Capitulo 12

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— Te ha salido un huevo en la frente al darle— Le dije al delantero francés. — Ven a la cocina y te lo curo. Y perdona si tengo la casa hecha un desastre—. Fui a la cocina y él me siguió.

— No pasa nada, tranquila— Se sentó en la encimera .— Me alegra que ya no estés con él, me puedo hacer una idea de cómo es.

— Es muy celoso—. Abrí la nevera y saqué unos cubos de hielo. — Pero Es un buen chico, cuando comenzamos a salir, me regalaba algún detalle todos los días, luego hubo un tiempo en el cual él pasaba mucho tiempo en la escuela y yo en casa de Adrien y compitiendo y se perdió esa costumbre—. Los envolví en un paño. — Esto no escuece, así que no quiero oírte quejándote. — Puse mi mano en su frente para facilitarme el trabajo, de forma que él subió la cabeza y nos quedamos mirándonos.

— Está bien— Sonrió

Le puse el hielo en la zona del chichón, tenía un bulto en la frente y toda la cara roja, me fijé en el cuello por si Colín le había dejado alguna marca al apretarle, pero no. A los pocos segundos de colocar el hielo se quejó.

— ¿Qué te he dicho?— Reí.

— Está frío. Bueno, trae si quieres lo cojo yo para que no estes todo el rato sujetándolo— Antoine puso su mano encima de la mía la cual sujetaba el hielo.

Noté un escalofrío recorrerme la espina dorsal. Él me miraba, yo le miraba.

— Emm, sí, claro—. Retiré mi mano y suspiré. Me había puesto nerviosa. — ¿Quieres algo de beber?

— Agua estaría bien.

— Chico sano, ¿eh?— Le sonreí y me apoyé en la encimera.

— Bueno, Aunque si tienes alguna Coronita, pues mejor. Necesito una cerveza.

— He hablado pronto entonces— Reí. — Creo que me queda una.

Me acerqué a la nevera y rebusqué hasta encontrar una coronita al fondo de la nevera.

— Aquí tiene su coronita.— Se la ofrecí y este la cogió.— La guardaba para Colin.

— Pues me la tomaré en su honor, porque si no fuese por sus errores, yo no estaría aquí.

Sus palabras me sorprendieron bastante.

À ta santé (a tu Salud)— Dije y le dio un sorbo a su cerveza. — ¿Crees que ha cometido un error?

— Creo que lo ha hecho pero es mejor para ambos. Si yo estuviese en su lugar no te dejaría.

—  Gracias supongo— Me sonrojé y la cocina se inundó con un silencio sepulcral — Dame un sorbo, anda. — Comenté refiriéndome a la cerveza y este me la tendió. Le di un sorbo e hice una mueca.

— ¿No te gusta?

— No mucho. Sólo me gusta con limón.

— ¿Entonces por qué has bebido? — Rió.

— Lo necesitaba. Por cierto creo que ya puedes quitarte el hielo, tampoco queremos que se te congele el cerebro y te vuelvas más tonto de lo que estás.

— Qué graciosilla eres— Me sonrió falsamente para después quitarse el hielo de la cabeza y dejarlo en la encimera.

Antoine me ayudó  a ordenar un poco mi apartamento y al terminar decidimos salir y dar una vuelta por Marsella. Fuimos andando hasta el Puerto Viejo de Marsella y paramos a comer ahí.

— Creo que es la primera vez que estoy aquí— Comentó el delantero francés.

— Si quieres te puedo hacer un tour. Conozco bien Marsella.

— Está bien. Házmelo después de comer—. Le miré bastante raro y él se echó a reír al darse cuenta de que lo que había dicho podía ser malinterpretado. — Digo el tour.

— Lo sé, lo sé—. Comenté riendo. — Te había entendido.

— Yo no pido que...

— Lalalalalala— Me tapé las orejas y él echó a reír.

— Está bien...— Levantó los brazos en forma de rendición.

— ¿Va a querer algo más la pareja? — Preguntó el camarero al acercarse a la mesa donde estábamos sentados.

— Verá, no, no somos...

— Sí, yo un café y otro para la señorita. Merci— Antoine le sonrió y yo le miré extrañada. — Le habrá parecido al hombre que hacíamos buena pareja, no vamos a romperle el corazón—. Me guiñó un ojo y yo bufé.


Tras una leve discusión con Antoine sobre quién pagaba, terminamos pagando a medias y nos fuimos a recorrer Marsella. Vimos la Catedral, el Palacio Longchamp, fuimos a la playa y por último volvimos a los alrededores del puerto a ver el atardecer.

— Gracias por el tour, mademoiselle. — Dijo Antoine cuando entramos a mí apartamento.

— No es nada. Recojo aquí y nos vamos donde Adrien.

— Está bien—. Se sentó en el sofá y suspiró. — ¿Oye, qué te parece si mañana pasamos el día en la playa?

— Te vas mañana—. No sé en qué tono lo dije. Puede que sonase molesta. Me daba pena que se fuese, Antoine me había ayudado a salir del bucle.

Merde, c'est vrai.

No pasa nada, otra vez será. Anda vámonos, o si prefieres, podemos hacer aquí unas pizzas y luego vamos. Así no cenaremos tarde.

— Mmm... Me gusta. Veamos qué tienes— Pegó un brinco y fue a la cocina curioso. Yo le seguí aguantando la risa. — ¿Qué te parece una de barbacoa y la otra de jamon york?

— Si las tengo ahí es porque me gustan, así que sí. Hacemos esas.

— Perfecto, pues a precalentar el horno.

— Chef Griezmann, te dejo al cargo de la pizza. Voy a poner la mesa.

A los quince minutos Antoine apareció con una Pizza y una cerveza en la mano.

— La otra se está haciendo—. Asentí.

— Tiene buena pinta— Cogí un trozo y me lo llevé a la boca.

Encendimos la tele y comenzamos a cenar. Me había dado cuenta de cómo Antoine me había ayudado con todo desde el día que le conocí. Le miré, estaba mirando la tele a la vez que se metía un trozo de pizza en la boca, se le veía atento, su cara mostraba concentración y sus ojos no se movían de la televisión. Tenía unos ojos muy bonitos, puede que los más bonitos que había visto.

En un movimiento rápido me quitó el  mando y cambió.

— Esto es un rollo.

— ¡No!¡ Antoine! Estaba interesante, y hace un momento estabas enganchado. — Me quejé.

— Me hacía el interesante, sabía que me mirabas. Disimulas mal.— Noté como se me subían los colores.

Le hice caso omiso y me incliné hacía el sentada en el sofá para poder llegar al mando, pero él se estiraba para que no llegase, así que me estiré más y me levanté quedando en frente de él y este me agarró y me tiró al sofá quedando él encima.

Nos mirábamos, estábamos demasiado cerca, su respiración se juntaba con la mía pero ninguno decía nada, él miró mis labios y cuando iba a acortar la distancia entre los suyos y los míos sonó mi télefono.

Era Adrien, preguntando si volveríamos para cenar, así que nos olvidamos de ese momento incómodo, terminamos de cenar y volvimos a la finca de Adrien.

Tout a commencé avec un cheval. {Antoine Griezmann}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora