39. Lucha

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ALBA POV

Llegamos al hospital de nuevo preguntando por Natalia. Una mujer amablemente nos indicó un pasillo por el que ir.

Caminamos por los tétricos pasillos de urgencias hasta la zona de la UCI. Nos quedamos de pie a la espera de que alguien nos informara.

Un hombre al minuto apareció algo apurado parándose delante de nosotras "¿Sois las de Natalia?" preguntó. Ambas asentimos apenadas por todo "Ella está sedada y siento decirles que no sabemos si despertará" como un dardo directo al pecho.

"Pero mamá siempre vuelve" dijo Joan algo enfadado. El médico asintió con una pequeña sonrisa falsa. Me agaché cogiendo a Joan para abrazarle con fuerza, se venían días duros.

El médico nos dijo que sólo podía pasar uno y fui yo, mientras tanto mi madre se quedó con Joan en la sala de espera.

Entré a la sala observando un montón de personas entre cortinas con la luz bastante baja. Caminé hasta una cortina donde el médico me indicó que pasara. Y ahí estaba ella.

Natalia yacía inconsciente con un montón de vías y oxígeno por la nariz. Me senté en la silla a su lado mientras el médico se iba dejándonos toda la privacidad que podíamos en aquel oscuro lugar.

Cuando conseguí dejar de llorar me levanté dejando un suave beso en su frente. Tenía puesta una bata y un montón de electrodos en el pecho, me daba todo mucho respeto.

"Hola Nat" susurré cogiendo su mano para dejar un suave beso en ella. No respondía y solo escuchaba el pitido intermitente de que todo iba bien dentro de lo que cabe "tienes que aguantar" volví a decir con la voz entrecortada "aguanta por favor" rompí a llorar apoyando la cabeza en la camilla.

Recuperé la voz y la seriedad observándola dormir plácidamente. Todo lo que había ocurrido era consecuencia de la operación, todo consecuencia del estúpido disparo por la espalda, todo consecuencia de Joel.

Hablé con la policía y el juicio se celebraría en breves. Joel no iba a pisar la calle nunca más en su vida como que me llamo Alba Reche.

Sonreí ligeramente acariciando la mano de Natalia. Estaba muy suave y tersa. Acaricié su tatuaje siguiendo el patrón del mismo, se lo hizo con 16 años, hay que estar loca.

"Disculpe" escuché una voz detrás de mí. Un médico de apariencia latina me hablaba sonriente "¿es usted familia de Natalia?" Asentí a su pregunta. El joven se acercó a mí cerrando la persiana observándola dormir "está bastante sedada así que no sufre dolor" habló "le realizaremos un TAC y varias pruebas más para saber exactamente como ayudarla aunque depende de su cuerpo si despierta o no"

"¿Y si no lo hace?" pregunté con un nudo en la garganta. El joven me miró serio suspirando dejando la libreta en la camilla.

"Entrará en coma" dijo serio "el infarto le afectó bastante fuerte y tuvieron que reanimarla varias veses, todo depende de ella" dijo de nuevo "pero es muy fuerte, leí su historial"

"Todos los héroes pierden su capa" susurré acariciando su mano. El médico se fue a ir cuando se giró mirándome.

"Me llamo Alfonso, los horarios están colgados afuera" levanté el brazo despidiéndome de él para acercar la silla de nuevo a la camilla.

Llevaría alrededor de una hora, le escribí a mi madre diciéndole que iría luego, que estaría un rato más con ella y que a primera hora de la mañana cuando pudiera, estaría aquí de nuevo.

Me apoyé en la camilla trazando con la yema de mis dedos su cara, desde la frente pasando por sus mejillas a sus labios. Los labios más bonitos que había visto jamás a pesar de que estaban un poco secos.

"Te prometí protegerte" susurré acariciando su mejilla "pero no puedes dejarme sola con Joan, Nat, tienes que luchar"

Nada, cero movimiento a excepción de los sonidos de las máquinas. Estuve un rato más entre sollozos y pensamientos filosóficos hasta que un médico me dijo que me tenía que ir. Me despedí de ella con un delicado beso en los labios y cogí un taxi de vuelta a casa.

Cuando llegué mi madre estaba en el sofá con Joan. Miré la hora en el reloj observando que eran las 12 de la noche. Después de salir del hospital me paré a un sitio a cenar y a hablar con Marina informándole de la situación, por eso llegué tan tarde a casa, necesitaba respirar aire.

Caminé hasta observar el panorama. Joan dormía en los brazos de mi madre que le acogía con pena. La situación da mucha pena.

"No quería acostarse sin su madre" habló con tristeza, asentí "le he dado un poco de comer pero no deja de llorar y me está dando algo Alba" suspiró "¿Cómo está?"

"Mal" susurré seria "sedada y con el corazón hecho de cristal" me fijé en Joan y decidí empezar a espabilar "Natalia necesita que estemos fuertes para que ella lo esté también así que déjame al pequeño" dije dejando el móvil en el bolsillo para coger en brazos a Joan.

"Mamá..." Balbuceaba abrazándome. Cerré los ojos abrazándole con fuerza y cariño. Me despedí de mi madre caminando hacia mi habitación.

Una vez allí le tumbé en la cama todavía somnoliento. Cogí el pijama que le había comprado mi madre estos días y se le puse con más maña de la que pensaba.

Me cambié de ropa, me lavé los dientes y le desmaquillé los restos de rímel corrido que me daban un aspecto horrible.

Hoy iba a dar una vuelta con Natalia, iba a decirla que la quería, pero hemos acabado en una situación comprometida.

Escuché a Joan llorar así que dejé la toallita desmaquillante en el lavabo caminando hasta la habitación encontrándome a un niño llorando hecho una bola.

"Hey..Joan" dije subiéndome a la cama. El niño se abalanzó sobre mí abrazándome mientras lloraba. Nunca pensé que los niños podían llorar tanto, que podían sufrir tanto, pero la realidad era que la unión que tenían era demasiado fuerte "escucha" dije acariciando su pelo castaño "tenemos que dormir y estar fuertes para ver a mamá ¿Si?"

"Si..." Dijo finalmente frotándose los ojos de sueño. Dejé un suave beso en su frente y después de apagar todas las luces y de recoger un poco el baño, me metí en la cama con él abrazándole.

Él se tumbó en el lado de Natalia que olía a ella. Podía observar como se tranquilizaba y sonreía levemente al recordarla.

Mañana intentaría por todos los medios meter a Joan en la UCI con Natalia. No podían estar separados.

"Buenas noches mi niño" susurré tapandole hasta el cuello. Cerré los ojos vencida por la mierda de día que habíamos tenido y por el cansancio psicológico que conllevaba

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Dame paz y dame guerra ¿No?

Gracias por las 4.000 estrellitas, un beso en la frente os daba a cada una

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ENCERRADA // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora