5. Match.

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Parecía como si aquel comentario se le hubiera escapado, por lo cual apartó la mirada rápidamente, al igual que lo hice yo cuando noté que mis mejillas estaban en llamas. Nadie. Jamás, había hecho algo tan dulce por mí como compararme con la musa de Dante. Y el hecho de que él supiera exactamente lo que aquello implicara era aún más dulce.

Morgan apareció por el pasillo, pero cuando vio que Spencer estaba en su lugar, me dirigió una mirada significativa, y se sentó junto a Hotchner. Carraspeé y cambié de tema. "Bien, chico Vegas, ¿que había dicho del Blackjack?"

"Claro, cierto, ¿tienes cartas?" Asentí y saqué el fajo de mi maletín. "Bien," Comenzó a barajar y repartir, explicándome el proceso del juego. "El objetivo es tener veintiún puntos mediante la suma del valor de cada carta, gana el que esté mas cerca del veintiuno u obtenga veintiún puntos sin pasarse, si los consigues con solo dos cartas tienes blackjack y ganas automáticamente, ¿entiendes?"

Hice una mueca, "Si, creo que sí. Pero tu eres de Las Vegas, ya deberás estar acostumbrado, no será un juego muy parejo."

Me sonrió de lado, dándome dos cartas. "Está bien, iremos con calma mientras te adaptas al juego."

Negué con la cabeza, revisando mi mano. "No, no quiero que me dejes ganar, juega como si jugaras normalmente, yo me acomodaré al juego."

"Bien, comencemos."

Conté los puntos de mi mano, manteniendo una expresión confundida, mordiendo el labio y fingiendo no saber lo que hacía. Cambié mis cartas varias veces, hasta que quedé de nuevo con dos cartas. "Sabes, creo que ya no puedo hacer más, ¿hay que mostrar ahora las cartas o algo?"

"De acuerdo," Develó su mano. "Yo tengo veinte, ¿vez? Aquí cinco, siete, son doce, siete son diecinueve y uno aquí. Veinte. Muéstrame la tuya, te ayudaré a contar."

"Creo que puedo contarlas, a ver..." Develé mi mano. Un as y un diez. "¿Esto es blackjack, verdad?"

Sonreí ante su cara de incredulidad. "Ah, sí, es un blackjack, ¿cómo...?"

"No hay que ser de Vegas."

Él parecía un niño confundido cuando Morgan se aproximó. "Woah, ¿le ganaste al niño bonito?"

"Números y estadísticas..." Reid enarcó su ceja, barajando las cartas de nuevo. "Bien, quizá juegue en internet tres o cuatro noches por semana."

Rió entre dientes y repartió de nuevo. "De acuerdo, podemos jugar muerte súbita."

Estuve de acuerdo y jugamos lo que quedaba de vuelo.

A quince minutos de llegar a Ohio, le había ganado a Reid doce partidas. Las otras seis lo dejé ganar, y hubo una en la que genuinamente consiguió vencerme. Él tomaba cada derrota con bastante gracia. Seguíamos jugando cuando preguntó acerca de mí. "Así que, ya sabes que soy de Las Vegas, ¿De donde vienes tú?"

Cambié un cinco por un as antes de responder, "Miami Beach, solía ir a la playa los días lluviosos e inviernos a nadar y hacer snorkel, nunca me ha gustado el sol."

"Ya decía que tu tez era muy pálida para ser de Miami, supongo que no vivías cerca de la playa." Negué, mientras buscaba un dos.

"Jamás." Miré su rostro, tan concentrado en su jugada, en su frente se formó una arruga que lo hacía ver adorable. Subió su mirada, la cual encontró la mía un momento antes de que pudiera fijarla en otro lado. "Salí de allí tan pronto como pude, nunca se sintió como un hogar."

"¿Tu padre?" Preguntó. Subí la mirada para encontrar la suya. Él presionó sus labios en una línea.

"Yo te analicé apenas te conocí, creo que estás en tu derecho de hacer lo mismo conmigo." Coloqué mis cartas boca abajo en la mesa y apoyé mis codos en esta. Acomodándome para darle mejor acceso a mi cara. "Adelante."

Se acomodó en su silla y me observó por lo que parecieron horas, con sus brazos cruzados y su expresión imperturbable. "Un padre exigente, madre inconforme, no tienes hermanos, así que creo que tuviste toda la presión sobre ti. Tienes una cadena con placas de militar que no te has quitado a pesar de que no combinen con tu atuendo, creo que él era un militar, por eso querías pertenecer a un cuerpo de seguridad. Puede haberte presionado para que no solo fueras aplicada a los libros, sino al entrenamiento físico, ¿voy bien?"

Estiré mis labios en una sonrisa. "Bastante acertado, papá siempre quiso un varón, y como no lo obtuvo esperaba que yo fuera como el hijo que jamás tuvo. Yo no podía correr tan rápido como ninguna de las otras niñas, mucho menos como un niño. Mamá me culpaba de que papá jamás estuviera feliz los pocos días que tenía permiso de estar en casa. No le importaban las quejas del colegio de la directora, cuando las demás niñas me golpeaban y me encerraban en el baño. Me concentré en mis estudios y me adelantaron varios grados, logré acabar la secundaria a los quince y ese mismo año comencé sociología en la universidad."

"Irónico." Culminó. Observando mi reacción. Solo le dejé ver mi baraja.

"Blackjack." Imitó mi reacción y me mostró otro as y un diez.

"Creo que podemos declararlo un empate." Incliné la cabeza y le ofrecí mis cartas, que barajó con todo el estilo de un casino. Bufé.

"Presumido, esos trucos no los enseñan en el sitio web, ¿podemos probar haciendo castillos?"

Él me siguió el juego mientras pasaba las cartas de un lado a otro. "No creo que mi ego pueda soportar más derrotas, pero estamos a pocos minutos de aterrizar, lo haremos en vuelo de regreso."

Observé por la ventana el paisaje rural hacerse más grande, y progresivamente comenzaba a aparecer una hermosa ciudad. En el reflejo de la ventana pude distinguir mis propios ojos avellanados, entre verde oliva y castaño, y otro par de ojos marrones mirando a los míos. Y por primera vez, no tuve miedo de fijarme en ellos.

Fear of the Dark - Spencer Reid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora