Capítulo 11

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La alarma comenzó a sonar y antes de que la pudiese apagar, Antoine entró corriendo a la habitación como un elefante en una cacharrería, pospuso la alarma y se tiró encima de mí. Solté un chillido en forma de queja y rápidamente se echó a un lado.

— Nada de despertarse, hoy se duerme hasta las nueve, mínimo

Reí para segundos después hacerle caso y volverme a dormir. Y ahí nos econtrábamos los dos, en una cama de una Carla de 16 años, apretados para entrar los dos, pero con mucho sueño.

Dormimos por una hora más hasta que sonó el despertador. Lo apagué y miré a Antoine, él seguía dormido, se veía muy mono durmiendo. Antoine fue abriendo los ojos poco a poco para encontrarse con los míos, y yo noté cómo se me subían los colores.

Bonjour, malpoli.

— Bonjour, Griezmann

— ¿Lista para pasar un día entero con Griezmann?

— No sé si estoy preparada para tanto sufrimiento.

— Venga, no exageres. Te doy diez minutos para prepararte, te espero en la cocina. — Se levantó de la cama y fue directo a la puerta, pero antes de salir se giró y se apoyó en el marco de la puerta.— Por cierto, Adrien está al tanto de todo.

Cuando desapareció por el pasillo, cerré la puerta y me dispuse a asearme, vestirme y peinarme. Al bajar a la cocina me encontré a Antoine haciendo el desayuno.

— ¿Con qué nos va a deleitar hoy el chef?

— Con una tortilla francesa, unas tostadas, café y zumo. Desayuno de campeones.

— Me apetece más un "ColaCao".

— Lo siento, el café ya está hecho y soy más de Nesquik.

— Estás de broma ¿no?— Le pregunté sentándome en la encimera para observar cómo cocinaba.

— Pues claro que estoy de broma. El ColaCao es mejor— Me sonrió.— Y ahora, bájate que si no no puedo cocinar—.Me cogió de la cintura y me bajó al suelo.

— Está bien...

Unos minutos más tarde estábamos los dos desayunando en la cocina de Adrien sin Adrien, nos había dejado una nota diciendo que hoy tenía que ir a Cannes a hacer recados.

— Se me ha ocurrido una idea— Comenté.

— Pues compártela conmigo.

— ¿Por qué no antes de ir a mi apartamento te doy una vuelta a caballo?

— No sé yo si...

— Oh... Vamos Antoine... Será rápido. Antes de las once estamos de vuelta.

— Está bien.

Al terminar de desayunar, nos pusimos un calzado adecuado, yo me puse mis botas de montar y Antoine cogió unas prestadas de Adrien. Fuimos al establo y preparamos a Lumière.

— ¿Siempre montas a Lumière? — Preguntó el francés acariciando al caballo.

— Si quiero dar una vuelta tranquila para despejarme o relajarme sí. Digamos que Lumière ya está retirado.— Acto seguido me subí. — Vamos, arriba. — Le tendí mi mano y la cogió, hizo fuerza y subió rápido al caballo. — ¿Has montado antes?

— Non.

— Vale, agárrate a mí. Tampoco iremos muy deprisa.

Empezamos a trotar, notaba las manos de Griezmann agarradas a mi cintura, me sentía extraña. Nunca antes había montado a nadie. No me gustaba, no sabía por qué le había dicho lo del paseo.

— ¿Quieres galopar? — Le pregunté.

— Preferiría no morir, pero confío en tí.

Sonreí e hice galopar a Lumière.

Al tener la casa en medio del campo, galopar por el bosque era algo natural para mí, pero no para Antoine.

— Wow, esta sensación es nueva. Ahora entiendo porqué te gusta tanto este mundo.

— Tú lo has dicho—  Poco a poco Lumière fue bajando intensidad hasta llegar al trote.— Aún así, esto y las carreras son muy distinto, esto es mucho más libre, para mí y para el caballo. La sensación que tengo en una carrera es distinta.

— De todos modos, las sensaciones que tienes que vivir son espectaculares, no todo el mundo puede.

— Lo sé, son espectaculares siempre y cuando las lleves bien, no como las he estado llevando estas semanas. Piensa que no deja de ser un trabajo.

Touché. Merci pour el paseo malpoli.

— De rien, Griezmann.

Una vez terminamos el paseo, nos cambiamos el calzado y montamos en su coche para ir a mi apartamento.

Durante el trayecto hablamos muy poco, Antoine había puesto música y la cantábamos. Tardamos poco en llegar a mi bloque, al entrar al portal vimos que el ascensor estaba roto así que no nos quedaba más remedio que subir andando. Íbamos por el segundo piso cuando escuche que alguien bajaba las escaleras, así que me deslicé a un lado de estas para dejar paso, y Antoine hizo lo mismo. Yo estaba mirando al suelo cuando noté que alguien me agarró del brazo.

¿Ya volviste de tu vuelta por España? No me dijiste nada.

— Colin, yo...— No me atrevía a mirarle a la cara. No sabía qué hacer y Antoine estaba ahí, parado mirando a Colin desafiante.

— ¿Tu qué? ¿No tienes ni la decencia de decirme que estás de vuelta?

— Ya no estáis juntos—. Intervino Antoine.— Tú la dejaste.

— Oh, ¿este es el futbolista que te estás tirando ahora? ¿Os he interrumpido? ¿Ibáis a subir a tu piso a montároslo? No me sorprende de ti, ves una oportunidad para agarrarte y no dudas.

— Colin

— Ni se te ocurra hablarle así otra vez. Y suéltala.

— Uuu, el futbolista se pone gallito... ¿Qué vas a hacer?— Colin me soltó para poder quedar frente a frente con él.

— Yo no te voy a hacer nada. Anda con cuidado.— Antoine subió unos escalones para colocarse a mi lado y empujó con el hombro a Colin. Este le agarró de la chaqueta que llevaba para agarrarlo del cuello.

— ¡Colin para! — Grité, estaba aterrada.

Antoine le dio un cabezazo el cual causó que se pudiese escapar de su agarre. Colin se había quedado atontado y se apoyó en la pared.

— Te lo repito anda con cuidado. Vamos Carla—. Antoine me rodeó por la cintura, apenas me tocaba, Colin se quedó atrás y nosotros subimos el piso restante para poder llegar a mi apartamento.

No sabía del todo bien qué acababa de pasar en aquella escalera.

Tout a commencé avec un cheval. {Antoine Griezmann}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora