cena lista!— gritó ya lejos de ellos, trotando para llegar cuanto antes con su equipo de fútbol.

—Pero... —estiró la mano hacia su hermano, como si así pudiera evitar que se fuera. Cuando vio que aquello no surtía efecto, la dejó caer con pesadez de nuevo al costado de su cuerpo—Vaya... —suspiró Kari. —Y yo que pensé que no me volvería sola.

Takeru saltó, ligeramente ofendido.

—Oye, aun me tienes a mí. No me desvalorices—. Se quejó medio en broma, señalándose con el dedo pulgar y provocando una risilla en Yagami.

—No te desvalorizo. Anda, vamos.

Y así, retomaron el andar, más silencioso que antes. El Sol ya comenzaba a ocultarse y la temperatura descendía drásticamente. Apretaron el paso para llegar cuanto antes a la calidez de sus hogares, sobre todo porque era de público conocimiento que Hikari era la portadora de una salud muy delicada. En esos casos T-K deseaba tener su propio vehículo para poder viajar más rápido y confortable.


—Oye, Kari —. De pronto, el rubio rompió el silencio que ya le comenzaba a resultar incómodo.

—¿Sí, Takeru?

—¿Recuerdas la vez que me invitaste al partido de fútbol de Taichi, y te dije que no podía porque iba a ir con alguien al concierto de Yamato?

—Pues... sí. ¿Por qué?

—Bueno, la verdad es... que yo aun no había invitado a nadie para ir conmigo. Esa chica eras tú, pero como no podías...

—Eres un tonto —lo interrumpió la castaña. 

1 de Enero | TakariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora