Capítulo Veinticuatro : Océano Escarlata

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No podía creer que estuviera en el pasado. Lo comprobó al leer una revista. Decidió cubrirse con su túnica y buscaría una máscara. Al menos esa era la idea. El día en el que estaba era el día anterior en el que la vería luego de diez años. De solo recordarlo su corazón palpitó con fuerzas. Sabía cómo encontrarla. Podía sentir su chakra con la ayuda de su técnica dimensional. Así que activó el sello del Tigre y del Gallo para así poder buscarla. Estaba en la aldea Tanzaku junto a su maestra. Podría ir a verla, quería hacerlo, lo necesitaba. Sabía que la prioridad era el Niimura, pero Shinra no la encontraría fácilmente. Juntó aire en sus pulmones y lo soltó de golpe. Si dimensionó hacia la aldea Tanzaku. Al llegar al pueblo, notó que ya era casi de noche y buscando a Sarada con la vista, su corazón se detuvo. Bajó su flujo de chakra. Tragó saliva.

De verdad era ella. Sus cabellos lacios, brillantes, oscuros. Finos. Su piel cremosa, sus labios rojos, su personalidad perfecta. Su corazón se aceleró de golpe. No podía creer que la estaba viendo. Pensó en bajar y abrazarla, y no pudo porque no quería que ella lo descubriera temprano. Quería observarla en silencio. La notó enérgica, parecía contenta, estaba caminado junto con su maestra Zura. Se preguntó qué será de su vida. No supo nada de ella después de su muerte. Entraron a un bar. Quería estar cerca. Bajó del tejado y entró al bar detrás de ellas. Las vio mezclarse entre la multitud. No se veía casi nada. Se sentaron en la barra. Y empezaron a hablar. Las contempló sentado en un extremo de la misma, en silencio, pidió un trago. Sus ojos azules se posaron en la figura de Sarada y en su voz. Olvidaba que su voz era tan atractiva y ahora lo notaba. Su corazón no dejaba de latir.

Escuchó la conversación sin moverse, parecían hablar sobre él, su futuro como Hokage y sobre su relación amorosa. Le dolió pensar que Sarada no quería nada con él hasta después de verlo en la aldea. Sintió que estaba siendo rechazado por tercera vez. Se arrimó a su lado, sentándose en la silla que estaba a su lado, levantó el mentón y dijo:

-Una botella de sake-pidió el rubio.

Sarada volteó extrañada hacia él, lo miró aturdida, sin comprender nada. Por un momento pensó que se había puesto nerviosa y sí, había sido así, estaba nerviosa por su presencia aunque no sabía por qué. Boruto esperó los tragos y al traérselos, los bebió sin pena alguna, una vez más quedó asombrada. Sentía que por cada trago el dolor que sentía en el pecho cambiaría y nada. Tenerla a su lado lo reconfortaba. Hubiera querido que el tiempo se detuviera, sujetarla y llevarla a otro lado, abrazarla. Sentir sus labios. Y no podía. No porque sería desubicado, Sarada no querría nada con un desconocido, ni mucho menos se lo perdonaría. Solo se conformó con estar a su lado, sintiendo la cercanía de sus cuerpos, su calor. Sintió la conexión aún sabiendo que no eran las mismas personas. Estaba seguro que hasta ella sintió lo mismo. Al terminar la última gota de sake, azotó el vaso sobre la barra, y se acercó a su oído:

-Si dejas para mañana lo que puedes hacer hoy, te arrepentirás Sarada-su voz sonó electrizante. La Uchiha sintió que le transmitió todo.

Su corazón se aceleró de golpe. No entendía por qué. Sus mejillas se ruborizaron y él se retiró del bar. Debía buscar la forma de encontrar a ese tipo antes de que la encuentre a ella. No quería que la hieran. Hubiera querido decirle ahí quién era y darle el sobre, pero pensó que no sería lo correcto, ya encontraría un momento para hacerlo. Por ahora regresaría a la aldea de Konoha, sabía que la encontraría mañana bien temprano, o en la noche en la fiesta de Chouchou. Sabía dónde había estado. Y cómo encontrarla.

Durante la mañana siguiente, Boruto se ocupó de encontrar a Shinra Niimura con la habilidad de su chakra. Era en vano. ¿Dónde demonios se estaba ocultando? Maldijo para sus adentros. Tenía hambre. Cuando enfiló hacia una de los restaurantes de comida rápida, visualizó a la Uchiha acompañada de Chouchou, su maestra y sus padres. Sintió que su corazón dio un vuelco cuando vio a su maestro vivo. ¿Acaso podría salvar su vida también? Lo quería. Quería que estuviera vivo en ese futuro. Los siguió por los tejados bajando el flujo de su chakra lo más que pudo. Extrañaba muchísimo a Sarada. Ojalá pudiera hablarle y no podía. Estaba seguro que ese día volverían juntos y él se emborracharía. Sabía que tenía la posibilidad de ver todo lo que él no pudo. No quería sonar acosador, pero así se sentía, era lo mismo que hacía Sarada en el pasado con él. Sonrió al recordarlo. Amaba cuando se enojaba o se sonrojaba. Esa noche también la siguió, vio su rostro avergonzado a visualizarlo, jamás notó que estaba nerviosa por su reencuentro. Estaba viendo lados que nunca vio y le agradaba la idea. Sonrió como un tonto enamorado. Sentía que su corazón palpitaba como loco. No podía creerlo. Sarada siempre se preocupó por él y jamás lo notó. Todo porque estaba enojado y malinterpretaba todas sus expresiones. Ella siempre le demostró que lo amaba, en sus facciones, sus sonrojos y berrinches. Le estaba diciendo que moría de ganas de besarlo y corresponderle sus sentimientos.

Océano Escarlata (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora