XII

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6 de Octubre del 2014, Lunes. 17:47 horas.

A cualquiera que quiera escucharme:

Hay días que me siento como Londres en un día triste.

Gris y con lluvia.

No sé si allí nieva, pero yo me siento más de lluvia.

Porque es más triste

—y más bonita—.

Y luego de repente, soy Miami cualquier día.

Porque supongo que cualquier día hay sol y fiesta en Miami.

Y así me siento yo —pocas veces—.

Y la mayoría de los días me siento como cualquier calle de Madrid, normal pero especial.

No conozco Madrid.

Ni a mí.

Y me estaba preguntando quién coño me creó así.

Con esta facilidad casi enfermiza de deprimirme que espero acabe con la adolescencia.

Hay días como hoy en que no sé.

Nada.

Ni cómo me siento,

ni qué pienso

ni qué quiero hacer —eso nunca—.

Y por eso escribo.

Y releo novelas que me sé de memoria porque me da miedo empezar otras nuevas.

Y escucho canciones viejas

y miro por la ventana por si aparece algo que me salve.

De mí.

Alguien que venga con sonrisas y sueños nuevos y metas que alcanzar.

Alguien de quién enamorarse, quizá.

¿Por qué me han hecho así?

Que no soy especial ni normal

ni triste ni alegre

y siempre estoy en el puto medio de la nada.

Nada, es eso.

No tengo

ni siento

ni soy.

Nada.

Creo que tengo que salir de casa.

Porque hoy hace

—y soy—

un día gris.

De esos de canciones de Ed Sheeran y algunas de Sabina y deprimirse.

Por todo, por nada.

Ahora que me has escuchado, ¿vendrás a salvarme?

Si te da miedo entrar por la ventana abro la puerta.

Se despide

—sabe que no vas a venir—,

esta loca desesperada.

                                       b.

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