Dulce dominante |Omegaverse| {Gay} #1

05: Haize

Ya era la hora.

Estaba con mi traje, viendo como Samuel me intentaba peinar, mis rulos estaban más rebeldes de lo normal.

—¿No te puedo cortar el cabello?—sugirió suspirando.

—Ni lo pienses—le lancé una mirada amenazante.

Mi cabello es lo más sagrado de mi ser, no es cortado a menos que vea que afecta mi día a día, que es cuando se me cae a la cara y obstruye mi visión de vez en cuando.

—Leston no ha salido de su cuarto desde que llegaron ayer, ¿ocurrió algo?—mencionó curioso, diría que algo preocupado.

Yo solo me encogí de hombros.

—Solo le dije que no somos novios para que me esté diciendo cosas así, y aunque lo sea, no debería—dije mientras acomodaba mi corbata.

Él hizo una mueca con su boca. Tomó su celular, que acababa de sonar.

—Leston dice que vayas a su cuarto, que necesita ver que tienes puesto—me dice mientras guarda su celular y sale de la habitación.

Yo sin entender mucho, salgo del cuarto para ir directo a la habitación de Leston, que al tocar y decir mi bombre, me abre con solo una camisa y calcetas puestas, y supongo que ropa interior.

—¿Pero qué—me interrumpió empujándome dentro de la habitación.

—Bien, necesito que te quites esa corbata—señala mi corbata negra.

Mi traje era color negro y la corbata igual, excepto la camisa, de color blanco.

Sin entender, me quedé quieto, mientras él sacaba algo de unos cajones.

—Ten—me entregó una camisa negra, una corbata burdeo y un pañuelo del mismo color para colocar en el bolsillo del traje.

Lo quedé mirando.

—Tenemos que combinar.

La verdad es que esto es ridículo.

Ya estando en la cena, Leston buscaba con la mirada a alguien, al parecer.

—Ahí está—me susurró, tomando mi muñeca, me arrastró con él a donde un grupo de chicos y chicas de nuestra edad más o menos—. Hola, chicos, chicas—saludó alto.

Nos miraron y sonrieron, se notaba la hipocresía desde kilómetros. Cada uno nos saludó con un beso en la mejilla.

—¿Quién es él?—preguntó un chico muy alto y delgado.

—Es mi novio—recalcó  sonoramente la palabra "novio".

Algunos parecían sorprendidos y a otros les importaba poco.

Yo estaba igual de sorprendido que muchos.

¿Desde cuando soy su novio?

Durante la cena, muchas chicas preguntaron como iba nuestra relación. Que al parecer era secreta desde hace mucho. Odio las mentiras.

—Ayer fuimos a comer a un sitio bastante peculiar—mencionó Leston con una mueca algo extraña, no pude saber a qué se debía.

—¿No haz ido a comer a casa de sus padres?—preguntó un hombre.

Negué muy rápido.

—Mis madres—corregí sonriendo cortés—, ellas no están en condiciones—intenté colocar una excusa válida, después recordé a mi madre Bonett.

Mi madre, la fuerza bruta de mi crianza, la más arriesgada y justa. Gracias a ella puedo ser quien soy, hablar con respeto y ser paciente, no dejarme guiar por las emociones negativas ni positivas, sino pensar mediante las situaciones, si me benefician.