10- Desde su partida

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Camino sin saber realmente a dónde, como un muerto en vida, como un vivo que se muere por dentro. 
 La pérdida de un ser querido es algo doloroso.
 ¿Cómo posarse frente a su tumba sin intentar caer en un mar de lágrimas y tratar de disculparte con esa persona por no haber pasado tanto tiempo con ella o por no disfrutarla mientras vivía? 
 
 Mi corazón... No lo siento. En el lugar donde este debería estar se siente un hueco, un vacío que probablemente nunca se va a llenar. 
 Paro de caminar ahí, en aquel lugar...¿como no recordarlo?, inconscientemente mi mente me a traído al sitio que más recuerdos evoca. 
 Aquí veníamos todos los veranos, cuando yo era niño.

Aquellos tiempos...

 Me recuerdo corriendo por la arena, el aire pegando en mi rostro, el hermoso mar azul tan extenso que daba miedo, pero un miedo excitante. Lo recuerdo a mi lado, sintiéndonos libres, poderosos, felices.

 Me siento sobre la arena, observando el azul resplandeciente del mar, y el oscuro del cielo, asiendo así un curioso contraste. Parece ser que es de noche, pero realmente desde su partida, el cielo aparenta estar siempre triste y sombrío.

 Veo el movimiento de las olas, tan relajado y delicado. Lo observo y, por primera vez desde que ya no está, siento como la paz me embarga. Por primera vez después de su partida, puedo llorar, derramar y soltar todo el sufrimiento y dolor, soltarlo de una vez, pero nunca su recuerdo. 

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