Capítulo 8

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Eira se despertó pronto a la mañana siguiente para ir al comedor

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Eira se despertó pronto a la mañana siguiente para ir al comedor. Había pocas personas en la mesa de Slytherin, y no estaba ninguno de sus amigos, ni Luke, de modo que se sirvió comida y comenzó a desayunar sola.

Orión Black estaba a una cierta distancia de ella, y rodeándolo había ya varias personas. Eira vio la mirada preocupada que Dumbledore lanzó al chico. Seguramente el director estaría preocupado por su repentina popularidad. Orión Black había dejado de ser conocido como el hijo del Señor Tenebroso, porque su nombre comenzaba a ser conocido en el colegio. Era un mago poderoso y carismático, lo cual hacía de él un líder perfecto.

Eira se levantó cuando terminó el desayuno y fue a la mesa de Gryffindor, en la que se encontraban ya Harry y Ron junto con varios compañeros. Haciendo caso omiso a las miradas de todos, se sentó entre los chicos, interesada.

—Contad —pidió mirando a uno y otro alternativamente.

—Malfoy no apareció —comentó Ron amargamente—. Filch y su gato estuvieron a punto de descubrirnos.

—Entramos en lugar extraño —continuó Harry—. Había un perro enorme de tres cabezas. Hermione dice que había una trampilla debajo de él.

A continuación le explicó que Hermione había tratado de detenerlos al salir de la Torre de Gryfffindor y que se había visto obligada a acompañarlos, al igual que Neville.
Harry explicó que sospechaba que el perro vigilaba un paquete que Hagrid había sacado de Gringotts el día que había acompañado a Harry. El paquete era pequeño, y había sufrido un intento de robo un día después de su retirada del banco de los magos.

—¿Se te ocurre qué puede ser? —preguntó el Gryffindor—. Debe de ser algo sumamente importante...

—Podría ser cualquier cosa —comentó Eira, encogiéndose de hombros—. Con un encantamiento reductor, cualquier cosa puede tener pequeñas dimensiones.

Los chicos asintieron un tanto decepcionados.
Draco llegó en aquel momento. Pareció sorprendido al ver a Eira en la mesa de los leones, y más aún al ver que Potter y Weasley no habían sido expulsados. Pero, sin hacer comentario alguno, se dirigió hacia su mesa.
De pronto, el correo llegó. Las lechuzas entraron al mismo tiempo en el Gran Comedor, y había cuatro que llevaban un largo paquete. Para sorpresa de todos, se posaron frente a Harry, quien estaba igual de impresionado que el resto. Otra lechuza llevaba una carta que dejó caer sobre el paquete.

—Una nimbus 2000 —comentó Harry mirando a Ron y a Eira—. Firma la profesora McGonagall.

Ambos chicos insistieron en marcharse de inmediato para abrir el paquete, pero Eira no quería ir, de modo que les dijo que desenvolviesen la escoba mientras ella se dirigía hacia la mesa de Slytherin. Le sorprendió ver que Orión Black estaba hablando con Marcus Flint, quien parecía bastante serio. Los gemelos Montgomery se encontraban a ambos lados de Black como si de sus guardaespaldas se tratasen, aunque el chico no necesitaba que nadie lo defendiese.

—Eira, mañana será el primer entrenamiento —dijo Luke al verla, y a continuación fulminó con la mirada a Flint.

La bruja era consciente de que aquello debería anunciarlo el capitán, pero Flint no le dirigió una sola mirada. No parecía demasiado contento con su incorporación al equipo.

—De acuerdo —dijo ella.

Varias lechuzas rezagadas entraron de pronto en el Gran Comedor, con un paquete que Eira reconoció de inmediato. Storm las precedía, llevando con orgullo una carta. Se posó frente a su dueña, quien le alimentó de inmediato y acarició antes de tomar la carta.

Le había enviado una carta a su familia para contarles lo sucedido, y al parecer se habían apresurado a responder.

"Hija:

Los dos estamos muy orgullosos de ti. Sabíamos que lo lograrías. Esperamos que todos sean capaces de ver tu talento, porque lo tienes. Debes tener en cuenta que no es común ver a chicas jugando en el equipo de Slytherin, y algunos no confiarán en ti, pero sabemos que lograrás destacar y hacer callar a todos.
Te enviamos la Nimbus 2000, aunque sabemos que incluso con una de las viejas escobas del colegio podrías ganar un partido.
Da recuerdos a Draco.

Te quieren,

Tus padres."

Eira sacó su escoba del paquete y muchos alumnos se volvieron para mirarla. Era la mejor escoba del mercado, la más rápida.
Daphne, Theodore y Blaise pronto se acercaron para observar la escoba de cerca. Los tres parecían admirados. A pesar de que sus familias tenían dinero, no habían adquirido el último modelo de Nimbus, al menos aún.
Luke se levantó también para ver de cerca la escoba. Parecía realmente admirado, y de manera casi inconsciente, acarició la madera con suavidad.

—Puedes probarla cuando quieras —le dijo Eira, sonriéndole.

—¿De verdad? Mis padres nunca nos comprarían escobas así; tendrían que comprar dos y no son precisamente baratas.

Eira era consciente del esfuerzo económico que suponía comprar buenas escobas. Ella era afortunada, porque su familia tenía dinero más que suficiente, pero era consciente de que aquello no la hacía mejor.

***

El primer entrenamiento tuvo lugar al día siguiente. Luke y Graham Montague entraron en el campo a ambos lados de Eira, el segundo por orden de su hermano, quien deseaba dejar claro que nadie podría meterse con la nueva jugadora.

Marcus Flint miró a la cazadora con malicia y después comenzó el entrenamiento. Tanto el capitán como los demás se interponían en el camino de Eira constantemente, o le lanzaban la quaffle demasiado fuerte. Las bludgers estuvieron a punto de alcanzarla en más de una ocasión, pero Luke se interponía a tiempo para salvarla.

Eira hizo caso omiso a los obstáculos y se hizo con la quaffle mediante peligrosas maniobras. Anotaba tantos lanzados con rabia que el guardián no podía detener porque apenas los podía ver. Flint parecía enfadado en lugar de contento.

—No le hagas caso —susurró Luke cuando pasó junto a la chica.

—¡Montague! —gritó el capitán—. ¡Debes proteger al resto del equipo, no solamente a Sayre!

—¡Lo haría si Derrick no le lanzase continuamente la bludger! —espetó Luke—. ¡Me niego a jugar así! ¡Esto debería ser un equipo!

Derrick, el otro bateador, lo miró como si estuviese escuchando una estupidez. Graham se acercó a su hermano para hacer ver que lo apoyaba, y Eira lo observó con sorpresa y agradecimiento.

—No...

—¡Flint!

Todos miraron a las gradas, donde vieron a Orión Black. Marcus Flint pareció palidecer de pronto y, antes de que nadie pudiese hacer nada, fue hacia el alumno de primero. Estuvieron hablando unos minutos.

—Quieren que me marche —dijo Eira, fulminando con la mirada a Marcus y a Derrick.

—Pero no lo harás —dijo Luke—. Te conozco. Además, si tu te marchas, mi hermano y yo también lo haremos, y nuestra casa se quedará sin equipo.

Eira sonrió. No se iría del equipo de quidditch aunque Flint lo desease. Merecía estar allí y lo demostraría ante todos.

Cuando Marcus regresó al campo y Orión se marchó, el entrenamiento se reanudó. El capitán parecía otro. Trataba a Eira casi como a una jugadora más, y los bateadores mantenían a las bludgers lejos de ella. Logró anotar varios tantos, para alegría de varios compañeros, que estaban seguros de que ganarían la copa aquel año también.

—Ha sido genial —comentó Luke cuando regresaron a su sala común—. Y solamente era el primer entrenamiento...

Orión bajó en aquel momento y pasó por delante de ellos.

—Luke, nos vemos luego —fue lo único que el mago dijo antes de abandonar la sala común.

Eira en Hogwarts✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora