4. Nine levels of the same hell.

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El siguiente capítulo contiene múltiples referencias a La Divina Comedia, de Dante Alighieri, si ya la leyeron, entenderán, si no, pueden buscar un resumen del primer canto de Inferno en internet para entender mejor.

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“Nuestro sospechoso probablemente sea un hombre entre treinta y cinco y cuarenta y cinco años, probablemente viva en el área de Washington, por su M.O. patriota.” Comenzó Hotchner. Prentiss siguió.

“Pensamos que sea reportero, y las víctimas son personas que entrevistó hace años atrás.”

“Un crimen de odio impulsado por creencias políticas extremistas, el detonante podría haber sido cualquier cosa.” Continuó Morgan. “Es alguien soltero o divorciado, sin hijos, y su empleo, o los medios económicos obtenidos con años en este, le permite viajar constante y discretamente.”

Era mi turno, me levanté del asiento y hablé muy rápido. “Es probable que pertenezca al partido político demócrata y sus creencias religiosas se hayan visto ofendidas por los comentarios impunes que las víctimas ofrecieron en sus entrevistas fuera de las conferencias de Bush acerca de su inocencia por los crímenes terroristas del 9-11, está descargando su ira acumulada gracias a algún evento reciente, probablemente fue despedido de su trabajo como reportero en los últimos tres meses, apuesto a que fue por algún altercado referente a sus opiniones políticas o religiosas…”

Spencer me puso la mano en el hombro y cerré mi boca. Dudo que alguien haya entendido la mitad de lo que escupí, pero él continuó por mí.

“Es un asesino meticuloso, hasta ahora sabemos que el primer asesino fue en Alabama, seguido por Alaska, Arizona, Arkansas, California…”

Mientras decía la lista de los estados, descubrí algo más.

Salí corriendo de la sala hasta la madriguera de Penélope.

“¡Penélope!” Ella estaba almorzando en su puesto, así que conseguí otra silla y me senté frente a su computadora. Tecleé en Youtube y esperé resultados. Reproduje el primer video y lo analizaba cuando Rossi, Morgan, Jennifer y Reid llegan al pequeño lugar de García, quedando muy apretados.

“¿Qué es?” Preguntó Penélope, con la boca llena de su emparedado. “No creo que haya suficiente comida para todos…”

“Creo que la siguiente víctima…”

“Equipo, tenemos otro cuerpo.” Hotchner interrumpió en la sala. “Es…”

“¿Will Yves?” pregunté, mirándolo. Él frunció el ceño y asintió. “¿En Nueva York?” Asintió de nuevo.

Les señalé la pantalla, donde Will Yves estaba siendo entrevistado por el mismo reportero, haciendo comentarios agresivos sobre los musulmanes en CNN.

“Creo saber quién es la siguiente víctima, pero supongo que será muy tarde para encontrarla, no sé con cuantos días de antelación los mata, podría ser uno o dos, quizá la siguiente víctima y la próxima también estén muertas, pero vale la pena intentarlo.”

“Mata en el orden alfabético de los estados.” Entendió Spencer, revisando el video. “Poco creativo, necesitaremos identificar a todos los entrevistados en North Carolina, North Dakota, Ohio, Oklahoma y Oregon, en conferencias de George Bush, debemos identificar también al reportero para dar una alerta.”

“Propongo que nos dividamos y hagamos guardia en las casas de las siguientes tres posibles víctimas.” Dijo Jennifer, mirándonos a todos. Hotchner secundó la propuesta.

“Bien,  J.J. y yo iremos a la casa de Sally Louise en Carolina, Rossi y Prentiss con Gabin Houston en Dakota, Reid, Morgan y Carters con Kimberly Papeete en Ohio.” Sentenció, mirándonos mientras decía nuestros nombres. “Saldremos todos en el jet privado, primera parada en Carolina, luego en Ohio y finalmente en Dakota. García nos mantendrá a todos en contacto, ¿preguntas?”

Muchas, pero no sería la única en hablar. Acordamos salir esa misma noche a las diez, así que nos dieron la tarde libre para buscar nuestras pertenencias y encontrarnos en el aeropuerto.

Cuando llegué a mi apartamento, tomé una pequeña maleta y la llené de suéteres y faldas, medias, botas y demás cosas. Mi computadora y juego de cartas irían en mi valija de mano. Apenas estuve lista, me cambié por un conjunto más cómodo; un vestido estampado en flores azules y negras, un grueso abrigo azul marino, y botas altas en negro. Recogí mi cabello en una trenza de lado y me aseguré de llevar mis cargadores. Salí a la calle y logré tomar un taxi, que se gastó varios minutos en llegar al aeropuerto. Y bien, no tenía la más mínima idea de como llegar, así que pregunté a un agente de seguridad, mostrándole mi placa, este me indicó donde estaba el jet del FBI.

Si mi mamá me viera ahora.

Había una hermosa versión en miniatura de avión digna de los ricos y famosos. Le enseñé a la seguridad mi identificación y me indicaron a pasar. Dentro de este, no había nadie más, solo yo y un montón de lindos asientos de cuero beige.

Me ubiqué en uno en la parte de atrás, y barajé mis cartas un rato, esperando a los demás, que llegaron alrededor de diez minutos después.

“¿Has estado aquí mucho tiempo?” Preguntó el agente Morgan, ubicándose junto a mí.

Barajé mis cartas, acomodándolas para proceder a guardarlas en su caja. “Pocos minutos, ¿será difícil?” Pregunté, mirándolo a sus inexpresivos ojos café.

“La primera misión siempre lo es.” Confesó. Mirando cómo los demás se acomodaban en sus lugares. “Al principio puede que tengas pesadillas que no te dejarán dormir, yo las tuve, pero un amigo me ayudó con eso. Si alguna vez las tienes, sabes que puedes contar con nosotros.”

“Gracias.” Susurré, mirando por la ventana como la aeronave comenzaba a tomar impulso. Abroché mi cinturón y me preparé para el despegue.

Eran cuarenta y cinco minutos para llegar a North Carolina, haríamos una parada de quince minutos y luego serían otros cuarenta y cinco hacia Ohio, mi lugar.

Saqué mi libro favorito del maletín. La Divina Comedia, de Dante Alighieri. Esa vez leía la versión en Italiano original.

Suspiraba una y otra vez cuando Dante describía a su Beatriz, sabía que sonreía como tonta, y me involucré tanto en la lectura que no noté que Morgan se levantó de su asiento hasta que el doctor Reid ocupó su lugar. “Hombre no soy, mas hombre fui,y a mis padres dio cuna Lombardía, pues Mantua fue la patria de los dos. Nací sub Julio César, aunque tarde, y viví en Roma bajo el buen Augusto: tiempos de falsos dioses mentirosos. Poeta fui, y canté de aquel justo hijo de Anquises que vino de Troya, cuando Ilión la soberbia fue abrasada.” Spencer citó a Virgilio. “¿Por qué retornas a tan grande pena, y no subes al monte deleitoso que es principio y razón de toda dicha?”

Reí, consciente de lo dulce que sonaban las palabras viniendo de sus labios. “ ¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente de quien mana tal río de elocuencia?” Respondí en voz baja, riendo ligeramente porque sabía que Dante había dicho tales palabras con vergüenza. “Oh luz y honor de todos los poetas, válgame el gran amor y el gran trabajo que me han hecho estudiar tu gran volumen. Eres tú mi modelo y mi maestro; el único eres tú de quien tomé el bello estilo que me ha dado honra. Mira la bestia por la cual me he vuelto: sabio famoso, de ella ponme a salvo, pues hace que me tiemblen pulso y venas.”

Levantó una ceja hacia mí para comentar: “Tienes muy buena memoria, veo que te gusta El Infierno.”

Me relajé en mi silla cuando llegamos a un tema que podía controlar. “Me gustan todas las obras de Dante, pero el Infierno es mi favorito. Creo que describe el infierno de manera tan personal y profunda que te lleva kilómetros bajo tierra y te hace soñar con los nueve niveles de castigo. Siempre me he preguntado a que nivel pertenezco yo.” 

Spencer me miró fijamente, como mirando a mi alma. Luego musitó: “A ninguno, tu podrías ser Beatriz.”

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A mis lectoras, gracias por seguir leyendo. Aprecio cada lectura, comentario y voto más de lo que se imaginan. De verdad me gustaría que leyeran un poco y sepan quién es Beatriz para Dante, así les dará una idea de lo importante que és esa frase para la historia. Las quiero mucho, subiré más pronto.

Nicolé.

Fear of the Dark - Spencer Reid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora