Capítulo Veintitrés : Pasado

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Mientras Hikaru dormía, él estaba leyendo y releyendo la tarjeta de Sumire. ¿Por qué habían tomado la decisión de pedirle que viaje en el tiempo? Sonaba absurdo. No tenía sentido regresar al pasado y evitar su muerte, porque en primer lugar, ¿cómo la salvarían? En el pasado todavía no existe esa máquina. Revoleó los ojos sin encontrar respuestas. Se levantó y caminó hasta la ventana. En los tejados de los edificios más bajos, divisó algunas sombras que se escabulleron por los otros edificios más altos. Siguió a dos en particular, que parecieron detenerse en el edificio del hotel. Eso le llamó la atención. Miró a su hijo. Dormía como un ángel. No podía dejarlo solo. Tragó saliva. ¿Qué haría? Podían ser esos Niimura.

Hikaru ya no tenía fiebre. Sin embargo la noticia de saber que tenía la enfermedad del Chakra lo dejó en shock. ¿Y ahora qué haría? ¿A quién le pediría consejo? Sumire se había ofrecido para ayudarlo. Fue algo amable de su parte. Podía salvar su vida. Se acercó a la cama y se sentó sobre la orilla, contempló a su hijo con los párpados caídos, acarició sus cabellos negros. Soltó un fuerte y largo suspiro. Le dolía el pecho. Toda su vida iba cuesta bajo y a una velocidad que jamás quiso. ¿Cuándo mejoraría? ¿Era buena idea viajar al pasado? Esa pregunta lo torturaba. Para lo único que lo haría sería para abrazarla, besarla, tocarla. Quería escucharla. Una vez más. Solo una.

-Hikaru, ¿qué haré...?-soltó otro suspiro y le dio la espalda. Miró la dirección del laboratorio.

-Papá...-llamó la voz de su hijo y tironeó de su chaqueta. Boruto volteó hacia él-. ¿Adónde irás?

-No sé qué haré todavía-sonrió y le mostró la tarjeta-. La mujer que vino ayer trabaja en un laboratorio-el pelinegro no entendía mucho-. Ah, no importa. No tienes por qué saberlo. Papá lo resolverá.

Unos golpes frenéticos alarmaron al rubio y acto seguido se puso frente a su hijo protegiéndolo, frunció sus puños y preguntó quién era desde su lugar. Nadie respondió. Segundos después derribaron la puerta y Boruto alzó a su hijo en brazos. Activó su rayo en uno de sus brazos que estaba libre. Dos personas aparecieron, tenían cabellos oscuros y sus ojos color lavanda. El rubio quedó paralizado. Conocía esos ojos más que nadie. Eran Hyuuga ¿o tal vez no?

-¿Quiénes demonios son?-interrogó.

-Somos del clan Niimura-el rubio abrió los ojos sorprendido-. Venimos a llevarnos a ese niño. Nos pertenece.

-¿Qué...?-intentó articular. Protegió a su niño-. El es un Uchiha...-y añadió-. Y un Uzumaki. No es ...

-También tiene sangre Hyuuga-agregó el sujeto de cabellos largos-. Es un Niimura como nosotros. Tiene ambos linajes de Doujutsu.

-¿Quién eres? ¿Acaso tu nombre es Shinra?-el hombre parpadeó confundido.

-¿Cómo sabes mi nombre? -sacudió la cabeza-. Lo llevaremos con nosotros. No tenemos intenciones de lastimarlo. Será educado en nuestro dojo. Aprenderá a usar nuestras técnicas...

Boruto sabía que había una trampa. Sabía por experiencia que los Niimura no eran buenas personas. ¿Lo más extraño? Es que no sabía que ese hombre de verdad seguía con vida. Creyó que el tipo con máscara de zorro lo había asesinado. Entonces algo vino a su mente. Una conversación que tuvo con Sarada en el pasado. Cuando le preguntó por los viajes en el tiempo. Las cosas parecieron unirse, ahora entendía. ¿Y si ese sujeto era él? ¿Del futuro? ¿De cuál futuro? Ahora encajaba por qué los Niimura querían asesinarla. Quizá por su hijo.

El Shinra de ese futuro había mencionado que no quería que los Uchiha puros siguieran existiendo y por eso la quería muerta. Por eso mataron al señor Sasuke. Todo empezaba a tener lógica. Frunció sus puños y sujetó a su hijo. Salió por la ventana del hotel y se escabulló por los edificios. El rubio iba en dirección hasta el laboratorio, pero no se percató que la tarjeta de Sumire se le había caído. Shinra recogió la tarjeta y la leyó:

Océano Escarlata (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora