—¿Y? ¿Qué te regaló el pequeño T-K esta vez? —preguntó su madre cuando Hikari regresó del paseo. —¡Vaya, pero si es precioso! Ese chico debe estar muy enamorado de ti — dijo con ternura, tomando el peluche entre sus manos y observándolo con una gran sonrisa.
—Ay, mamá, no digas tonterías. Takeru y yo solo somos amigos. Además, ya no nos llamamos así —respondió tratando de parecer madura, pero a la vez ocultando un leve rubor que se hizo presente en sus mejillas cuando la señora Yagami pronunció el apodo del rubio.
—¿Qué, mi hermanita ya tiene novio? ¿Tan pequeña? —preguntó Taichi con burla asomándose desde su habitación.
—¡Que no! —insistió la castaña, esta vez con tono más firme.
—Está bien, está bien, tampoco es para que te enojes.
—No estoy enojada —. Sin embargo, tomó el osito de las manos de su madre y se encerró en su habitación.
Dejó al animal sobre la mesa de noche, acomodándolo de manera que la observara dormir. Lo puso al lado de la copia de la vieja foto del primer viaje al Digimundo, aquella que había tomado Andromon justo antes de regresar al Mundo Real, cuando ella no tenía más de ocho años... Habían pasado ya seis, sin embargo, le parecieron muchos más.
Se dio vuelta en la cama. Era temprano para irse a dormir, ni siquiera era la hora de la cena, pero de momento no quería hablar con su familia, por lo que se levantó, encendió la lámpara del escritorio y extrajo de un cajón un cuaderno idéntico a los de la escuela. Pronto acabarían las vacaciones de Navidad, y ella no había adelantado sus deberes. Sin embargo, en vez de contener cuentas algebraicas o anotaciones sobre la Historia de Japón, en las hojas estaban plasmados los pensamientos de Hikari de su día a día.
«Cada vez estoy más convencida de que Takeru siente algo por mí. He oído mucho a Mimi y otras chicas mayores hablar de cómo es que un chico te observa cuando está enamorado, y creo haberlo comprendido hoy mientras almorzábamos, porque no me quitó la vista de encima ni un segundo.»
Tomó aire, jugueteó con la pluma, pensativa, y continuó escribiendo, confusa consigo misma.
«Sin embargo, temo no corresponder a sus sentimientos... Siempre he querido a Takeru y lo querré, sin importar lo que pase. Pero me siento mal al no poder asegurarle, ni a él ni a mí, que lo quiero de la misma forma.»
Posó un dedo sobre el nombre del chico y lo contempló casi extrañada, como si no lo reconociera. Acarició la última hoja escrita, se aclaró la garganta y cerró el cuaderno rápidamente para volver a guardarlo debajo de los demás elementos escolares, donde pasaba inadvertido.
Aquella noche le costó un poco conciliar el sueño. Extrañaba a Gatomon, que debió regresar con los demás digimon al servidor creado por Koshiro. Sin poder dormir, comenzó a dar vueltas en la cama y finalmente se levantó. Como ya era tarde y no quería despertar a nadie, se pasó largo rato contemplando la fotografía de los ocho niños elegidos hasta que finalmente sus ojos comenzaron a resultarle demasiado pesados y optó por volver a costarse. Soñó apaciblemente con el digimundo.
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1 de Enero | Takari
Fanfic«Algo se había roto: un corazón se rompe más silenciosamente que un vaso de vidrio, no causa el estruendo con que se despide de la vida un objeto precioso: se va en silencio y deja silencio al desaparecer. Deja estupefacción porque no sólo ya no es...