Capítulo 11

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Eira no tardó en saber, por medio de Harry, Ron y Hermione, que lo que el perro, llamado Fluffy, vigilaba era algo relacionado con Dumbledore y Nicolás Flamel

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Eira no tardó en saber, por medio de Harry, Ron y Hermione, que lo que el perro, llamado Fluffy, vigilaba era algo relacionado con Dumbledore y Nicolás Flamel. A Hagrid se le había escapado decirlo delante de los alumnos.

Los cuatro chicos habían buscado información, pero no habían logrado encontrar nada acerca de Flamel en los libros de la biblioteca del colegio, al menos hasta el momento.

—Yo puedo preguntar a mis padres si saben algo cuando vaya a casa —comentó Eira días antes de las vacaciones de Navidad.

Ron y Harry se quedarían en el colegio, pero ella regresaría a su casa, y tenía previsto pasar varios días en la mansión Malfoy, dado que sus padres tendrían que viajar. Estaba acostumbrada a ello, pero cuando los chicos se enteraron, se escandalizaron.

—¡Quedarte en casa de Malfoy! —gritó Ron, fuera de sí—. ¿Acaso no sabes que su padre fue mortífago?

—¡Pasar las vacaciones con ellos, Eira! ¿Estás loca? —preguntó Harry.

Hermione, por suerte, no se alteró por la noticia, y se limitó a encogerse de hombros aunque Draco no era de su agrado. Comprendía la situación de Eira y que, a pesar de lo imbécil que Draco pudiera parecer, era alguien querido para ella.

—Estáis exagerando, chicos —comentó Eira—. Conozco a la familia Malfoy desde que nací, y no es la primera vez que voy a su casa.

Ninguno pareció quedar satisfecho con aquello, pues seguían pensando que no debería tener demasiada relación con la familia Malfoy. Eira, sin embargo, no estaba dispuesta a aceptar sus consejos respecto a aquel tema; consideraba a Draco casi un primo y nada la haría cambiar de opinión.

—Ya has oído lo que nos dice Draco —dijo Ron, que parecía ser el que más en contra estaba de aquella relación—. No comprendo cómo puedes estar siquiera cerca de él...

—Lo conozco desde que nací, Ron, sé que no es la mejor persona del colegio, pero lo quiero —respondió con frialdad Eira.

Nadie replicó. La joven, por lo general alegre, había adoptado un tono frío e imponente, sorprendiendo por completo a los de Gryffindor. Pero no estaba dispuesta a consentir que tratasen de intervenir en su vida. Si algo tenía claro era que defendería a sus seres queridos por encima de todo.

Las despedidas fueron más frías de lo esperado. Apenas intercambiaron unas palabras deseándose unos a otros feliz Navidad antes de que Eira diese media vuelta y se alejase del castillo acompañada por sus compañeros de Slytherin, entre los que se encontraba Orión Black, que nadie sabía a dónde iba.

El Expreso de Hogwarts llevó a los alumnos de vuelta a Londres. Eira viajaba junto a sus compañeros, sin hablar demasiado, mientras que Black se juntaba con alumnos mayores que le escuchaban con atención. Luke era uno de ellos y, aunque Eira no lo admitía en voz alta, temía que se convirtiese en un seguidor ciego capaz de cometer los más atroces crímenes.

—Nos veremos pronto —comentó Draco al despedirse en la estación.

Daphne, Nott y Zabini prometieron enviar cartas durante las navidades, y Eira hizo lo propio. Echaría de menos a sus amigos durante aquellas fechas tan señaladas.

Localizó a sus padres entre la multitud y se dirigió hacia ellos, pero algo la hizo detenerse. Orión se había acercado a Melody despacio, y la mujer, al verlo, no había dudado en avanzar hacia él y abrazarlo con fuerza. Él no parecía sentirse incómodo en absoluto. La mujer le habló en voz muy baja mientras el chico asentía. Ella incluso le peinó el cabello con una mano al separarse.

—¿Mamá? —preguntó Eira cuando finalmente se acercó a su madre, sin poder creer lo que estaba viendo.

Orión se alejó de la mujer y observó con cierta sorpresa a Eira. Parecía que su aparición lo había descolocado por completo. Tras un instante, se recompuso y esbozó una pequeña sonrisa llena de misterio.

—No sabía que era tu hija —comentó dirigiéndose a Melody—. Debo irme.

—No olvides escribir —advirtió la mujer en tono cariñoso aunque un tanto acusatorio.

Orión asintió y se alejó. Fue entonces cuando Eira se acercó a su madre, dispuesta a pedir explicaciones. No comprendía qué había sucedido. Nunca había visto a Orión cerca de su madre, ni ésta había dicho conocerlo. Y tampoco Thomas parecía sorprendido por lo que había ocurrido.

—¿Mamá? ¿Conoces a Orión?

La mujer asintió con la cabeza.

—Sí, lo conozco —admitió—. Aunque no puedo verlo tan a menudo como me gustaría, a decir verdad... De hecho, hacía meses que no lo veía antes de entrar en Hogwarts, y tampoco envía demasiadas cartas.

—Pero...

—Vamos a casa, Eira —cortó su padre—. Te explicaremos todo en otro momento.

La chica, aún confusa, asintió y se dejó llevar. No alcanzaba aún a comprender por qué su madre parecía tener tan buena relación con Orión, ni por qué él había aceptado su abrazo.

Escuchó sin demasiado interés cómo sus padres planeaban viajar para visitar a su hermano durante las Navidades, quedándose ella con la familia Malfoy.

—Yo también quiero verlo —comentó.

—Eira, sabes que las cosas no están demasiado bien ahora mismo... vendrá durante las vacaciones de verano, como siempre, y mientras tanto solamente podréis comunicaros por cartas. Es el acuerdo.

La joven asintió algo desanimada. Echaba demasiado de menos a su hermano mayor, quien vivía en otro país, pero no le permitían ir a visitarlo. Solamente sus padres iban a verlo una vez al año. Ella comprendía los motivos, pero el vínculo con su hermano era muy fuerte, siempre lo había sido, y le dolía estar lejos de él, al igual que a él le dolía estar lejos de ella. Pero debía ser así.

Las vacaciones pasaron rápidamente. Eira apenas pudo pasar tres días con sus padres antes de que éstos se marchasen a ver a su primogénito y tener que ir la chica a casa de los Malfoy. No tenía ningún problema con aquella familia, consideraba a los adultos sus tíos y a Draco su primo, pero habría preferido poder estar con sus padres y hermano. Con su verdadera familia.

Apenas hablaron sobre Potter y sus amigos, dado que ni Draco ni Eira querían discutir. Bastaba con que ambos estuviesen en la misma casa; no había necesidad alguna de discutir por sus amistades.

—¿Cómo es tu relación con Orión, Draco? —preguntó un día Narcisa, pensando que, al ser Black sobrino suyo, tendría cierta relación con su hijo.

Ambos chicos se miraron mutuamente. El rubio no quería admitir la falta de interés que su primo mostraba por él, pero Eira asintió con la cabeza. Debía decir la verdad.

—No... no le importo —admitió—. De hecho, diría que no le importa nadie.

—Escucha, Draco... no te metas en problemas —dijo Lucius, serio—. Si el chico no quiere tener relación contigo, olvídalo. No lo necesitas; no es nadie.

Eira no mencionó en ningún momento que su madre conocía a Orión, ni que parecía tener una relación bastante cercana con éste. No sabía por qué, pero presentía que, cuanto menos personas lo supiesen, mejor.

El regreso a Hogwarts llegó antes de lo esperado, y solamente entonces se dio cuenta Eira de que no había preguntado por Nicolás Flamel. De hecho, no se había acordado de aquel nombre en ningún momento.

Eira en Hogwarts✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora