Capítulo 3.

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Por suerte, no había tardado en encontrar el edificio de la editorial. El logo de la revista, mostrándose majestuosamente con orgullo sobre la puerta principal no se lo permitió.

La construcción que se elevaba frente a él era mucho más grande de lo que se había imaginado. La enorme torre de color gris hizo sentir a Louis una extraña sensación de ansiedad. No ayudaba el bullicio proveniente de las calles altamente transitadas, sin importar que el sol apenas era visible en el horizonte a tan temprana hora de la mañana. Pero, estaba en Nueva York, eso no era una sorpresa.

Dios. Tranquilizate, ¿quieres?

Ni siquiera haz puesto un pie allí dentro.

Deja de ser tan patético, Louis. Puedes hacer esto.

Con un suspiro y esas palabras de ánimo a si mismo cruzó la calle. No podía dejar que sus nervios se apoderaran de él. El edificio no era el que tenía que intimidarlo, después de todo.

Cuando llamó al número de ese anunció en el periódico para agendar una cita, había pensado –torpemente– que sería algo sencillo. Le darían una fecha para presentarse, lo entrevistarían, le darían un sí o un no, y ya está. Fácil y rápido, justo como había sido en las otras editoriales a las que ya se había presentado.

No había sido así.

Primero que nada, tuvo que enviar su currículum al correo exclusivo de reclutamiento de personal, como le habían pedido en esa llamada. La señorita que lo atendió por teléfono le explicó, con monótona voz, que primero tenía que pasar por una serie de filtros para que recursos humanos pudiera calificar su perfil y ver si podía ser apto de tomar el puesto. Además de eso, se sometió a un par de exámenes psicométricos en línea, que lo dejaron dudando más de una vez de sí mismo. A Louis le pareció algo gracioso que se tomaran un puesto de asistente tan enserio.

Una vez hecho esto, lo único que tenía que hacer era esperar una llamada de regreso.

Si Louis dijera que no se había pasado la última semana caminando de un lado a otro por todo su apartamento, esperando ansiosamente esa maldita llamada, estaría absolutamente mintiendo.

La espera lo carcomia de manera lenta y dolorosa. Se negaba a creer el obvio rechazo que, una vez más, había tenido. Casi podía ver su solicitud siendo borrada junto con otras miles. Todas siendo botadas como basura inservible en la papelera de algún ordenador, con un simple clic. Se preguntó si la razón de la revista para no llamar y aclarar que no había sido calificado, era para ahorrarse un incomodo y bochornoso 'gracias pero no gracias, ¡suerte para la próxima!'. Louis prefería esa patada en el culo que el silencioso rechazo que se daba por sentado.

Fue la tarde de ayer, cuando estaba desquitandose con Zayn, que habían llamado de Brightness.

Zayn había hecho presencia en su piso ese mismo día, alegando que tenía tranquilizar sus nervios. "Relajete Louis, es normal que tarden un poco" Le había dicho, con una inclinación de cabeza y un lento aleteo de pestañas.

Las palabras tuvieron el efecto contrarío, porque lo único que Zayn había obtenido era un Louis aún más enfadado y un: "No me digas que me calme, ¡todo esto es tu maldita culpa!", mientras, de manera inconsciente, contestaba su teléfono (que estaba sonando y sacándolo de quicio) con un un fuerte: "¿¡Que mierda!?"

Sintió toda la sangre de su sistema caer a sus pies. Su corazón paralizandose un latido cuando del otro lado de la línea, después de un breve silencio, una incómoda voz se escuchó.

El Diablo Viste De GUCCI || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora