Dulce dominante |Omegaverse| {Gay} #1

08: Cuentos de niños

Ya era de mañana, y estuve la mitad de la noche pensando y reflexionando en lo que me dijo mi madre Bonett antes de quedarme dormido.

Es bastante abrumador que muchas cosas de las que me dijo, yo las siento y experimento junto a Leston.

Dejé el sofá ordenado y fui a mi habitación a dejar las mantas y buscar ropa para cambiarme. Pero al entrar, vi a un Leston acurrucado en mi cama, abrazando una almohada y con el cabello despeinado.

Moría de ternura al verlo.

Y sentí un poco de envidia de esa almohada que Leston abrazaba como si fuese su persona favorita en el mundo.

Dejé de observarlo para dejar las cosas y sacar mi ropa. Intenté hacerlo lo más silencioso posible, pero se escuchó un estruendo en la cocina y mi madre Bonett gritando el nombre de mis hermanas gemelas.

—¡Les dije que no jugaran en la cocina!

Suspiré al ver como el rostro de Leston se arrugaba y hacía muecas, para luego abrazar con fuerza la amohada, dejando su rostro hundido en ella.

Me acerqué a la cama, no sin antes cerrar la puerta para evitar que los gritos fueran tan presentes.

Me senté en la orilla de la cama, mirándolo.

—Leston—susurré mientras que con mi mano lo movía levemente.

Él tomó mi mano y la llevó a su pecho, abrazando mi antebrazo, hundiéndose aun más en mi cama.

Mi pulso saltó de la nada, sentí como todo mi cuerpo se aceleró y acumuló calor en mi pecho y rostro. Por los nervios, tiré mi brazo hacia mí, de una manera brusca, provocando que Leston se moviera y quedara mirándome con el ceño fruncido. No podía verle sus ojos ya que aun seguían semicerrados por su descanso.

Me alejé aún más por recordar las palabras de mi madre Bonett en la madrugada.

"—Al principio sentía un nerviosismo increíble, sentía como cada célula de mi cuerpo estaba acelerada, no podía controlar mi pulso y a veces creía que solo era porque ella estaba en celo."

Bueno, puede que sea por el celo de Leston, su olor y manera de comportarse conmigo, siendo el único alfa tan cerca de él, me hace ponerme nervioso.

Me encontraba parado en medio de la habitación mientras veía como Leston se sentaba en la cama, frotando sus párpados y estirándose.

Rasqué mi nuca. ¿Por qué tengo que creer aquellas fantasías que me contaba mi madre? ¿acaso no son cuentos para los niños y niñas? Algo creado para que crean en el amor y vean que la soledad no será para siempre, porque, según estos cuentos, hay alguien destinado para ti.

—¿Te ocurre algo?—su voz ronca, pero delicada, me llegó a los oídos de manera sutil.

No sabía que decir. 

¿Qué podía decirle? ¿que mi madre me llenó la cabeza con ideas de que ambos somos destinados en la vida y merecemos una oportunidad de verdad?

Claro que no, se espantaría el pobre chico. Además, me están pagando para colocar, al fin y al cabo, un bebé en Leston.

¿Es muy tarde para arrepentirse? Siento que hago mal con esto.

Decidí evadir esa pregunta.

—Desayunaremos y luego iremos  a tu casa—mencioné los planes sonriendo lo más natural posible para que no sospeche de que estoy pensando demasiado— ¿Cómo dormiste?

Él bostezó, para luego mirarme con una expresión neutra.

—Dormí bastante bien—respondió mientras salía de la cama y buscaba sus zapatos.