Capítulo 10

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Cuando el silencio se me hace insoportable solo hago que mis dos compañeras se duerman y comienzo a jugar con nieve en mis manos hasta que de un segundo a otro se vuelve agua y veo a  un hombre frente a mí, lo reconozco de inmediato, es mi padre

-     Realmente es… déjame pensar la palabra, ¿cómo se dice cuando no tienes suerte? – me mira con desprecio y el sentimiento es mutuo

-     ¿desafortunado? – lo quiero escupir como mi instinto primario, pero me contengo para no ser atacada por el dios.

-     Eso, es desafortunado verte aquí Athina. Sobre todo cuando tu destino es tan horrible

-     Tu no conoces mi destino – le contradigo

-     Pues conozco a un dios que lo conoce – trato de despertar a las chicas, pero supongo que mi padre también está haciendo magia sobre ellas. – no hagas eso, ellas están soñando algo hermoso.

-     Apolo no te ayudaría

-     No hablo de Apolo – dice de una manera seca – Apolo es débil en sus profecías, su don recae en el oráculo, hablo de otro dios, en fin, vengo aquí con una solicitud para mi hija

-     ¿Qué quieres?

-     Quiero por supuesto lo mejor para ti – dice el dios, es viejo y parece que está despertando de una siesta que duro por años – quiero que completes la misión, solo con algunos cambios

-     ¿cambios?

-     Deberán de ser cuatro manzanas, una por cada una de ustedes y una que tu traerás para mi

-     ¿para qué quieres una manzana que te da inmortalidad? Ya eres inmortal

-     No hagas preguntas, ¿tenemos un trato?

-     De ningún modo ¿por qué haría yo un trato contigo?

-     SOY TU PADRE, ME DEBES RESPETO – ruge el dios mientras que por un milisegundo me muestra su forma divina – y porque o sino tu querido amigo, ¿Cuál es su nombre? Si, Thomas, pagara las consecuencias

-     No le puedes hacer nada a él – digo desafiante y segura, pero la mirada de mi padre me hace temblar

-     Pues mira, un pequeño vistazo al futuro – y con el humo que sale de la fogata se comienza a formar un remolino en el que poco a poco una imagen comienza a tomar forma, en ella Thomas sostiene el cuerpo de una chica, sé que es una campista por la polera naranja que usa, pero no la reconozco y no me puedo imaginar por quien Thomas lloraría de esa forma.

La imagen se quiebra y el remolino de humo desaparece tan rápido como se formó. Pienso en Thomas, en como jamás lo había visto llorar, incluso si aún no pasa siento como mi corazón se rompe

-     Hare lo que pidas – digo avergonzada

-     Ahora podrías llegar a parecer una de mis hijas – me hierve la sangre, pero quiero proteger a mi amigo

La mañana siguiente es helada, la humedad de la nieve sigue presente en el viejo campamento y cuando las tres despertamos sin estar seguras de cómo nos dormimos pienso que la visión de mi padre no fue nada más que un mal sueño, pero cuando palpo mi collar encuentro la perla junto al escudo y recuerdo sus últimas palabras

-     Debes quebrarla en cuanto tengas lo que te pedí

Luego se había vuelto una nube de color blanco y yo seguramente había caído dormida porque no recuerdo nada más que oscuridad.

-     ¿qué hacemos ahora? – pregunta Alinka mientras deja caer su nueva mochila sobre la espalda.

-     Terminar esto para volver a casa – digo e imito el movimiento con la mochila y las tres comenzamos a caminar por la carretera desierta.

Semidiosas de la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora