Capítulo 22.

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El cambio de escena no fue drástico pero sí muy similar.

Parecieron horas y horas, pero finalmente la pasarela llegó a su fin. El último modelo desapareció tras las cortinas y el anfitrión hizo el cierre, dando sus últimas palabras de agradecimiento e invitando a todos a pasar al salón donde sería la celebración. Un lugar lujoso, elegante, con el toque justo para parecer pretencioso y el suficiente para incomodar a Louis. Las personas alzan copas en sus manos, mientras mantienen conversaciones superficiales con sonrisas falsas en sus rostros, presumiendo de una vida con valor basado en las cantidades de sus cuentas bancarias.

Apesta, en pocas palabras.

Luego de que Adrien lo presentara con una pareja de empresarios (que no lo miraron dos veces después de darle un desinteresado saludo) Louis inmediatamente supo que no era su lugar para estar. Aprovechando que no está siendo incluido y más bien está siendo vilmente ignorado, Louis lo toma como excelente excusa para disculparse e irse a refugiar en la barra libre del bar. Necesita urgentemente un momento solo.

Alejado de todos y con alguna clase de cerveza en lugar de ese asqueroso vino que Adrien le ofreció, se permite respirar y reconsiderar por qué carajos accedió a venir. Ahora mismo podría estar cómodamente en el sofá de Anna, con sus cachorros cómodamente acurrucados a su alrededor, sintiéndose reconfortado mientras mira una película y come comida chatarra. O podría estar en el Karaoke con Zayn, mientras fingen que saben cantar y molestan a los otros pobres clientes que tienen que soportarlos.

O simplemente podría estar en su cómoda cama, con su pijama, tal vez con música relajante de fondo en un intento para ayudarlo a dormir. Solo Dios sabe lo mucho que se le ha dificultado conciliar el sueño últimamente. Podría estar haciendo un montón de cosas en lugar de esto.

Sabía que se arrepentiría, lo sabía.

Está tan sumergido en su lamento que no se da cuenta que Sammuel llega por un costado y lo palmea amistosamente en la espalda.

"Louis", dice, sonriente como siempre. Sin embargo, hay algo diferente en todo su semblante que Louis detecta de inmediato. "Que bueno verte aquí."

"Hola", Louis dice en voz baja, algo seco. No quiere ser grosero, pero Sammuel probablemente es la persona que menos quiere ver en este instante. Intenta devolver la sonrisa para arreglarlo, pero su cara se siente tensa, lo cual no hace nada por mejora las cosas.

Sammuel tarda un poco en continuar la conversación, probablemente esperando algo más. Louis no agrega nada, solo levanta las cejas en cuestión. El rubio fue quien se acerco, debería ser él quien empiece el tema de la charla, ¿no?

"Uh, tú", titubea. "¿Qué estás tomando?", pregunta torpemente, viendo el envase en la mano de Louis. Es tan obvio, que en otra ocasión Louis hubiera bromeado al respecto pero esta vez solo parpadea perplejo a la botella.

"Es una clase de mierda artesanal. Era la bebida con el nombre menos pretencioso que encontré en el menú."

"Ya veo", Sammuel mordisquea su labio, sus manos son inquietas mientras las mueve frente a él y en la barra. "¿Disfrutaste el show?"

"Estuvo bien. Buena... caminata, por cierto."

Con eso, Sammuel se anima un poco. "Gracias, estaba muy nervioso. Me alegro de no haber tropezado. Hubiera sido muy vergonzoso."

Louis asiente, dando un sorbo a su cerveza. "Bien por ti."

Sammuel se desanima visiblemente otra vez. Louis no siente ni una pizca de culpabilidad. "Louis, yo– necesito decirte algo", dice, dejando los rodeos a un lado. "Es algo importante", agrega, al ver la duda en él.

El Diablo Viste De GUCCI || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora